lunes, 21 de mayo de 2018

Sistema de equilibrios

Después de las abundantes décimas que surgieron en los últimos días de la pasada semana, merced a la inestimable ayuda prestada por la coherencia en el discurso del señor Iglesias (del dicho al hecho, amén del plebiscito), he decidido cambiar de tercio y sumergirme en algo más prosaico. Que no es tampoco la boda de Harry (que no Potter), ni la querella presentada por IUC contra (in)determinado individuo por presunto delito de odio tipificado en el artículo 510 del Código Penal.
Como hace un tiempo que no me doy un salto a La Gomera (virtual, por supuesto), la reforma de la ley electoral sigue dando motivos para escribir diversos tratados. O sentar las bases de futuras tesis doctorales. Lo de máster no tiene por ahora buena imagen. Salgamos, pues, silbando, más que pitando.
Como nadie prestó la más mínima atención a la sugerencia de reducir el número de diputados en el parlamento canario de sesenta a cincuenta, que esbocé en un artículo de meses atrás (3 por cada isla y 29 en una lista regional), y dado que Casimiro Curbelo sigue empeñado en defender lo que él denomina sistema de equilibrios, y que consiste en que el voto de un tinerfeño tenga menos valor que un billete de tres euros, cambio de opinión y propongo ahora un nuevo sistema.
Lo que pretende Curbelo es todo lo contrario a lo que supuestamente defiende en sus encíclicas dominicales, para lo que debe tener un negro (o negra) tan especializado que corre el riesgo de volverse blanco con tanto fregado. El autodenominado profesor, en una reciente sesión plenaria en el Cabildo cuando replicó una intervención de un consejero de la oposición (se necesita tener mandanga para cuestiones tales si lleva en política desde antes de terminar los estudios universitarios), nos hace la cuenta de la vieja para reclamar igualdad, cuando, sin tapujos, se trata de un sistema de privilegios que lleva marginando no solo a las mentadas como islas mayores, sino que La Palma, Fuerteventura y Lanzarote también sufren los cambalaches de unos votos que abocan a más desequilibrios.
Lo que Casimiro busca es la manera de perpetuarse en el corte del bacalao y tener siempre cogida la sartén por el mango (por no escribir cogidos por las protuberancias a los gobiernos de turno) y disponer de dotaciones presupuestarias con las que empichar a tutiplén, subsidiar a los pocos que no trabajan directamente en las instituciones insulares e inmortalizar la isla amordazada de los versos de Pedro García Cabrera. Porque el miedo habita en cada rincón y los espías cumplen la función encomendada.
Saben mis escasísimos seguidores que no comparto la propuesta, pendiente de aprobación en el Pleno del Parlamento, de incrementar en diez el número actual de diputados. Uno más para Fuerteventura y nueve en una lista regional. Y no porque ya es hora de que una única candidatura sea la que siente las bases de una Canarias unida (siete, sí, pero sobre un mismo mar). Ya que dieron un primer paso (PSOE, PP, Podemos y NC), perdieron la magnífica oportunidad de romper con el actual sistema, insolidario a todas luces por mucho que CC y ASG nos mareen con la triple paridad, y, aun concediendo un periodo de readaptación institucional, pongamos que una legislatura, con unas candidaturas insulares para que cada una parta con un mínimo de representantes, anclar (ya que tanto les gusta el verbo) el sistema por el que se reconozca que el archipiélago es un todo y no el paripé de la suma de las voluntades de los caciquillos de turno.
Tan perverso, mentiroso y falso es Curbelo en sus planes que nos señala que los diez nuevos parlamentarios que se incrementan salen de una lista regional, obviando que uno de ellos, como antes señalé se asigna a Maxorata por el incremento poblacional. Te dejo unas líneas de su línea argumental:
Lamentó que la reforma electoral se haya diseñado con el propósito de “compensar la llegada de nuevas formaciones políticas”. Criticó, también, que pretenda aumentar diez diputados con una lista regional “para debilitar la presencia y la capacidad de decisión de las islas no capitalinas, rompiendo la solidaridad y el equilibrio de Canarias”. “Los ciudadanos no quieren más políticos, sino más política”.
Analiza bien el párrafo anterior y llegarás a la conclusión de que Casimiro Curbelo ha alcanzado la cima de su carrera: conmigo basta. Y ante el inusitado y frenético arranque de actividad, puede que para compensar los muchos de años de siestas –y saunas– en el Senado, solo me queda el consejo siguiente:
Dado tu llamamiento a todos los diputados  de las islas no capitalinas para que secunden tu enfoque (es decir, que nos pleguemos conejeros, majoreros, palmeros, tinerfeños y grancanarios a lo que un puñado de votos herreños y gomeros demanden), y para que veas que no soy nada rencoroso a pesar de mi no dependencia de tipo alguno, ahí va una proposición para que acompañes a tu voto particular al dictamen de la comisión parlamentaria:
Una cámara regional con 30 diputados (el ahorro se destinará íntegramente a la puesta en funcionamiento de las decenas de obras que tienes regadas por la Colombina muertas de risa, por no decir de asco): cuatro por cada isla (no te quejarás de la solidaridad de las que soportan una población de cincuenta Gomeras y más de un centenar de Hierros), uno por La Graciosa y el último de una lista regional (para que nos vayamos habituando). Si puedes darle tú aspecto de seriedad a tus pretensiones, que no reivindicaciones, ¿por qué debe estarme vedado el que yo también me cachondee un fisco? De nada, faltaría más. Después del verano nos vemos. No, a las Fiestas Lustrales no iré pues las aglomeraciones me pierden. Yo soy como Merkel, más de un paseo sin agobios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario