Ya soy uno de los que puede presumir de haber vivido más
años en democracia –todo lo imperfecta que tú quieras– que en la etapa
franquista. Y como he contemplado que la palabra cambio ha sido el recurso más
utilizado durante las campañas electorales, hoy día 27 (mañana –sábado 28– tengo
prohibido sentarme donde ahora deposito eso que te imaginas), a escasos días del
cambio de año preceptivo, he decidido dar a conocer la permuta que daré a mi
vida desde el próximo miércoles 1 de enero.
Las negociaciones han pasado por los clásicos tiras y
aflojas. Pero se han llevado a cabo de la manera más discreta y bajo la premisa
del mayor de los respetos. A un lado hemos dejado notorias discrepancias. Nos
ha guiado el sentido común y la defensa a ultranza del bienestar ciudadano,
única y verdadera preocupación de todo político que se precie.
Del amor por este pueblo que me vio nacer hace 71 años,
nadie podrá darme lecciones. Y de los avatares contemplados, y vividos, en
estas décadas de existencia desde que mi madre me trajera al mundo en la Casona
de La Gorvorana, raquítico y llorón, me declaro único responsable. Sin ayudas
externas –léase prebendas políticas o similares– salí adelante y en la
actualidad de nada presumo y mucho menos me jacto. Los hitos alcanzados y los
jalones marcados en la dilatada trayectoria forman parte de un pasado del que,
eso sí, me siento orgulloso y satisfecho.
Cuando escriba mis memorias (aún queda tela por cortar) daré a conocer un currículum que la mayoría desconoce. Este maestro de escuela jubilado también ha sido capaz de poner en práctica otras facetas que pudieron restarle tiempo pero que cumplieron con el objetivo de que sarna con gusto no pica. Hace unas semanas, en el transcurso de la segunda comida anual de la gente de la promoción de Magisterio, contábamos experiencias madrileñas en competiciones nacionales que supusieron puestos de relevancia que ahora serían merecedoras de metopas y diplomas. Y que, quizás, modestias mal entendidas relegaron al más profundo de los olvidos.
Cuando escriba mis memorias (aún queda tela por cortar) daré a conocer un currículum que la mayoría desconoce. Este maestro de escuela jubilado también ha sido capaz de poner en práctica otras facetas que pudieron restarle tiempo pero que cumplieron con el objetivo de que sarna con gusto no pica. Hace unas semanas, en el transcurso de la segunda comida anual de la gente de la promoción de Magisterio, contábamos experiencias madrileñas en competiciones nacionales que supusieron puestos de relevancia que ahora serían merecedoras de metopas y diplomas. Y que, quizás, modestias mal entendidas relegaron al más profundo de los olvidos.
Dejo atrás una etapa de militancia socialista y ficho por el
Partido Popular. Porque, tras largas noches de insomnio y días de profunda
meditación, entiendo que solo el color azul de nuestra mar océana y del
maravilloso cielo que cubre este territorio insular que nos acoge, podrá ser
estrella y guía de un proyecto que devuelva a este país, y, por ende, al
archipiélago, a la senda del porvenir, del progreso, del avance hacia cotas donde
el desempleo, verbigracia, sea una anécdota del pasado.
Para dar ejemplo, y así lo he firmado en el acuerdo con
Manolo, el puesto de asesor que pasaré a desempeñar en 2020 no le costará un
euro a las arcas municipales. Pueden estar tranquilos los realejeros porque
Jesús seguirá percibiendo su pensión sin coste añadido alguno. Y cuento con la
promesa de que en años sucesivos se irá reduciendo el número de personal
eventual de la corporación. Se estudiará, asimismo, un nuevo organigrama del
grupo de gobierno que desembocará en una división más racional de competencias
encaminada a que al término del mandato 2019-2023 haya, como máximo, un número
de concejales liberados no superior a seis.
Ese será mi principal cometido. Amén de la asistencia al Gabinete
de Prensa y a la Empresa Pública Radio Realejos en la difusión de contenidos
informativos. Cuento, además, con el apoyo incondicional de Adolfo, llamado a
ocupar la alcaldía desde el momento en que el PP acceda al Gobierno de la
nación, donde Domínguez pasará a desempeñar, sin duda alguna, el puesto de
máxima responsabilidad en el Ministerio de Administraciones Públicas.
No crean que ha sido una decisión fácil. Pero a lo hecho,
pecho. Y agua pasada no mueve molino. Seguiré practicando (es de bien nacidos
el ser agradecidos) el más profundo bien de la amistad con los socialistas
realejeros. Porque como nunca fui partidario de elevar aspiraciones, mis
relaciones con estamentos superiores del PSOE han sido y son manifiestamente
escasas. Les deseo inmensa suerte en lo personal, puesto que en el proyecto
político no debo ni puedo ya inmiscuirme.
Soy consciente de que hoy, y sobre todo (que no sobretodo) mañana,
en los mentideros municipales se dará buena cuenta del contenido de este post.
Que será, por razones obvias ya expuestas, uno de los últimos que se alonguen
Desde La Corona.
Afrontemos con ilusión esta nueva etapa (sin barba) y agradezcamos a
Manuel Domínguez todas las facilidades habidas en estas semanas de ardua y
silenciosa tarea. Procuraremos no defraudar. Que la Santa Inocencia nos proteja. Alea iacta est.
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