Quietito,
que estás más guapo. No te muevas, no digas nada y tendrás una vida placentera.
No serás diana de comentario alguno, pero serás ciudadano amorfo, es decir, sin
personalidad ni criterio. Que es, tal vez, lo que gusta a ciertos gobernantes,
pero a un servidor el mundo no lo ha hecho así. Y llevo pergeñando artículos de
opinión desde los remotos tiempos en que una vieja máquina de escribir era
artilugio de renombrada fama. A pesar de las calimas y tiempos desfavorables
(viento del este), algo ha llovido, con y sin tierra, desde aquel entonces.
Seguiremos con la décima, pero a partir de hoy con un breve preámbulo y una
foto que alegre la rima.
Por emitir opiniones
te caen chuzos de punta,
porque el dardo siempre apunta
a quien plantea cuestiones.
No lloverán bendiciones
sobre el que cuenta verdades,
pues en todas las edades
existirán objetores
que nos reclaman favores
a cambio de voluntades.
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