Otro dilema este pasado fin de semana. Lo que me conduce, inevitablemente,
a que el domingo en la tarde me plantee escribir de uno de los asuntos que
conformaron la realidad informativa o echar mano al socorrido recurso de
intentar la enésima ensalada. O mixtura. O macedonia. Y como no estoy sujeto a
dictados ni normas, me veo en la obligación de no privar a mis estimados
seguidores de la posibilidad de intercambiar opiniones de varios temas. Porque,
como hablaba este último sábado en la Plaza de Viera y Clavijo con el amigo
Damián, si diversificamos la casuística siempre habrá al menos un argumento que
podrá ser de interés. Antes de que te inviten (o conminen, en ocasiones) a que
escribas de tal o cual testimonio. O que los plasmes en una fotografía, como es
su caso.
Queda una semana de ‘campaña’ para la elección del mandamás
socialista. Jefe o jefa, según proceda. Y menos mal, que si no. Entre sondeos
de Sigma Dos y andanadas de armas tomar, los fuegos realejeros son apenas voladores
gufiones (dícese de los que no
explotan, pero huelen…). Iba a ser un proceso interno. Modélico. Menos mal, que
si le llegan a dar publicidad. Para qué enemigos si los tenemos en casa. Mal
endémico per sécula.
¿Saben quién es el concejal de Turismo de Las Palmas? Ni
pintado le viene el cargo al señor Quevedo. A su apretadísima agenda le ha
añadido ahora ser presidente de una de las tantas comisiones que se crean en el
Congreso (porque es también diputado, y disputado) para ganar unos euros de más
y cuyas conclusiones están redactadas desde antes de comenzar las reuniones.
Que se alargan cuanto sea menester porque hay que aparentar sangre, sudor y
lágrimas. Y que está dispuesto a venderse –tal y como lo lees– por unos 450
millones. Con los que, añadidos a los otros muchos de Oramas, los canarios
bailaremos una isa con más salero que esos negritos del vídeo que navega por Internet.
Y ya que me fui al
espacio virtual, hoy habrá que proceder con mucha cautela porque puede recrudecerse
el ciberataque que afectó a un centenar de países. Ya no estamos tranquilos ni
delante del ordenador en casa. No solo te espían sino que te roban la cartera
con todos tus datos. Menos mal que poco tengo que ocultar, pues si fuera
Amancio Ortega estaría muy preocupado. Como sigo siendo cliente de Telefónica,
de toda la vida, no sé si me habrá afectado la fibra esta intromisión ilegítima
en mis bytes o megas. Hasta ahora no he notado nada. Y eso que me coincidió con
el control periódico de la tensión arterial. Espero que el Diován y el Artedil sigan
cumpliendo con su misión.
Mientras en el pueblo elegíamos la Romera Mayor, en un
lejano país hacíamos el ridículo una vez más. ¿Cuántas van? Hemos perdido la
cuenta. Cómo estamos despilfarrando unas cantidades importantes en enviar unas
embajadas musicales a Eurovisión. O gallineros, puesto que las desafinaciones
son moneda de cambio corriente. Vaya espectáculo grotesco. Menos mal que Portugal
nos echó una mano y amó por los dos (Amar
pelos dois). Nos compensa que el
CEIP Valsequillo ganó Schoolvision,
lo que demuestra el talento isleño. Cojan recortes y manden a los Jóvenes
Cantadores.
“Me ofrezco a mis compañeros para asumir el liderazgo del
PSOE canario”. ¿Yo? Qué va. Carezco de mimbres y de preparación. Y puede que de
tiempo. La propuesta (entrevista en Diario de Avisos) es de uno que ya fue
secretario general y que lo abandonó por un puesto bien remunerado en el
Parlamento europeo sin que muchísimos de
los que depositaron su confianza en él sepan aún las razones de su deserción.
Es uno de los teóricos más ilustres que ha parido estas tierras. Lúcido y con
una inestimable capacidad dialéctica. Pero con unos aterrizajes funestos. Y
como la virtud se encuentra en el punto intermedio de ambas posturas (hipótesis
y puestas en escena), surge la duda en este opinador barato de si es el recambio
adecuado para la máquina gestionada interinamente como casi todo el aparato en
la geografía patria. Ya se sabe que una cosa es predicar y otra bien diferente
la de dar grano. Y piquito de oro le sobra, pero no basta. Una ley electoral
que requiere consensos, sí o sí, necesita otros mimbres. Incluso posturales,
sin tanta tensión, que parece que va de cabreado por la vida. Lo que suele
equipararse, con pasmosa facilidad, en ciertos tintes de prepotencia. Que sí, Juan
Fernando López Aguilar. No se puede conducir con esa severidad. Demasiado rígido.
Máxime cuando el tráfico requiere amplias dosis de paciencia. Se te nota
siempre en un atasco.
Hoy es Día de San Isidro. El que puso el sol y se olvidó de
que la lluvia es muy necesaria. Tendremos Romería Chica en el pueblo. Echo la
vista atrás y me percato de que mucho concebimos por los ochenta y ahí siguen
los eventos. Comparen programas. El amigo José Hernández los conserva todos.
Estamos en ello.
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