Y no es de la hipertensión ni de cualquier otra enfermedad.
Se trata de un exceso (des)informativo de carácter grave. Y como la única
medicina posible para la cura debe pasar por la desconexión, me niego. Seguiré
con la jaqueca, porque paracetamoles e ibuprofenos no surten efectos ante unos
medios cada vez más sesgados. Me da que el dinero lo puede todo. Y lo contamina
todo. Por lo que es capaz de saltarse preceptos constitucionales y dirigir eso
denominado opinión pública en la dirección que mejor convenga a sus espurios
intereses.
Si el PNV sale airoso de su dilema entre el 155 catalán o la
pasta gansa que puede llevarse para Guernica, tendremos Presupuestos Generales
del Estado (PGE) en unas semanas. Nos preguntamos los profanos, también jubilados,
en materia económica de dónde salen los cuartos que hasta hace unos meses no
existían. Aunque se elevan voces acreditadas que ya no comulgan con aquel lema
que nos enseñaron en nuestra época de estudiantes, “la energía no se crea ni se
destruye, solo se transforma”, me permito establecer la oportuna
correspondencia con la guita. El montante que ahora salió de debajo de las
piedras, traducido en enormes flejes, no surgió por generación espontánea, sino
que se detrajo de otros capítulos que verán mermadas posibilidades sanitarias,
educativas, medioambientales y el consabido etcétera.
Esta operación de búsqueda desesperada de votos no es otra
cosa que un puro y duro mercadeo. Una vergonzosa comercialización de la voluntad
ciudadana. Cuando observo los paseos de Román Rodríguez para vendernos las
bondades millonarias del voto de Quevedo, se me revuelven las tripas. Y cuando
desde Icod de los Vinos, el alcalde se congratula de la parte del pastel que le
corresponde, siento náuseas. Porque los supuestos beneficios obtenidos por unos
pocos merced a las alianzas electorales, irá, inexorablemente, en detrimento de
unos muchos. Así de simple. Así de trágico.
Se suma a la alegría nacionalista la consejera de Hacienda
del Ejecutivo canario. Demanda el voto favorable de todos los diputados nacionales
paridos a la sombra de los volcanes isleños. Como lo hizo antes Casimiro con
los autonómicos periféricos para que no permitan el error histórico de un
sistema electoral perverso. Porque Canarias es, por ahora, La Gomera curbeliana
y sus satélites. A los que uno, y sus lunas, tiene cogidos por las antenas.
Cada vez estoy más convencido: nos toman por idiotas. Esos
que falsean sus currículos y te miran por arriba del hombro desde ese mundo
aislado que se han creado a su imagen y semejanza. Los que se contemplan en el
espejo y eyaculan de satisfacción. Pobres machangos.
Como se trata de pedir, o de mendigar, y los perjudicados
que aprendan y se espabilen, ahora que los herreños reivindican su silbo,
pienso elevar una propuesta al consistorio realejero para que inicie el trámite
de concesión de honores a los reclamos de José Ravelo en el callao de Los Roques
cuando bajaba a pescar morenas. Pasaje que recordé hace unos días con una nieta
en cierta superficie comercial. Y de paso, que la comisión nombrada al efecto,
cuando vaya al lugar a comprobar in situ con los más viejos del barrio que lo
que manifiesto no es cuestión baladí, que gire visita con unos cuantos
espeleólogos a lo que los jóvenes de hace unas cuatro décadas conocimos como la
Cueva del Mármol, ubicada en el acantilado de la Romántica II, allí por donde
el Charco de las Lisas fuera lugar también emblemático hasta que el progreso
quiso convertirlo en piscina y lo dejó en un estanque lleno de mucha mierda. A
no ser que el copión me suelte que están en ello.
Por cierto, ya que bajé al barrio que me vio nacer, crecer y
multiplicarme, felicitar al amigo, exalumno y mejor periodista, Moisés Grillo
por las magníficas entrevistas que podemos leer en Diario de Avisos. La última
al ínclito Bravo de Laguna, a quien, de manera harto sutil, le recuerda cierto
pasaje londinense con motivo de su “matrimonio de conveniencia” con CC, deseándole
que esta formación política “no lo deje en el lecho marital con el pijama puesto”. La negrita es mía, que
él no se atrevió a tanto.
Y termino con unas pinceladas más de este mercadeo al que
ante aludí. Qué pena la defensa de Pablo e Irene que hacen otros dirigentes de
Podemos y que vuelven a resumirse en el y tú más, cuando uno creía en nuevas
formas y maneras. Y en esta huida hacia adelante por el afer del chalé, se
recurre a la calificación como acto de valentía el asunto de la consulta a los
inscritos para que unjan a los compradores. Qué otra alternativa les queda,
porque el no significaría el derrumbe de muchos cimientos del edificio que comenzó
siendo tienda de campaña. Me percato de que no son diferentes los fanatismos de
izquierdas. A todos ellos se les importa un pimiento las críticas a los dirigentes.
Adoctrinados, en todos lados. Espero que otra izquierda menos sectaria se dé
cuenta de que las elecciones se ganan en un amplísimo sector de la sociedad que
se rige por tesis más ecuánimes, justas y serenas.
Aunque hoy es Día de Santa Rita, como yo no soy funcionario,
aquí estoy. ¿El dolor? A medida que iba tecleando se me fue aliviando. Gracias.
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