Este empleado de la empresa pública reseñada entiende que el
haber conseguido la plaza mediante la oportuna oposición, y así lo proclama
cada vez que alguien osa cuestionar sus retorcidos modos de actuación, le da
derecho a que la alcachofa aguante cuando conveniente estime largar. Extrapola
los procederes que se estilan en su medio (o cuarto) privado y reproduce el
comportamiento mafioso de su socio portuense. Tal para cual. Juntose el hambre
con la necesidad.
Y menos mal que la prolongación de Mi Tierra Televisión (aún
figura tal denominación en la web ‘oficial’) se conduce por una “línea editorial
de marcado compromiso católico, intentando apoyarse en dicha doctrina, y, por
ello, no participa de ningún juego del timo de la lectura de cartas y similares,
y, por supuesto, desterramos la emisión de pornografía”. Aclaro que, para una
más fácil comprensión, he recurrido a colocar las comas que el texto exige, porque
los dueños no tienen tiempo para menudencias ortográficas.
El veto a emitir pornografía (de sexo) les hace olvidar que
el castellano es muy rico en sinónimos. Y el vocablo significa, asimismo,
obscenidad, impudicia, desvergüenza, torpeza, grosería, escabrosidad… Con lo
que términos abundantes hallamos para encuadrar su exquisito léxico tabernario.
Y, a lo peor, nos quedamos cortos. Echa otro medio ahí.
Quedó bien lo de “intentando apoyarse en dicha doctrina”.
Será por el reparto de hostias (no consagradas) que se verifica desde la margen
del poniente, allá por el Barranco de San Felipe, y que elevan a los altares a
todos aquellos que no bailen a su ritmo verdulero. Yo mismo, sin ir más lejos.
Este desmedido amor al prójimo, que Jesús (el otro), en su
paso terrenal, predicó hasta el punto de dar su vida por una noble causa (que
me lo crea o no es otro cantar, o salmo), se propala a la emisora pública de mi
pueblo con pasmosa facilidad. No tienen estos personajes, ni por asomo, las
capacidad que demuestra mi alcalde cuando La Carajita queda a sus espaldas. Enfermedad
bipolar, claro. Y como no dan más de sí, aunque mucho de no, reproducen
esquemas de cómo no se debe hacer una entrevista, o de cómo la información y el
respeto institucional están muy por arriba de opiniones baratas y sin
fundamento.
Razones y motivos para la apertura de expedientes informativos
sobran. Pero ni Adolfo, en su momento (ya olvidó la conversa que mantuvimos al
respecto), ni Manuel Domínguez, ahora, han querido (sabido entiendo que sí; de
lo contrario, apaga y vámonos) poner freno a desmanes de tal calibre. Y se está
llegando a un punto en el que la situación puede ser irreversible. Como al
alcalde realejero (en su escasos ratos libres; quizás sea por eso) poco le importa
el gasto de los dineros públicos (pongan el ejemplo de su propio sueldo,
inyecciones publicitarias en medios ilegales, ausencias partidarias…), aquellos
que no comulgamos con ruedas de molino creemos que pasa olímpicamente del tema,
porque, mientras se esté en el gobierno, existen la seguridad y el
convencimiento de estar protegidos contra las avalanchas. Pero sin mover un
dedo ante los ataques despiadados hacia idénticos cargos públicos en municipios
vecinos. Que les den… por el éter.
Fidela ha tenido la suficiente honradez y elegancia para
desligar las ofensas personales, los múltiples agravios recibidos en Radio
Realejos (dejo al margen los bochornosos sucesos de la tele católica, apostólica
y romana), y protesta enérgicamente porque el noble pueblo de San Juan de la
Rambla está muy por arriba de cachanchanes del tres al cuarto y merece la máxima
consideración. Y no es de recibo, Manolo, que desde la Villa de Viera se predique
(qué místico estoy hoy) con estos ejemplos.
Espera, sentada a ser posible, la respuesta, Fidela.
Salvador García, presidente de la APT, lleva meses a la expectativa. Puede que
le llegue la misiva de vuelta cuando ya se halle felizmente jubilado. Como bien
expresaste, inadmisible, vergonzoso y penoso.
Siento lástima del resto de trabajadores de la emisora. No es
la primera ocasión que lo hago ostensible. Pero han pecado, como los políticos,
de corta visión. Han hecho oídos sordos ante la sarta de descalificaciones que
en determinada franja horaria se difunden. Y ahora se encuentran con el peligro
evidente de acabar enfangados.
Y emplazo a los grupos de la oposición en el ayuntamiento de
Los Realejos a que sean valientes y denuncien este tipo de hechos ante las
instancias que procedan. No sean cómplices de la barbarie. Quien no sepa
ejercer de periodista (una de las pocas profesiones que no requiere titulación
alguna), que se dedique a presentar festivales y certámenes de belleza.
Por lo que a mí respecta, caigan ya chuzos de punta. Pueden
bloquearme en las redes sociales, pueden poner reparos en Blogger, saquen a
relucir mis campamentos en la OJE (también el que tuvimos que hacer cuando
acabamos Magisterio), mis andanzas de monaguillo en la ermita de La Gorvorana,
mis correrías políticas con el advenimiento de la democracia (esa forma de gobierno
que permite que cada cual exprese lo que crea conveniente)… Echen a funcionar
el ventilador, que enmierdar (o enmerdar) les viene como anillo al dedo. Como
en el Puerto no tenemos piscina, hay especialistas que nadan en la inmundicia,
que es como bañarse en la depuradora.
Y el día que la tele reseñada se vaya a negro, porque las
autoridades pertinentes se decidan a tomar cartas en el asunto, Radio Realejos
se convertirá en algo mucho peor de lo chanchullera que puede ser ahora en cierto
horario matinal.
Que siga el espectáculo. Añada usted, señor Presidente del Consejo
de Administración de la empresa pública Medios de Comunicación Municipales de Los
Realejos, S.L. (Radio Realejos), otra muesca a su revólver. Y cuando le pasen
sus asesores el enlace de este artículo en Facebook, o Twitter, no se le ocurra
imitar a su jefe supremo y vaya a pinchar en me gusta.
A perdonar la extensión, pero el particular tenía, y tiene,
su enjundia.
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