En algún que
otro comentario nuestro hemos hecho alusión a determinadas actitudes que, bajo
nuestra particular visión, están deteriorando los cada vez más escasos recursos
naturales que nos quedan. Sigue empeñada esta isla nuestra en no crecer. No se
da cuenta –egoísta ella– que está perjudicando enormemente al progreso y
desarrollo de nuestra civilización, que necesita espacios –muchos y amplios–
para destrozarlos, esquilmarlos.
Hicimos, hace
unos días, referencia a una auténtica romería por los montes del Valle de La
Orotava. Una triste romería con olor a gasolina y neumáticos. Y nos entristece
sobremanera el comprobar cómo en Montaña Blanca, en el Chinyero y en los
lugares más insospechados aparecen las huellas de los todoterrenos. Tal vez,
cada señal venga a demostrar la autosuficiencia de quienes manipulan tales
artilugios. Y debe ser síntoma de adelanto, de cultura, de progreso, el marcar
dominios en los más recónditos parajes. De pena nos parecen esas caravanas
motorizadas que, un día sí y el otro también, masacran montes, meten sus
narices –cual perros de presa– en arriesgadas aventuras.
Tras
funcionar varios años, ahora nos estamos dando cuenta de que el teleférico se
está cargando nuestro Teide. Y se han elaborado las posibles soluciones para
arreglar el desaguisado armado en el cono del pico más alto de España; hasta
pensaron en vallarlo. ¿Y por qué no cortarlo y trasladarlo a otro lugar más
seguro donde no haya teleférico? Mejor solución: ¡Fuera teleférico! El que
quiera subir que lo haga caminando, que a lo largo del año hay épocas para
todos los gustos. Y novelerías, las justas.
Por si la
avalancha fuera poco, hemos leído, con sorpresa e indignación, sobre una
travesía por los bellos paisajes que encierra el interior de la isla, a través
de los más recónditos lugares de Tenerife en la que se puso a prueba la
habilidad de los conductores y la aptitud de los vehículos para superar
situaciones al límite de lo posible. ¡Hasta se llegó a la cima de Montaña
Guajara para divisar la extraordinaria y paradisíaca vista de las Cañadas! Increíble.
La próxima hazaña podría ser la presentación del mejor todoterreno del mundo en
la cima del Teide, para celebrarlo por todo lo alto.
Mientras, ¿no
tiene nada que decir la Dirección General de Medio Ambiente del Gobierno de
Canarias? ¿Por qué en lugar del programa Juventud y Medio Ambiente no propusieron
un motocross que le encanta a los chicos?
Hasta cierto
reparo nos da ir a caminar esos domingos de Dios por nuestros montes, ya que,
al no haber semáforos, nos puede atropellar un desaprensivo que no respete un
ceda el paso. Si de lo que se trata es el demostrar habilidades en semejantes
monturas, ¿por qué no concursan para ver quién conduce más y mejor con las
ruedas en el techo del carruaje?
Cuando el
consejero de Política Territorial y el director general de Medio Ambiente leen
esas noticias –que a nosotros nos entristecen–, ¿no sienten deseos de hacer
algo? ¿No reciben ustedes información, fotografías sobre las consecuencias de
las invasiones? O nos duele la Naturaleza a todos –en especial a nuestros dirigentes–,
o empecemos a dolernos, a llorar públicamente nuestras incongruencias.
Después de la
agotadoras jornadas por pedregales terrenos deslizantes, polvorientas pistas de
sinuoso trazado... llegaron los comentarios y anécdotas de las mismas. A buen
seguro, allí nadie se acordará de que, tal vez, a la vera de los caminos, han
quedado jaras, brezos, corazoncillos, y un largo etcétera, cuando menos, asfixiados
de progreso.
No contentos
con la destrucción en las zonas costeras, seguimos empeñados en ir escalando
peldaños poco a poco. No contentos con los desperdicios de aquí abajo,
pretendemos llevarlos a lo alto; para que queden más elegantes. Al final
exclamaremos todos muy contentos: ¡Viva el plástico! ¡Vivan las latas! En
suma, ¡Viva la mierda!
Es en estos momentos
de rabia, de impotencia, en los momentos en los que comprobamos cómo el que
puede no quiere, cómo el que debe no lo hace, cuando nos viene al recuerdo las
palabras del doctor en Ciencias Biológicas, don Juan José Bacallado, que prologaban
el libro “En las manos del Volcán”, de Zenón/Garcíarramos, y que, con todo
respeto y admiración, nos atrevemos a reproducir.
Nada me satisface más que encontrar en mis Islas, en nuestras
Islas, almas gemelas que como la mía sientan y se duelan por su Naturaleza maltratada...
Me atrevo a dar un grito de alarma sobre unas islas que se
desertizan a pasos agigantados, que se nos escapan de las manos, que agonizan
en la tierra y en el mar.
Mientras, la
vida sigue su curso inexorable. El progreso sigue ingiriendo en sus negras
fauces lo poco bello que nos queda. Luego, pasados los años, cuando ya casi
nada pueda ser posible, alguna mente lúcida exclamará:
¡Qué va!
¡Esto no puede seguir así! ¡Habrá que buscarle remedio!
Comenzarán
concursos, ideas, proyectos para salvar una Naturaleza moribunda. Y llegarán a
la triste conclusión de que el remedio no nos podrá resucitar al muerto.
Los lamentos,
las lágrimas, como triste consuelo, nos recordarán los versos de Fernando
Garcíarramos, que pondrán colofón a este muerte anunciada de nuestras tierras,
hoy en decadencia:
En las alturas, lentamente, la nieve se deshace: es el llanto fecundo del volcán. Algún día un
nuevo edén será el fruto de sus lágrimas.
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Cuando uno
utilizaba el lema ‘Desde La Corona’ en el periódico El Día, como una ocupación
más en la amplia lista de quehaceres que la vida de activo te brindaba,
redactaba ‘boberías’ como las que hoy reproduzco y que vieron la luz el 18 de
junio de 1988. Yo no sé si 30 años después hemos mejorado. Siento no ser
demasiado optimista ahora que lo he retomado (el lema) para que dé título a
este blog.
Disfruten del
fin de semana y si se aburren es porque quieren. Vengan por el pueblo que
seguimos en fiestas. Hay actos para todos los gustos. Pero la basura…
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