Este pasado viernes, día en el que se celebraba el 41º
aniversario de la Constitución Española, tuve doble ración de folclore. Bueno,
para ser más exactos, en la primera de ellas hubo, sobre todo (que no
sobretodo, que es algo diferente, pero confunden los avezados en redes sociales
con facilidad pasmosa), mucho condumio y amena charla.
La Agrupación Folclórica de Higa tuvo a bien invitarme a su
tradicional Convivencia. Y en La Perdoma hicimos acto de presencia. Como esta
vez, cosa rara, no estaba de viaje en este puente (o acueducto), rompí todas
las normas de regímenes alimenticios, incluida la sal, y durante unas horas
mandé para cierto sitio al colesterol y la hipertensión. Que en la vida hay
excepciones para todo.
Ya uno no conoce sino a los viejitos del grupo. Creo que
hubo, incluso, algún miembro de la corporación villera, pero como motivos de agenda,
eso se comentó, del alcalde no le permitieron la asistencia, me da que ya comienzo
a quedarme en fuera de juego. Debo estar como el Tenerife, cada jornada más
cerca del descenso.
Pero todo se compensa con intercambiar pareceres con los
amigos de siempre, mientras da buena cuenta de todo lo que a bien tuvieron en
poner sobre la mesa. Que fue, como antes mencioné, abundante y de buen ver.
Eché en falta los tiempos en que acudía puntual a la cita
Isaac Valencia, al que Benito, eterno presidente, le pedía la ración anual de
colaboración. Y el entonces alcalde, ya entonado a los postres con unos vasos
de los buenos caldos de la zona, accedía a la solicitud. Hasta un año nos llevó
al intercambio con Puenteareas, donde nos recogieron en un convento y nos
alimentaron a cuerpo de rey.
Ahora pasan los grupos por momentos difíciles porque las
actuaciones brillan por su ausencia. Y aquellos que disponen de cuerpo de
baile, como es el caso de Higa, contemplan que se implantan modas de “robos de bailadores”.
Ya no solo para festivales en que agrupaciones masculinas demandan préstamos
raros para solventar papeletas momentáneas, sino que se van creando eventos, no
siempre de carácter folclórico (al menos en exclusividad), para los que se
fichan unas parejas de baile que amenizan espectáculos a cambio de cuatro
perras. Labores de muchos años que se van al garete por aquello de la inmediatez
y unos euros en el bolsillo. Lo vengo denunciando desde hace décadas, pero a
este rebenque de la platanera, ni caso.
Marcos Antonio (Marc Anthony, aunque sin Jennifer López) nos
deleitó la velada con agradable música bailable. Que se lo pregunten a
Antonillo. Aunque Montse no se quedó atrás con su espectacular pasodoble.
Felicidades a Higa y a seguir en la brecha, que los cuarenta
están a la vuelta de la esquina.
Casi sin apenas unos minutos de descanso, a la Sala Teobaldo
Power. Otra Agrupación Folclórica, Malvasía, de la zona de Cañeño, nos invitaba
a su VII Festival, que en la presente ocasión rendía sentido homenaje a la
figura del cabuquero, ese hombre que trabajó duramente en las entrañas de la
tierra para ir en busca del líquido elemento que mueve nuestras vidas.
Ahí tienes el cartel anunciador en el que se da cuenta de
los grupos invitados. Pasamos ameno rato escuchando buena música y mejores
voces. Y como al director de Malvasía, el buen amigo Ángel Luis, se le ocurrió
incrustar en unos pentagramas, en diferentes modalidades de malagueñas, unos
versos que allá por el año 2000 dediqué a la abnegada labor del oficio al que
se rendía pleitesía –repetida en el bis que el público demandó al final–, a uno
le da cierto rubor comentar sobre algo de lo que también es protagonista. Le
prometí a Ángel que algún día hablaríamos del motivo por el que surgieron estas
letras.
Publicado el poema en cuestión –Va por ti, cabuquero– en el
libro Versos silbados, editado en 2004, permítanme que reproduzca unas
cuartetas, a vuelapluma y sin orden ni concierto:
Cabuquero, cabuquero, / que horadas dura pared, / vas en
busca del venero / para aplacar nuestra sed. // Constructor de galerías, /
sumido en la soledad, / entonas unas folías / en profunda cavidad. // Tras continuo
perforar, / llegará el dulce momento, / el agua debe aflorar / en feliz alumbramiento.
// En sus entrañas cavando, / un hombre tu bien buscó, / su salud se fue minando,
/ tu futuro aseguró. // Quise rimar, cabuquero, / sacrificada labor; / con
humilde verso espero / haber cantado en tu honor.
Y mientras el acto tenía lugar, se proyectaban imágenes del
quehacer en las galerías. Asimismo, dos excelentes y bien hilvanados
comentarios nos acercaron a la dura brega bajo tierra.
Aquí sí acudió el alcalde. A quien vi más flaco. No sé si
está preocupado, me imagino que sí, por el segundo de los casos grúas. Aunque
no comparto su excusa de que yo solo era concejal de cultura. El Pleno es órgano
colegiado. Pero hoy no tocaba política. Mañana será otro día.
Reitero las enhorabuenas a Higa y Malvasía. A no perder las
mañas y que un servidor pueda seguir siendo testigo de actos como los aquí
reseñados. Y ya puestos, Feliz Navidad.
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