miércoles, 4 de diciembre de 2019

Constipado del Tete

Puede que sea masoquismo, falta de ignorancia o vaya usted a saber. Pero debo reconocer que he pecado gravemente. Me he sentado en el sillón del salón de mi casa, delante del televisor, para ver la retransmisión de dos partidos de fútbol en la presente temporada. Del representativo tinerfeño, para ser más exactos. En ambos aguanté hasta que un jugador llamado Alberto pierde el esférico –debe creerse Messi, Ronaldo o Isco– y el contraataque del equipo rival acaba en gol. El entrenador deberá estar esperando a que vuelva a meter la pata para sentarlo en la grada o remitirlo en paquete (sin dobles) postal al domicilio que estime a bien indicar el susodicho. Porque si de mí hubiese dependido, ya habría cogido unas cincuenta huertas de papas él solito.

Este juntador de letras, que corrió algunos años por aquellos campos de tierra (y piedras) como simple aficionado, sabe tanto de fútbol como de oficiar misas en Semana Santa, es decir, rien de rien. Por ello me cansan sobremanera los modernos enfoques del deporte (cada vez tengo más dudas) que sigue moviendo masas. Y el mando se queja amargamente cada vez que zapeo por los canales deportivos que Movistar me brinda. Porque no aguanto. Y a estas alturas de la vida uno no tiene la necesidad de que la tensión arterial vaya más arriba de los estándares previstos.

Oigo a quienes cargan culpas contra el todopoderoso Concepción. El accionista mayor del reino. Que cuando se bajó de sus aviones, por mor de trapisondas con Hacienda, aterrizó felizmente en el Heliodoro, cual rey mago al uso cada 5 de enero, y vive placenteramente de subvenciones gubernamentales, derechos televisivos y otros ingresos que le permiten ir escapando.

También a los que cuestionan al director deportivo y, de paso, al entrenador de turno. Luego se hallan los que entienden que las plantillas confeccionadas para esta categoría no alcanzan el nivel adecuado para completar una temporada digna.

De todo habrá, pienso yo. Pero como de esta vaca lechera ordeñan demasiados, nos tropezamos con momentos en que el animal se resiente. Y pasa ahora mismo por una situación complicada. Las comparaciones con otras épocas de vacas flacas salen a relucir y los negros nubarrones del descenso se vislumbran en el horizonte próximo.

A buen seguro que cuando leas estas líneas ya se contará con nuevo guía. La interinidad de este chico de La Vera venía con fecha de caducidad. Se ha jugado a varias barajas durante un par de semanas y puede que el fichaje sea de postín. Como siempre. Ya comprobarás la alegría del presidente durante la presentación y esa sonrisa de oreja a oreja motiva al más pintado.

Yo solo sé una cosa que ya adelanté hace unos días en otro comentario en este blog. Leo, observo y reflexiono. Y escucho las maravillas que se cuentan de todos los futbolistas exiliados. Y me percato de que la inmensa mayoría de foráneos que arriban a esta isla picuda para defender los colores del Tenerife, está más interesada en pasarse una o dos temporadas bien calentitos, disfrutar de carnavales y otros entretenimientos varios y adiós muy buenas. Porque luego sigues su trayectoria en otros clubes peninsulares y en nada se concuerda con el rendimiento habido aquí.

Debe ser bastante difícil confeccionar una plantilla con autóctonos, más canarios que el gofio de millo. Y lo será porque quien maneja la llave para conformar el equipo tampoco ha mamado isla desde chiquito, sino que es otro forastero que solo nos enchufa a los amiguetes de turno, por aquello del hoy por ti y mañana por mí.

A estas alturas de la competición se pondrá un nuevo remiendo para intentar escapar de la quema. Y se volverá a caer en idéntico error cuando se tracen las líneas directrices para el ejercicio siguiente. Cuando el fútbol es un negocio, los éxitos deportivos que manejan los dirigentes no coinciden, necesariamente, con la aspiración del todo aficionado y que no es otra que ascender de categoría. Están en juego otras prebendas que es menester sopesar. Y en ello sí está Concepción. Quien ya debería ir despidiendo a los ojeadores para las cadenas de filiales, porque para estos viajes no son necesarias tantas alforjas.

Si en otros artículos me quejo de la falta de planificación en el grupo de gobierno del ayuntamiento realejero, en el caso de hoy… cállate, tolete, que ya chocheas.

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