jueves, 8 de junio de 2017

Combustibles caros

El miércoles es día de feliz ajetreo en casa. La institucionalizada comida familiar es norma de obligado cumplimiento. Y no es lo mismo que transiten dos por la vivienda –lo normal el resto de los días– a que corran tres nietos por patio y pasillos, amén de todos los adultos (seis) en plan vigilante por posibles tropiezos y/o caídas inoportunas. Pero es menester cambiar los hábitos siquiera una vez a la semana. Por ello, cuando Endesa me llamó hace unas semanas para una nueva oferta, que me iba a suponer un ahorro en la factura de la luz (tarifa tempo happy), no dudé en elegir este día para no pagar un euro. Al paso que llevamos, y por la poca costumbre en las otras jornadas, es posible que se nos funda la lavadora, secadora y demás aparatos del hogar. Y no sé si al final la rentabilidad se va a ir a pique. Hasta ahora funciona.
Son las ocho y media de la tarde. Y aquí estoy sin idea preconcebida de cómo afrontar la tarea que el blog me dicta. Me asaltan las dudas ante la diversa casuística que la información te brinda. Y siento que, a veces, el ánimo decae y me dan ganas de abandonar la manía. Aunque se me pasa rápidamente.
Recuerdo que en alguna que otra ocasión he tratado el asunto de los elevados precios de los carburantes en La Gomera. Y desde esta modesta plataforma he demandado a los políticos de aquellos lares que se pongan las pilas para que muevan lo que menester fuere para acabar con tal dislate. Una diferencia de hasta 14 céntimos en un litro (basta confrontar importes con las estaciones de servicio tinerfeñas) supone una cantidad importante en un periodo de tiempo no tan largo. El llenar el depósito (pongamos 50 litros) ya eleva la diferencia a 7 euros. Lo que para un transportista que deba usar el coche como herramienta de trabajo durante los días laborables, vayan sumando, o, mejor, multiplicando.
Me parece bien que la diputada socialista Ventura del Carmen Rodríguez pregunte en el Parlamento para demandar información acerca de qué tipo de control se realiza desde el ejecutivo regional. Pero no debería olvidar que su grupo ha formado parte del gobierno insular durante décadas hasta que el rifirrafe con Casimiro desembocó en el nacimiento de ASG. Y durante ese largo periodo en el que Curbelo dictó la agenda a seguir, encaminada a la política de las subvenciones y reclamar bonificaciones con las que tener al pueblo subsidiado –lo que va a seguir realizando hasta los confines de la existencia humana sobre la faz de la Tierra–, no recuerdo que se elevaran voces al respecto.
Concedamos, no obstante, el beneficio de la duda y bienvenida sea la iniciativa. Que se deba aprovechar los viajes a Tenerife para repostar en esta isla, no parece ser el índice que ponga calificación a la gestión de los que gobiernan ayuntamientos y cabildo. Más preocupados en obras de dudosa rentabilidad, y al devenir histórico me remito, y de las que no hace falta poner ejemplos porque en la memoria de todos se hallan, se ha obviado lo cotidiano; la cesta de la compra, por ejemplo. Porque si el combustible es caro, lo demás llega por añadidura.
Hemos lanzado las campanas al vuelo porque se ha logrado que la subvención al transporte interinsular se haya elevado hasta el 75%. Dinero público que irá las arcas de las compañías. Lo que no garantiza que mañana esas empresas, alegando precisamente un incremento en el precio del combustible, nos suba el precio del billete con lo que el usuario volverá a rascarse el bolsillo si remisión alguna. Todo ello por la costumbre inveterada de la política mendicante a la que tan dados son los dirigentes canarios. Siempre hemos de acudir al árbitro que resuelva las diferencias. Y lo hacemos con la mano en posición limosnera. Cuando sentimos caer la calderilla, a correr y cantar la buena nueva.
El reloj marca las nueve y cinco de la tarde-noche. He echado una visual a las redes sociales porque una foto ha causado inconvenientes y algún que otro escozor. Los iluminados siguen al acecho e intentan que no haya otras visiones desde La Corona. Con la del régimen popular debemos comulgar. Como tengo varias invitaciones para ilustrar estos comentarios (entre ellas las del amigo Carlos Hernández, con cuyas magníficas capturas muchísimo ganaría este blog) y mi archivo tampoco está tan mal, escaparemos. Y no se preocupen aquellos que bien les encantaría silencios amordazados, salvo que me suba al carro de las lisonjas, que aquí me tienen para lo que gusten. Incluso para alguna lección de gramática. De continuarles la picazón, o la desazón, basta con eliminarme del capítulo de amigos, que en Facebook no guarda la connotación tradicional.
Nueve y cuarto y voy a bajar a cenar. Parece que hay un partido de fútbol en la tele. Pero lo mío es más de salsa rosa. Tanto que estoy concluyendo y sigo sin saber de qué escribir. Ahora que me acuerdo, estuve de charla con un amigo, de los de verdad, y  entendimos que hace falta en el pueblo una obra de fundamento. Un auditorio, por ejemplo. Polivalente. Y otra piscina. Y recuperar teatros, casonas… ¿Vas a empezar? Parece que al final te echaron gasolina. La foto es mía, de este año, de mi última estancia en La Colombina. Puedes utilizarla para lo que te venga en gana. Yo no soy rencoroso. O, si lo prefieres, yo también te quiero.
Cierro el negocio con una llamada que me da norte de cómo se hacen entrevistas en cierto medio de comunicación cercano. En las facultades de periodismo van a tener que cambiar ciertos cánones que dábamos por estandarizados. Cuánto dinero público echado a perder.

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