miércoles, 7 de junio de 2017

Preocupaciones

Son demasiados los días que uno acaba de echar una visual a la prensa con los ánimos por los suelos. Pero es que si cambias el canal informativo y te asomas a la ventana televisiva, no atisbas mejoría porque cada cual vende aquello que cree más en consonancia con dictados editoriales. Sesgados y descaradamente inclinados al mejor postor. Parece que se impone ese nuevo término acuñado como posverdad. Todo aquello relativo o referido a circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales.
Los hechos son sagrados, máxima del periodismo de siempre. Y las opiniones, libres. Pero nos tropezamos a diario con desviaciones más que notorias y los periodistas han hecho dejación de su verdadera misión y se han sumergido en la vorágine. Proliferan tertulianos del tipo sabelotodo que denigran la profesión. Doctores en las más variopintas materias, sientan cátedra  con diatribas que digieren aquellos que comulgan con el lo vi en la tele.
La política se convierte en propaganda y la publicidad alcanza  al hombre del tiempo y al presentador deportivo. Se vende la información con productos farmacéuticos y los calvos anuncian crecepelos. Inundamos el mercado de encuestas y sondeos cuyas conclusiones siempre favorecen al que hace el encargo. Manipulación, cuando no mentira.
La preocupación por el fenómeno de la corrupción se incrementa un 12%. Los últimos casos que salpican al PP, cuyo presidente deberá acudir como testigo en uno de ellos, se refleja en las respuestas de los encuestados. Pero el sentido del voto, al sentir de los mismos tanteos, sigue dando mayorías al ruin conocido. Por si el que viene, entiendo, meta la mano hasta el mismísimo fondo. En busca de lo que quede, añado. Y el resto o no está por la labor de la sana alternancia o se preocupa más de luchas intestinas que insuflan aire al salpicado.
El triste panorama de los medios de comunicación se refleja, asimismo, en la pobreza de gestión de unos gobernantes más preocupados por la mercadotecnia barata que en sacar del pozo a una sociedad que lleva hundida una purriada de años. Prudente sería poner unos ejemplos:
Celebramos un Día de Canarias para demostrar no sé qué a los chicos. Como si una jartada de papas y gofio (el pan con chorizo ya va en el paquete) fuera la seña de identidad de un territorio que merece mayor amplitud de miras. Con una CC que marca el paso al ritmo que le interesa en un mar de confusiones y contrariedades. Enarbolando símbolos para general regocijo de los que viven del cuento.
El ayuntamiento madrileño va a instar a los hombres a que no se desparraten en los buses. Es el nuevo modismo de rigor: el manspreading. Es decir, abrir excesivamente las piernas (por no mentar patas) cuando se sientan en las guaguas. Vamos, lo que por estos lares expresaríamos como escarrancharse. Seguro que cuando inundemos los medios de transporte con carteles alusivos, los capitalinos verán colmados todos sus deseos y olvidarán a Bárcenas, Granados, González…
Tremendo dilema el surgido tras la consecución de la duodécima por parte del Madrid. ¿Es el equipo de Zidane mejor que el Barça de Guardiola? Y venga circo en el que entablan feroz combate los gladiadores modernos. Es otra de las principales inquietudes de la población. Cuando resolvamos la ecuación, se despejarán todas las incógnitas.
También hemos estado entretenidos por estos lares. Donde sigo leyendo escritos de allegados a los que gobiernan el municipio, expresiones que más que jurar la bandera, la destrozan sin remisión. Una “consejalia dirijida” por fulano de tal. Y venga fotos. No me tiro de los pelos como docente porque son ya tan escasos que se me antoja misión imposible, pero me dan ganas de dar cabezazos contra cualquier pared. Esa sí que es un preocupación: la educación, colegios públicos en las debidas condiciones, elevar el nivel cultural de nuestras gentes.
Y como se ha armado tremendo revuelo con el acto de La Gañanía, transcribo el artículo 8º de la Constitución: “Las Fuerzas Amadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el orden constitucional”. Pero como mi pasado militar no es sospechoso, y a punto estuve, si hubiese seguido los consejos de mi capitán en la 4ª compañía de Hoya Fría, de seguir esa carrera, entiendo, desde la atalaya del retiro, que el Ejército no debe prestarse a componendas populacheras (más que populares). Y en lo observado hasta el momento, aparte de una exhibición  desmesurada de medallas, el uso partidista de Manolo, y sus correligionarios, constituye una prueba más de su ineptitud como gestor y una muestra palpable de que solo le interesa el lucimiento, cuando no la ostentación. (Mecachis, qué guapo soy; Carlos Arniches).

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