Cansadito estoy de los lamentos desde que los yanquis
eligieron como presidente a cierto magnate apellidado Trump. Muchos de ellos
provenientes de los que en su día depositaron en la urna una papeleta con el
logo de una gaviota y que puso a un tal Rajoy en La Moncloa por segunda vez.
Después de habernos engañado, cuando no recortado, por arriba, por abajo, por
la izquierda y por su derecha. Ni noto diferencia alguna ni me extraña que los
estadounidenses hayan ubicado en la Casa Blanca a uno de sus ejemplares más
típicos. No le demos más vueltas porque sería necesaria una transformación
total y ponernos en el pellejo del vaquero farruco, bravucón e insolente.
Seguiremos sin comprenderlo mientras persistamos en nuestro planteamientos
europeos. Ellos son ellos, sin circunstancias pero con pistolas. Aliémonos con
los chinos y apretémosles las clavijas. Que no solo de hamburguesas se puede
vivir.
Pero vayamos a lo que hoy nos concitaba: Clavijo, Curbelo y
la tele canaria. Ahí los tienen, en la foto, en plan bomberos. El uno, con la
mochila, como Dora. El otro, como director, que experiencia le sobra. Y de
incendios, con muchas hectáreas a sus espaldas.
El primero se me parece cada vez más con Rivero. Debe ser
que el cargo se les sube a la cabeza. Los vuelve curritos. No tanto como el
americano, pero están en ello. Fernando habría superado el trámite
parlamentario de la pasada semana aunque no se hubiese levantado del sillón.
Son tan previsibles los discursos que bien podrían ahorrarse unos bastantes
euros. Y este humilde opinador, doctor en nada e ignorante de todo, cuestiona
el papel de los portavoces, incluyan al presidente, salvo el del incombustible
Casimiro.
El gomero que leyó la novela Iballa cuando estudiaba Filosofía
y Letras en la Universidad de La Laguna y díjose que debía reencarnarse en el mismísimo
Amalahuige. Pero con el ánimo de no cometer errores del pasado: no confiaría en
extranjeros (entendiendo por tal todo aquel individuo que no habitara las
tierras de Junonia), no dividiría sus predios y reclamaría cuantos fondos
entendiera necesarios para mantener entretenidos a sus súbditos. Y en el empeño
continúa. Porque el Conde no es satélite, ni siquiera planeta, es toda una
estrella, el centro del universo. Él jamás dio una clase ni tuvo trabajo
alguno, pero trata a los demás como párvulos que brincan alegremente en
jardines de infancia. Una trayectoria, que va para cuatro décadas, avala el
importante incremento… patrimonial.
Hace apenas unos meses se percató de que había construido un
hospital en La Villa. Y le ocurrió lo que a otros dirigentes con el de Icod de
los Vinos. ¿Por dónde llegamos, cómo acudirán los enfermos, y personal
sanitario? Y no tenemos helicóptero con base permanente. Aunque le estamos
echando el ojo al que se halla en La Guancha. Aprovechémonos de la debilidad
clavijera, disfrutemos de una ley electoral que con un puñado de votos nos hace
imprescindibles y pidamos 19 millones de euros para un tramo entre la vía de
ronda y el centro médico. Apenas un kilómetro por el barranco, pero presumiremos
de tener el trecho más caro del mundo. Porque lo merecemos. Y considérense,
resto de canarios, afortunados por no habérsele ocurrido edificarlo en
Enchereda, se le escuchó decir en el Benchijigua echándose el cuarto medio
güisqui. Ya puestos, añado yo, con otros diez millones llegamos a El Molinito,
que lo llevan ‘jodido’ desde… ni me acuerdo.
Cuando se está en pleno debate del asunto de las cláusulas
suelo, cuando nos invitan al ahorro y la moderación porque llegó la primavera
con sus brotes (si aún no me han comunicado los euros que voy a cobrar de más
este año), uno contempla que no son capaces de establecer un verdadero orden de
prioridades y que hay mucho gasto perfectamente descartable. Además, parece que
seguimos en épocas de vacas gordas, cuando llevar a cabo una obra (mastodóntica
también), y pasado el tiempo percatarse de que no servía para nada, no implica
dimisión alguna ni mucho menos responsabilidad económica. ¿Quién revierte al
bolsillo ciudadano el importe del mamotreto de Las Teresitas, la embotelladora
de Taguluche o el turbio manejo de Tindaya, donde los millones se volatizaron?
Nadie. Pelillos a la mar. Y sus bolsillos con doble fondo para resistir el peso
o pagar en efectivo entrada a saunas o establecimientos de dudoso proceder.
Y cada vez que se anuncia un nuevo programa en la tele
autonómica, vaya fraude, vaya desfalco. Son auténticos atracos a mano armada.
Los dirigentes de la cosa necesitan mucho más que un foco. Que les salió
fundido desde el pitido inicial. Venga autobombo para estos resultados. Es que
con tanto magacín, nos han tomado por idiotas. Si esta es la prueba de lo que
somos capaces en Canarias, péguense un tiro de gofio en polvo y cómprense una buena linterna. Los mismos
patrones (esquemas) de siempre. Entrevistas a los mismos por parte de los
mismos. Y cuando se dan cuenta de que no siempre se puede estar llevando al
político de turno, que es adulado hasta decir basta por el periodista de turno,
se inventan una novelería, con una pléyade de cronistas jóvenes pero adictos al
régimen ‘atinómico’, quienes se lanzan en ‘coalición’ a despertar morbos con
sutiles operaciones de chapa y pintura. Cuando no damos las buenas tardes a
este territorio atlántico con dieciocho mil copias, y pegas, (llámalo refrito,
si prefieres) que rayan el ridículo más bochornoso, cuando no casposo. Que se
publicitó, asimismo, como el retorno, el desembarco, la rentrée del añorado… Pincha en este enlace y sonríe, qué menos: http://www.elbaifoilustrado.com/el-tribunal-penal-de-la-haya-dicta-orden-de-busca-y-captura-contra-roberto-kamphoff/.
Leí hace unos días un artículo al respecto. Y la autora del
mismo defendía que lo único válido de la tele canaria eran los informativos.
Difiero totalmente. Te invito (bueno, lo reitero) a que veas los tres que
emiten diariamente. Se escapa el buen hacer de los presentadores. Los
contenidos son los mismos en todas las ocasiones. Esa redacción de informativos
vale menos que un cortado. Es lamentable la selección de lo noticiable. Priman
sucesos y accidentes. Matan la misma cabra en un barranco cualquiera unas
cincuenta veces. Y el animal, por extraño sortilegio, resucita. Y vuelve a caer
en las redes de los intrépidos redactores. Acaba como una cabra, la pobre.
El mejor servicio que nos pueden prestar es que la cierren
para siempre jamás. Están poniendo el nivel cultural de las islas al nivel del
talón (o tacón) de cualquier zapato. Si malo era Willy, peor nos salió Negrín.
Priman intereses empresariales ante lo verdaderamente importante, que debería
ser la función periodística de un ente público. Así está el gremio. Y las
asociaciones profesionales, tirándose de los pelos.
Si vuelvo a escuchar que no hay dinero, lo mismo me pierdo y
nombro… Hasta mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario