Traje de Gran Canaria esbozado en el dorso del folio que me
entregó la guía de Mundiplan con la información de la clásica reunión en la que
te venden excursiones, y a la que no suelo acudir, el artículo que hoy debería
ver la luz en este blog. En el mismo reflexionaba una vez más del circo
socialista con su proceso de primarias. Un debate que yo entiendo de puertas
adentro y que ellos, los militantes, los que con su voto decidirán quién deberá
ocupar la secretaría general del partido, continúan empeñados en convertirlo en
espectáculo de feria, aireando miserias y poniéndose a caer de un burro en
mítines que más parecen propios de cualquier campaña electoral que un debate
sosegado entre compañeros a la búsqueda de un líder. Pero cuando escucho que
uno de los candidatos se descuelga con la guinda de que seguirá en el partido
aunque no salga elegido, cogí el borrador manuscrito, lo arrugué como una pasa
y lo deposité en el recipiente que tenemos en casa para luego llevarlo al
contenedor de papel y cartón. Si lo que se busca es notoriedad, guárdenme un
par de curieles machos. Y que llegue junio ya, a ver si una historia centenaria
lo sigue siendo o le dan carpetazo.
Como llevo unos días deleitándome con las imágenes que
muestran a un Rajoy atlético, acompañado por unos peculiares guardaespaldas (mi
ordenador me señala que es sinónimo de esbirros), pensé escribir unas líneas
presupuestarias, que es tema de candente actualidad en estas islas. Porque en
el plazo de un ejercicio económico (este de 2017) no las va a conocer ni el
mismísimo sursuncorda. Ya que atravesé el famoso túnel de La Aldea (en ambos
sentidos; por cierto, una mínima expresión de todo lo que resta por hacer), con
todos los millones que nos caerán con el voto del pluriempleado Quevedo, el
tramo siguiente, hasta Mogán, antes de San Valentín. Ahí tienen una de las
tantas fotos que han circulado y que los propios dirigentes canarios se han
encargado de propagar a los cuatro vientos en un alarde de no sé qué, la
verdad. Ridiculez a la enésima, pero cada cual se retrata como mejor le venga
en gana. En el Botánico (hotel de lujo, como debe ser), en la Ranilla o
tocándole la pilila al guanche. D´Artagnan y los tres mosqueteros.
Dado que el barco tuvo un considerable retraso porque uno de
los dos que cubre al trayecto Agaete-Santa Cruz entró precisamente hoy (no
olvides que redacto estos párrafos el día anterior; bueno, casi tan tarde que
ya es casi mañana) en varada técnica, creí que me iba a dar tiempo de decirle
cuatro cosas a Ricardo Melchior, el actual presidente de la Autoridad
Portuaria, por haber defendido abiertamente a Miguel Zerolo, y que el pobrecito
no se merecía el varapalo judicial por el ‘caso Las Teresitas’ y ha estado un
montón de años sufriendo una persecución totalmente injusta. Pero echando una rápida
ojeada a la prensa por si hallaba motivo o inspiración para cumplir con mi
obligación diaria, compruebo que el amigo Alejandro de Bernardos ya le cantó
las cuarenta en su artículo dominical en El Día, por lo que poco podría añadir
yo a tan bien hilvanados planteamientos. Cuatro cachetones bien dados y
retírese ya, antes de que chochee más.
No sé si me produce gracia o me provoca náuseas la postura
oficial de CC acerca de guardar mutismo absoluto sobre el particular. La
condena por la trama corrupta urdida por quienes fueron cargos públicos
relevantes no ha merecido ni el más mínimo reproche. Algo que tampoco debe
extrañarnos demasiado pues el señor Linares es consumado especialista en nadar
y guardar la ropa, en echar balones fuera. Ya lo hizo en el más cercano ‘caso
El trompo’, en el que quien fuera su alcalde durante largo periodo (así como el
secretario del ayuntamiento, amén del promotor) fue condenado, y él pasaba por
allí, y ahora no va a mojarse con quien fuera enviado al Senado a defender los intereses
territoriales. Esperen sentados. Ya Barragán lo está, y muy cómodo.
Como correspondía el número arriba señalado y corrieron nítidos
los recuerdos de los dálmatas que presencié en compañía de alguno de mis nietos,
mejor me voy a acostar y prometo solemnemente que el miércoles retomaré la
tarea con más fundamento. Y si por casualidad me ven entrenado con Lope, Asier
o Manolo, es que habré mejorado bastante la pierna accidentada y pienso echarle
un pulso al marchador principal del
reino, al que, hoy por hoy, ni Basilio le hace sombra. Oh, fíjate tú, eso me contaron,
que uno de los tres mosqueteros llegó a duras penas, y con la lengua colgando
hasta el ombligo, al semáforo del Peñón. Y menos mal que estaba en rojo.
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