martes, 16 de mayo de 2017

Caminemos

Ayer, tras el baño mañanero en la piscina municipal (casi vacía a primeras horas porque la gente debió iniciar la romería chica bien temprano), llevé el coche al taller de La Azadilla para que le cambiaran el aceite. Como debía esperar a que trajeran el filtro, me eché a caminar un rato. Desde la zona de la estación de servicios hasta La Madrejuana hay que ir haciendo verdaderos equilibrios. La vegetación ha invadido el espacio porque el que, teóricamente, los peatones deberíamos transitar y yo, aún, y como ustedes perfectamente conocen, con la pata a medio remendar. Ya no se ve ni la “traza”, cantinela que repetía en cada conversa una señora que vivía en la bajada desde El Castillo a La Longuera.
Y alcancé el sendero que discurre por el costado que da al Valle de la TF-342. Del que ya me he ocupado en más de una ocasión. Y por el que pasea un considerable número de personas. Lo médicos aconsejan ejercicios de tal porte. Amén de que las vistas reconfortan. Aunque alguna pendiente te pone a prueba.
Debo reconocer que tiempo atrás observé que unos operarios procedían a la reparación  de aquellos tramos ganados en el vacío mediante el añadido de otra pieza metálica que sujetara las deterioradas ya existentes desde cuando se inauguró. Pero sigue habiendo chapas levantadas. Menos mal que el sonido de las pisadas lo delata con facilidad y te hace ir mirando al suelo por si acaso. Es mi particular calvario después de la caída en Las Abiertas. El serio temor a irme de narices me hace ser precavido en grado sumo.
Además, ciertos pasajes han sido colonizados por hierbas de diversa índole. No es rabo de gato, pero molestan y restan centímetros bastantes a la zona habilitada para el pateo. Procede, entiendo, que se elimine antes de que la ocupación se incremente. Y desde ya intuyo que la respuesta municipal va a ser la de desviar el mensaje hacia el Cabildo. Como el ejemplo antes citado de la carretera de El Castillo. Como si la máxima autoridad realejera no ocupara, asimismo, un sillón, en la corporación insular. Desde el que, ahora que recuerdo, votó a favor de una moción que condenaba los procederes de cierta televisión local ilegal, para más señas─, y en la que sigue inyectando dinero público  en publicidad, según reconoció en reciente entrevista. Cuánta falsedad. Aparte de otros puestos orgánicos que lo mantienen entretenido.
Si me permiten un impasse (compás de espera), aconsejo a los villeros que se han preocupado por el nuevo cargo de Francisco Linares y cuestionan tiempos de dedicación, sueldos y otros asuntillos de menor cuantía, que pregunten en este costado del poniente del Valle porque estamos en condiciones de dar lecciones de desdobles y pluriempleos.
Llegué a El Lance. Y vislumbré a una joven que se hacía el selfie de rigor con los atributos del señor que se reproduce en la foto; los objetos más manoseados de este Norte. Pero yo miré a otro lado. No tanto por vergüenza como por incredulidad. El recelo o duda que me suscita la instalación, cerrada a cal y canto, de lo que fue un restaurante con unas preciosas vistas de toda esta zona de la isla. Algo, o mucho, debe estar fallando en este tipo de recintos. Porque no es el único, desgraciadamente, que no despega. Y valga el verbo especialmente para este establecimiento que nos concita con el vuelo de los parapentes por los alrededores de la Ladera de Tigaiga. Entiendo que es una verdadera lástima que esta otra forma de ocio no funcione. Atractivos suficientes existen.
Seguí hasta el final. Allí donde el cuartel de El Dornajo da paso al del Lomo Márquez. En la zona que existió el Cine Rialto décadas atrás. Y me di la vuelta, que ya el Sol comenzaba a ponerse currito. Se suceden los patios con flores abundantes, de colorido espectacular. Y otro ruego a la municipalidad: ¿Por qué no un ‘chiringuito’ en condiciones para los que juegan al dominó enfrente de la antigua escuela? Y no aquel chamizo de mala muerte que reúne a los lugareños en distendidas partidas todas las tardes. Se me ocurre, ya que existe tanto remanente en los presupuestos.
Abajo, la playa de El Socorro y El Guindaste. Arriba, La Corona. No sopla en demasía el alisio hoy, pero en las zonas de sombra hace fresco. Lo que se agradece. Unos turistas se alongan en el Mirador. Tigaiga aguanta impertérrita disparos de todo tipo de artilugios. Inmortalizada ha debido recorrer miles de vericuetos del globo terráqueo.
Maravillas, en fin, no suficientemente puestas en valor. Puede que no existan los recursos humanos adecuados y sea conveniente liberar a dos o tres concejales para diversificar la oferta. Porque la economía, de eso se presume, va bien. Viento en popa, escucho.
Sigo. Llego. Pago y me llevo el coche. Debo volver la próxima semana. La bomba del agua hace ‘eso’. Lo mismo en ocho días me han leído. Y surge, como mínimo, alguna pregunta en el pleno.
¿Qué debate? Es un tema interno. ¿Quién ganó? El domingo te lo cuento. También en fútbol.

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