Antes de entrar en materia, permíteme que te exprese mi más
profunda gratitud por el mensaje que me remites a través de persona
interpuesta. Hombre, uno nació en La Gorvorana, en medio de plataneras y sabe
de sus limitaciones. Doy lo que doy y punto. Pero ya intuía que me habías
encuadrado en el apartado de los pesados. Aunque te aclaro, por si te puede
asaltar aún cualquier duda, de que voy a seguir siéndolo. Por mi pueblo, todo
es poco. Y ya que tú te ausentas y yo me quedo, qué menos puedo exigirme. Y
exigirte. No importa el que no se me reconozca esta labor con remuneración
alguna. Con la pensión voy escapando y no me quejo. ¡Ah!, y la foto que ilustra
este post se la he ‘robado’ a la web oficial del Parlamento de Canarias. Que es
donde trabajas ahora. Bueno, lo de trabajas es una manera de expresarme. Porque
tus brincos dan para mucho.
Ayer bien temprano salí de casa con la intención de hacer
unos kilómetros (a pie), porque llevaba unos días resfriado y necesitaba ya
aire puro. Yo creo, Manolo, que el constipado lo cogí en la piscina. Pero como
no tengo certeza al cien por cien, lo voy a dejar ahí. Total, la nueva estará
operativa antes del próximo verano.
Aparqué en Los Barros, por debajo del local de la Asociación
de Vecinos Cañaveral, y me dispuse a estirar la pata. La derecha, sobre todo,
que fue la del accidente. Y por tal razón camino por llano. De ahí que haya
llevado el coche hasta el lugar precitado. No, te lo digo para que compruebes que
no contribuí a sumar el fotingo a la elegantísima cola hasta el enlace con la
TF-5. Y la vista no me alcanzó a vislumbrar el último de la fila de los que
accedían por el Callejón de los Cuartos.
Qué suerte tienes, Manolo, de que a ti no te trinque nunca.
Después de que aprendiste a volar en parapente y contemplas solo los atascos de
la autopista desde bien alto –que es lo tuyo, claro– te pones en Teobaldo Power
en un pispás. Por cierto, ten sumo cuidado con los aviones que salen de Los
Rodeos, no vayan a darte un susto un día de estos. Y dejes ‘viudas’ en esta
Villa, que no Ciudad, a las admiradoras –radiofónicas o no– que esperan los
arrumacos como agua de mayo. Ya sabes –lo manifestaste hace un par de días– de la
importancia de ser recordado con, y por, ese trato meloso. Fue la mejor manera
de celebrar el 40º aniversario de los ayuntamientos democráticos.
Bien harías –consejo de viejo– en mirarte el ombligo de vez
en cuando. Vives con miles de votos prestados y piensas que todo va a ser jauja
por los siglos de los siglos. Acuérdate siempre de aquella palma que al suelo
bajó a barrer. No obstante, persiste en el juego que te da, por ahora –televisión
o no– excelentes resultados: echa balones fuera y culpa a los otros. Tú no
estás para nimiedades. Eso de buscar soluciones es asunto del Cabildo o
Gobierno de Canarias. Qué pena el que tu ídolo (José Manuel Soria, aquel
personaje que debió salir por la puerta de atrás por no sé qué jaleo de papeles
en Panamá) no haya sido capaz en sus estancias gubernamentales de poner a
nuestro pueblo como una patena, inmaculado como el culito de un niño. Pero,
bueno, al menos su familia nos ilumina (¿me río o lloro?) por las noches.
Voy a seguir siendo pesado mientras el cuerpo aguante. Y
mucho más la mente, por supuesto. Porque persistes en tus ventas de humo. Que
durarán hasta que la neblina se disipe y varios miles de los que yo llamo “periodistas
de Internet” despierten del profundo letargo. Espero y deseo que la autocrítica
sea deporte preferente. Y se coloque en un platillo de la balanza la metas
alcanzadas en el ejercicio de tu gestión para confrontarlas con las promesas
electorales, que deberemos ubicar en el otro. Porque grandes proyectos, Manolo,
ninguno. Y como el piche preelectoral está viniendo gufiado, hasta la Avenida
de Canarias se nos deteriora a pasos agigantados.
¿Tú crees que cuando regresé, la cola seguía? Y me acordé
del dinosaurio de Monterroso. Y de Manuel Domínguez. Y de las farolas tipo
Mazinger Z. Y de Afrodita A, por aquello de la inclusión. Viva el vino, que lo
de las mujeres fue cosa de otro Manolo (Escobar).
Jolines, con esta marcha ya tengo méritos suficientes para
que me nombren director de algo. De Radio Realejos, por ejemplo. Oye, chiquito
guirigay con lo del cambio climático. El gallinero está revuelto.
Hasta la próxima y feliz fin de semana.
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