El miércoles es día de feliz ajetreo en casa. La
institucionalizada comida familiar es norma de obligado cumplimiento. Y no es
lo mismo que transiten dos por la vivienda –lo normal el resto de los días– a que
corran tres nietos por patio y pasillos, amén de todos los adultos (seis) en
plan vigilante por posibles tropiezos y/o caídas inoportunas. Pero es menester
cambiar los hábitos siquiera una vez a la semana. Por ello, cuando Endesa me
llamó hace unas semanas para una nueva oferta, que me iba a suponer un ahorro
en la factura de la luz (tarifa tempo happy), no dudé en elegir este día para
no pagar un euro. Al paso que llevamos, y por la poca costumbre en las otras
jornadas, es posible que se nos funda la lavadora, secadora y demás aparatos
del hogar. Y no sé si al final la rentabilidad se va a ir a pique. Hasta ahora
funciona.
Son las ocho y media de la tarde. Y aquí estoy sin idea
preconcebida de cómo afrontar la tarea que el blog me dicta. Me asaltan las
dudas ante la diversa casuística que la información te brinda. Y siento que, a
veces, el ánimo decae y me dan ganas de abandonar la manía. Aunque se me pasa
rápidamente.
Recuerdo que en alguna que otra ocasión he tratado el asunto
de los elevados precios de los carburantes en La Gomera. Y desde esta modesta
plataforma he demandado a los políticos de aquellos lares que se pongan las
pilas para que muevan lo que menester fuere para acabar con tal dislate. Una
diferencia de hasta 14 céntimos en un litro (basta confrontar importes con las
estaciones de servicio tinerfeñas) supone una cantidad importante en un periodo
de tiempo no tan largo. El llenar el depósito (pongamos 50 litros) ya eleva la
diferencia a 7 euros. Lo que para un transportista que deba usar el coche como
herramienta de trabajo durante los días laborables, vayan sumando, o, mejor, multiplicando.
Me parece bien que la diputada socialista Ventura del Carmen
Rodríguez pregunte en el Parlamento para demandar información acerca de qué
tipo de control se realiza desde el ejecutivo regional. Pero no debería olvidar
que su grupo ha formado parte del gobierno insular durante décadas hasta que el
rifirrafe con Casimiro desembocó en el nacimiento de ASG. Y durante ese largo
periodo en el que Curbelo dictó la agenda a seguir, encaminada a la política de
las subvenciones y reclamar bonificaciones con las que tener al pueblo
subsidiado –lo que va a seguir realizando hasta los confines de la existencia
humana sobre la faz de la Tierra–, no recuerdo que se elevaran voces al
respecto.
Concedamos, no obstante, el beneficio de la duda y
bienvenida sea la iniciativa. Que se deba aprovechar los viajes a Tenerife para
repostar en esta isla, no parece ser el índice que ponga calificación a la
gestión de los que gobiernan ayuntamientos y cabildo. Más preocupados en obras
de dudosa rentabilidad, y al devenir histórico me remito, y de las que no hace
falta poner ejemplos porque en la memoria de todos se hallan, se ha obviado lo
cotidiano; la cesta de la compra, por ejemplo. Porque si el combustible es
caro, lo demás llega por añadidura.
Hemos lanzado las campanas al vuelo porque se ha logrado que
la subvención al transporte interinsular se haya elevado hasta el 75%. Dinero
público que irá las arcas de las compañías. Lo que no garantiza que mañana esas
empresas, alegando precisamente un incremento en el precio del combustible, nos
suba el precio del billete con lo que el usuario volverá a rascarse el bolsillo
si remisión alguna. Todo ello por la costumbre inveterada de la política mendicante
a la que tan dados son los dirigentes canarios. Siempre hemos de acudir al árbitro
que resuelva las diferencias. Y lo hacemos con la mano en posición limosnera.
Cuando sentimos caer la calderilla, a correr y cantar la buena nueva.
El reloj marca las nueve y cinco de la tarde-noche. He echado
una visual a las redes sociales porque una foto ha causado inconvenientes y
algún que otro escozor. Los iluminados siguen al acecho e intentan que no haya
otras visiones desde La Corona. Con la del régimen popular debemos comulgar. Como
tengo varias invitaciones para ilustrar estos comentarios (entre ellas las del
amigo Carlos Hernández, con cuyas magníficas capturas muchísimo ganaría este
blog) y mi archivo tampoco está tan mal, escaparemos. Y no se preocupen
aquellos que bien les encantaría silencios amordazados, salvo que me suba al
carro de las lisonjas, que aquí me tienen para lo que gusten. Incluso para
alguna lección de gramática. De continuarles la picazón, o la desazón, basta
con eliminarme del capítulo de amigos, que en Facebook no guarda la connotación
tradicional.
Nueve y cuarto y voy a bajar a cenar. Parece que hay un
partido de fútbol en la tele. Pero lo mío es más de salsa rosa. Tanto que estoy
concluyendo y sigo sin saber de qué escribir. Ahora que me acuerdo, estuve de
charla con un amigo, de los de verdad, y entendimos que hace falta en el pueblo una
obra de fundamento. Un auditorio, por ejemplo. Polivalente. Y otra piscina. Y
recuperar teatros, casonas… ¿Vas a empezar? Parece que al final te echaron
gasolina. La foto es mía, de este año, de mi última estancia en La Colombina.
Puedes utilizarla para lo que te venga en gana. Yo no soy rencoroso. O, si lo
prefieres, yo también te quiero.
Cierro el negocio con una llamada que me da norte de cómo se
hacen entrevistas en cierto medio de comunicación cercano. En las facultades de
periodismo van a tener que cambiar ciertos cánones que dábamos por
estandarizados. Cuánto dinero público echado a perder.
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