Cogió su mochila don Fernando Clavijo y se fue a Cataluña.
No en un viaje privado sino como representante de todos los canarios. Porque
ese ‘cómodo’ número de diputados que su formación política (CC) posee en el
parlamento, hace posible que gobiernen aquellos que ocuparon el tercer puesto
en número de votos en esta franja que ocupa este archipiélago atlántico y aguas
territoriales aledañas. Es la ley electoral de la cuádruple paridad. Añade a lo
consabido el hecho de que Coalición Canaria sea siempre la que ordeñe, haya o
no cabra a la que estrujarle las tetas.
En Barcelona, concretamente en el Círculo Ecuestre (qué
mejor lugar para una burrada de tal porte), disertó acerca de las ventajas de invertir
en las islas. Invitó a los presentes a instalar negocios y montar chiringuitos
en las zonas habilitadas al efecto. Bien merece la pena, añadió, porque los costes laborales son muy bajos. Y
se quedó tan pancho. Puede que se haya sentido Guerra en ese instante supremo y
creyó contar otra más de las peripecias del gran Pepe Monagas.
Sí, es Canarias, al sentir de nuestro presidente, un territorio
de oportunidades. Y no se le cayó la cara de vergüenza cuando reconoce allende
nuestras fronteras que somos un país (o nacionalidad) de miseria, de sueldos
desdichados. Puede que el subconsciente le haya jugado una mala pasada cuando
estimuló a los catalanes para que se vengan a África, que la mano de obra no supone
inconveniente añadido.
Ha pasado tal cuestión, que se me antoja de una gravísima
trascendencia, casi de puntillas. El
resto de partidos políticos puede que tengan sus particulares problemillas que
resolver. Y de los sindicatos (salvo el parecer de uno que atisbé ayer en un digital),
qué contarte. Porque desde ya el señor Clavijo debería estar en casa dedicado a
cuestiones de contenido menor. O no da para más, y el cargo le viene anchísimo,
o nos toma el pelo al derecho y al revés.
Somos, pues, un territorio de posibilidades. Y los negociantes
catalanes, avispados en el comercio y trafulleros
en temas (también futbolísticos) de todo para casa, habrán quedado encantados
de las ofertas del nuevo mensajero madrileño. Sí, ata cabos y, al final, todo
se reduce a intercambios de cromos. Se barajan millones en las altas esferas
mientras el pueblo pasa hambre con salarios de infortunio. Y de tal desgracia
se congratula el embajador y lo convierte en virtud inversora.
Puede que los componentes de Abubukaka (un cuarteto de
amigos a los que les gusta hacer el idiota juntos) ya preparen la parodia para sus
próximas actuaciones. En Mueca 2017 no dio tiempo. Y como me han informado de
los comentarios vertidos por cierto (des)informador católico, apostólico y
asiduo penitente, que sigue al pie de la letra los pasajes bíblicos del amor
fraterno y poner la otra mejilla, puede que sea conveniente aderezar el remedo
con más crucifixiones. A ver si los calificativos del que debe ser colgado en
sentido inverso, surgen al compás de una nueva pieza musical (marcha
procesional): “Lamento de huevos trincados”. Para que predique con conocimiento
de causa.
Si Fernando supiera lo que vale una mochila actuaría como
Dora. Esa sí que es una exploradora. Que sabe en cada instante cómo salir de un
apuro con ayuda de un simple mapa. Sin GPS ni otras tecnologías modernas. Entre
ella y Pocoyó, cuánto conflicto se resuelve. Enviaré un mensaje a Carolina para
que amenice Teobaldo Power con unos capítulos ilustrativos. Y si debo ir de
asesor, ahí estaré. Al tercer nieto, ya uno es todo un veterano en dibujos
animados. Algunas señorías, también.
Para que nunca jamás mi tierra se vea vilipendiada con tan
grosero proceder. Mucho peor que el lance haya tenido lugar en el mes de mayo.
En ese periodo de tiempo en el que las proclamas institucionales nos brindan
canariedad por doquier. Y este personaje nos vende al mejor postor alabando la
precariedad laboral. Sin cortarse.
Me adueño de un corte de la nota de prensa de mi alcalde en
la que da cuenta de la sanción (o expediente sancionador, que es bien
diferente) a uno que dejó un coche abandonado: Residuo contaminante y peligroso.
En eso se está convirtiendo, usted, don Fernando. Especula con nuestras indigencias,
con miles de paisanos que se amontonan en las listas del paro o que perciben
cuatro perras por jornadas laborales de esclavitud. Nos ha pintado bien de negro.
Por mucho menos que eso en Europa se dimite. Pero al costado del continente
africano es muy diferente. Es, deber ser, lo que traslada el ya barón Linares
cuando manifiesta que hay que trabajar como si estuvieran en campaña electoral.
Márchese, señor Clavijo.
La foto no es actual, pero la mochila es la misma. Aunque le
queda ancha.
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