jueves, 11 de mayo de 2017

Retrato

Me sumergí ayer tarde por los vericuetos de la Internet y me entretuve largo rato –ocio del jubilado– leyendo la ingente cantidad de boberías que se plasman en las redes sociales. Los independentistas culés, por ejemplo, se volvieron todos colchoneros. No daba crédito a cuánta estupidez somos capaces de manifestar por ese concepto sublime del amor a unos colores. O, como mal menor, a otros que no sean los del adversario; qué digo, enemigo acérrimo. Haciendo bueno lo de mal de todos, consuelo de tontos. ¿Repasarán lo escrito transcurrido un tiempo, máxime si los deseos no se cumplieron? Me temo que no tienen tiempo para ejercicios de profundo calado. Suelen ser los susodichos de aguas superficiales.
Me alegré de que hayan concedido el Premio Princesa de Asturias 2017 de Comunicación y Humanidades a Les Luthiers. Porque la mejor manera que tenemos los humanos de contactar es a través de la sonrisa. Y estos argentinos nos han deleitado, y lo siguen haciendo, con situaciones gozosas cada vez que se suben a un escenario. Unos maestros, desde luego.
Me entristecí con el reconocimiento por parte de Fernando Clavijo de la ‘gestión incorrecta’ de su correligionario Zerolo. El que ha sufrido tremendo calvario durante muchos años, al decir de Melchior. Sigue sin abrir la boca al respecto el villero Linares.
Pero lo más importante es que me tropecé con una carta abierta de un concejal del PP al alcalde de un municipio canario, en la que cuestiona varios aspectos que bien podría achacar a uno de sus altos dirigentes. Y ya no adelanto nada más porque presumo de lectores inteligentes, quienes, a buen seguro, harán las oportunas correspondencias. Algo parecido acontece, igualmente, en Candelaria, donde los populares olvidan que pertenecen a una organización en la que no brillan los espejos. Rescato unas breves pinceladas de la misiva.
“Sr. Alcalde, si por algo se ha caracterizado su gestión al mando de este Ayuntamiento es porque abunda más la prepotencia que las ideas, cuestión que se ha agudizado por culpa de tener un pie en […] y el otro a saber dónde. Resulta evidente que el cargo de Presidente de […] le resta demasiado tiempo para estar en su pueblo”.
Los datos omitidos solo vienen a demostrar que en todas partes cuecen habas (guisan judías, en canario). Porque tú, atrevido husmeador, ya has ubicado otro retrato. Y con ello me apuesto un nuevo cortado. Que voy a perder.
“Creo que los […] euros anuales que cobra de las arcas municipales, lo que equivale a algo más de […] euros por vecino, merecen un respeto y consideración por su parte, siendo causa suficiente para que tengamos a un Alcalde “a tiempo completo”, y no el espectáculo circense que llevamos presenciando desde hace años”.
¿Serán conscientes de las servidumbres que deben pagarse por la pertenencia a una formación política? ¿Habrá tenido acceso a este contenido esa persona en la que ahora mismo estás pensando? No, no te rías, que te calé.
“Ya lo decía San Ignacio de Loyola: nadie trabaja mejor que cuando está haciendo una sola cosa”.
Buena sentencia para concluir el comunicado. La fotografía de otro alguien, que yo no menciono para que no me achaquen manía persecutoria, ha quedado dibujada con un montón de megapíxeles. Parece que lo estoy viendo.
De todas maneras, señor concejal popular de uno de los bellos pueblos de estas maravillosas Canarias, muchísimas gracias por darme la razón en tantos y tantos artículos en los que he vertido pareceres semejantes al suyo. Me produce  enorme satisfacción que haya sido usted capaz, a pesar de nuestras distancias ideológicas, de coincidir con mis humildes observaciones acerca de altas capacidades esgrimidas por algunos y de (des)atender la amplísima cocina con tantos calderos al fuego. Esta armonía bien merece un viaje a La Gomera. Y lo mismo me zampo un bocadillo en Playa de Santiago. Y felicidades por la bandera azul.
Se me ocurre, por último, un consejo. Antes de lanzarse a tales aventuras, hágale saber a su jefe insular qué acciones, verbales o escritas, va a poner en práctica, no sea que al mear en sentido vertical pueda cualquier ventolera llevar el contenido de la micción a la cabeza de uno de sus correligionarios.

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