jueves, 17 de mayo de 2018

Otro 75%

Fue en junio del pasado año cuando tuve la oportunidad de garabatear unas líneas acerca del primer lance de los descuentos para que los residentes canarios viajáramos entre islas. Y en las últimas horas nos han machacado con la buena nueva de que se extiende la medida para cada vez que nos vayamos al resto del territorio patrio. Los del Imserso flipamos. En la próxima temporada, en lógica consecuencia, viviremos a cuerpo de rey durante un mínimo de ocho días por unos cien euros. Hagan cuentas todos aquellos que han realizado algún garbeo peninsular (o balear) y comprobarán que no voy, en absoluto, descarriado. Bájate del burro, iluso.
A Román Rodríguez y a Pedro Quevedo se les vio el día 15 (martes) bailando en la Pradera de San Isidro madrileña cual dos castizos, bien chulos, pero, sobre todo, nacionalistas con profundas raíces socialistas, y se marcaban el Pichi (eso, el chulo que castiga) que daba gusto contemplarlos. No era para menos. Se olvidaron del probable drama canario en las próximas elecciones, donde el posible ascenso de Ciudadanos podría hacerles peligrar más de un escaño dada su escasa representación en algunas islas, y nos vendieron, urbi et orbi, que ya no tendríamos que cantar más coplas lastimeras; máxime en estas próximas jornadas en los que los actos con motivo del Día de Canarias proliferarán malagueñas y folías como las cuchipandas al uso en cualquier periodo electoral.
Los socialistas salieron asimismo a recordar que unas semanas atrás ya se había pronunciado el Senado al respecto. Y olvidaron que este segunda Cámara pinta menos que un pulpo sin rejos. Pero no se quedó atrás el palmero, aunque nacido en Bilbao, Asier Antona (lo vi de cuerpo presente en Santa Cruz de La Palma hace unos días y me pareció más pequeño aún que cuando lo vislumbro en la tele; lo que me hizo recordar aquel dicho de estos peñascos: hombre chiquito, hombre currito), quien lleva unas horas desatado con declaraciones muy a diestro en las que nos vende las bondades de los PGE. Tanto que, pónganle el cuño, antes de mayo de 2019, quedarán resueltos los pequeños flecos que en Canarias quedaban sueltos. Nimiedades, en suma.
Ya manifesté ayer en una décima que siguen latentes mis dudas. Y entiendo que esta medida, para salvar el escollo de la mayoría parlamentaria en el momento de someter a votación los Presupuestos, no es la que estas islas necesitan para equipararnos a los habitantes de allende los mares. Ya Padylla nos traslada en su viñeta quienes van a ser los auténticamente beneficiados. Y ya nos sorprendió una compañía aérea con lo de tener en cuenta el incremento del precio del barril de petróleo. Y como el descuento se aplicará, injustamente, a todo tipo de tarifas, nos encontraremos con paradojas evidentes, puesto que no importa si el billete es de primera clase o turista. Díganme ustedes si es lógico apoquinar de nuestros impuestos el notorio montante económico que supone el 75% de un billete de esas características a la empresa de turno para que el pudiente pueda permitirse el lujo de ir en business.
Me temo que el dinero –que es tuyo y mío, no lo olvidemos, y que deberá salir de la misma caja común, con los consiguientes sablazos a otras necesidades, a buen seguro más perentorias– siga operando en los círculos de los de siempre. Como ya hemos descontado a los políticos, que viajan gratis (mejor, se lo pagamos nosotros), añadan directivos y empleados cualificados de medianas y grandes empresas, y dejen un pequeño resto para aquellos que aún pueden permitirse un paseo ocioso al año.
Mientras, el lobo del turismo asoma, aún tímidamente, su patita, con estancamientos en el número de visitantes al irse recuperando destinos competitivos. Que habrá un descenso en la cantidad de peninsulares que se vengan de veraneo a Canarias, pónganle el cuño. Y, además, deberán seguir haciendo notables sacrificios las familias que tengan miembros estudiando o trabajando fuera, y hayan tenido que renunciar a la residencia isleña, si desean que al menos vuelvan a casa por Navidad.
Pero lo más triste es que sigamos manifestándonos por los equipamientos sanitarios, por los problemas de tráfico, por los elevados porcentajes de parados, por la pobreza manifiesta en los que aun disponiendo de un contrato laboral, se les explota con horarios de juzgado de guardia. ¿Verdad que la lista podría ampliarse? Por ejemplo, y qué triste, con la de aquellos que no se pueden pagar ni los medicamentos. Que viajen, carajo, que con el meneo se les baja el colesterol y se les regula la tensión. Nos quejamos de vicio.

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