Hoy me apetece dividir el presente en dos partes claramente
diferenciadas. La primera, distendida. Porque ya se encarga la vida de darte
palos. Y, no lo olvidemos, porque en este blog se vierten artículos de opinión,
no sujetos a formatos estereotipados, y su responsable, un servidor, tiene,
como en cualquier otra faceta, momentos lúcidos y otros no tanto; amén de no
querer sujetarme a reglas estrictas. La segunda, seria, de enjundia, que será
leída de manera distendida, reflexiva, tras la sonrisa ─eso espero─ que
esbozaste con dos paradigmas de cómo eternizar la política.
La fotografía que
ilustra este post nos muestra al incombustible Antonio Castro, palmero él,
dando prisas en Teobaldo Power porque dejó al fuego unos ñames de Los Sauces.
Representa nuestro hombre el prototipo de político profesional, ese ser dotado de
unas características especiales que le hacen valer para todo lo que le echen. Y,
tras un periplo más dilatado que la navegación del Juan Sebastián de Elcano,
ahí sigue con su pachorra, cobrando bien, trabajando poco y pensando ya en las
próximas. ¿Que si repite? Ni lo pongas en duda. Lo tiene más seguro él que
Enrique en mi pueblo.
“La Gomera puede
ser 100% renovable en 2030”. Eso sostienen unos investigadores; extranjeros,
claro. Y como deben desconocer el modus operandi que se estila por aquellos
lares, me atrevo a sugerirles con toda humildad que incluyan en el paquete al
mismísimo Casimiro. De lo contrario, no le auguro mucho éxito a la propuesta,
que podría tener menos recorrido que las piscinas de Vallehermoso, entre tantos
y tantos ejemplos a citar.
Y vamos ahora con
lo serio:
No pasa el gremio por sus mejores momentos. Está la
profesión de capa caída. La crisis ha causado profunda mella mucho más allá del
bolsillo. Y los medios se deben demasiado. Se les ve el plumero. Se ha
sucumbido ante los denominados poderes fácticos. Poderoso caballero es don
dinero. Unos billetes sobre, o bajo, la mesa marcan pautas y dictan procederes.
Y el avance incontenible de las redes sociales ha provocado demasiada liviandad
a la hora de seleccionar contenidos. Los apegos son tan evidentes que los
preceptos constitucionales hacen aguas por doquier.
Leí hace unos días unas interesantes reflexiones que ponía
sobre el tapete el cordobés Gervasio Sánchez, uno de los reporteros gráficos
más prestigiosos del momento. Rescato unos fragmentos de sus respuestas en la
entrevista de marras:
“Los medios de comunicación, en su inmensa mayoría, han
renunciado a algo que es básico para la sociedad: el buen periodismo”. A perdonar,
pues, la copia del titular. “Con esta carencia, la sociedad está condenada a la
manipulación y al fracaso”. Continúa con unas reflexiones acerca de cómo los
medios de comunicación son capaces de olvidar las tragedias en el continente
africano, o de cómo damos por finiquitado un conflicto bélico cuando se firma
un papel, mientras las consecuencias perduran pero son silenciadas por mor de
nuevos intereses supuestamente informativos. “Al final se ha renunciado al
periodismo de investigación, implementándose una serie de relaciones impúdicas con
los poderes fácticos. A día de hoy, la mayoría de los medios se arruga ante las
presiones, lo que provoca que solo cubras lo que rodea al poder”.
Todos los medios, audiovisuales o impresos, las están
pasando canutas porque la tarta de la publicidad no da para tanto comensal. Las
instituciones públicas disponen de sus correspondientes gabinetes de prensa. Y
ya se pueden imaginar qué contenidos inundarán a diario las pertinentes redacciones.
Cuyas plantillas se reducen al mínimo –y vete a saber si cobran los que aún
quedan en nómina–, con lo que salir a la calle, patear y rastrear los posibles
focos de atención se ha convertido en imposible. Y si lo hacen, van
directamente a la dirección que el jefe ha señalado. Las ruedas de prensa se
han convertido en el clásico dictado de la escuela de antaño. En muchas, ni
preguntas. Y si me vas a rebatir el planteamiento porque la televisión autonómica,
por ejemplo, dispone de personal en todas las islas, te derivo a que visiones todos
los informativos del día que tú elijas. Y anótame en un papel la cantidad de
boberías e idioteces que conforman el sumario. En conclusión: pobreza absoluta.
¿Qué nos queda? Honrosas excepciones en alguna tele local y
aquellos que no le debemos nada a nadie y perdemos tiempo escribiendo boberías
en un blog, verbigracia. Menos mal que ya tengo apalabrada la jefatura de
prensa (a dedo, faltaría más) en el Cabildo de La Gomera. Buen sueldo, coche
oficial, alojamiento y manutención y curso de silbo gratuito. Incluye,
asimismo, formar parte de las expediciones a todas las ferias. No llores, haber
hecho un máster como yo.
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