No solo por los coletazos de la romería, que a esta hora de la
tarde remata el paseo con la movida de huesos correspondiente en la plaza del
pueblo. Y pienso que el próximo año, cuando el último domingo de mayo nos
visite, traerá consigo unos contenedores repletos de papeletas. A la par que en
las calles existirá abundante cartelería con los rostros de aquellos que aspirarán
a regir los destinos de muchas instituciones públicas. Porque no estarán
únicamente en liza los sillones de la Avenida de Canarias, sino que se pugnará
por Cabildos, Parlamentos autonómico y europeo, y, a lo peor, para tal fecha,
los leones de la Carrera de San Jerónimo puede que se hallen huérfanos. Y ya
que mencioné a los felinos de bronce, bueno sería recordar, asimismo, que en
Los Realejos siempre se corre el peligro de simultanear estas convocatorias
electorales con la feria de ganado, por lo que existe el riesgo añadido de las
posibles confusiones, máxime cuando el censo de los de dos patas no se halla
aún finalizado. Así que, y va con un año de antelación, cuidado y mucho respeto
a los animales. Todos.
Fue ayer domingo un día en el que no se habló –y escribió– demasiado
de la moción de censura. Hasta Rajoy se distrajo con su mensaje a Florentino
por la victoria del Madrid. Ya se sabe que en este país son más los días que
estamos en Babia, que los que nos dedicamos a cosas serias. Y como cada medio
de comunicación no se desvía un ápice de la línea editorial que marca el
interés económico que lo sustenta, a la par que las formaciones políticas echan
mano del manual de instrucciones como dogma de fe, escasas son las novedades en
torno a un partido (político) que ha batido muchos más récords que los
laureados merengues. Pero son marcas batidas por esos señores de los que usted
me habla, con lo que las salidas por peteneras forman parte del afer cotidiano.
Y hasta te causa gracia verlos tan serios cuando sostienen la cuadratura del
círculo, el sexo de los ángeles y la preñez de los pajaritos. Aunque no menos
esperpéntica la comodidad periodística cuando su quehacer se limita a mantener
en alto el micro o el teléfono móvil. Debe ser de mayor trascendencia cualquier
frase de Cristiano Ronaldo. Es lo que Aníbal Malvar retrataba en uno de sus
artículos: Miedo y asco de la prensa.
Como desde que abandoné la disciplina tradicional de la Agrupación
Folclórica de Higa no me he vuelto a enfundar los trajes típicos que duermen en
unos percheros del armario (¿cómo estarán las hebillas que adornaban los
elegantes zapatos de piel virada?), nada puedo contarte de los múltiples actos
de nuestras Fiestas de Mayo, aunque algo tuvimos que ver en el nacimiento de
varios allá cuando éramos mucho más jóvenes.
Así que van, para completar esta crónica con la que arrancamos
este postrer tramo del mes, unas perlas a modo de titulares y que pueden
resumir el caos que, a mi modesto entender, ha tenido a bien introducir para el
debate la moción de censura a un presidente nada creíble y cuyas declaraciones
no brindan verosimilitud alguna, amén de otras pequeñas guindas:
Moción temeraria; una moción de censura necesaria; la moción
de censura, un desafío; moción de censura: la munición catalana; moción y
conmoción; la moción llega al Congreso con dos opciones: o que prospere o que
naufrague; moción de censura instrumental (el candidato instrumental de los pibes
de Alberto); la moción está en la calle; moción de censura a ninguna parte; la
doble muerte del señor Sánchez…
Pero, además, el argumentario pepero del miedo por el que
España, como la tele canaria, puede irse a negro (o a Negrín). Y el sugerente
dobles parejas (menos mal que no trío): Teresa-Kichi y Pablo-Irene. O que
Clavijo quiere repetir, no ya como candidato sino directamente como presidente,
porque ellos (CC, y Casimiro) sostienen que la triple paridad o el caos más
absoluto. Y el gomero, también, nos deleita con otra de sus grandezas
literarias (traducidas en miserias prácticas): “Tenemos que hacerlo (alquiler
vacacional) desde la convicción de que debemos crear más riqueza para nosotros”.
Lo mismo está pensando sacar alguna rentabilidad al ático.
Y, para finalizar, una cuestión que se barrunta desde tiempo
atrás, de la que algo ya escribí y que me preocupa sobremanera: “El paraíso
canario (La Graciosa) donde acaba nuestra basura”. Con alguna playa colmatada
de plásticos. El progreso, claro. Y las corrientes marinas. Pan para hoy.
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