Este comentario (post) de hoy va dedicado, de manera
especial, al grupo de lectores que me sermonean con la cantinela de que la
tengo cogida con Manuel Domínguez. Y dejo sentado de antemano que coincido
–aunque no plenamente, siempre hay matices– con los párrafos que colgó ayer en
su perfil de Facebook (ver captura de pantalla), y que cuestionan el mal uso de
las redes sociales para difundir cuanto le venga en gana al que no tiene cosa
mejor que hacer.
El responsable de este blog, bien poco sospechoso en el uso de
los avances que las nuevas tecnologías nos brindan (como no sea los enlaces a
mis entradas en Desde La Corona, alguna fotografía y contadas ocurrencias
–chispas– que le intento sacar a determinados pasajes de nuestra atribulada
existencia), viene sosteniendo, desde que estos inventos hicieron acto de
presencia, que todos nos hemos convertido en periodistas, o reporteros
gráficos, con facilidad pasmosa. Y como cada cual utiliza su cristal, la
diversidad de ópticas se dispara. Y la ‘verdad’ parece medirse con la cantidad
de iconos laudatorios. No debe ser ajeno el señor alcalde a este planteamiento
que sostengo. Porque bien aficionado es a manifestarse en el mayor número de
eventos posible. Con el agravante de que brinca como un saltaperico (los jóvenes ya no saben qué es) cuando
cualquier ciudadano no comparte sus pareceres.
Pero vayamos a lo que nos concita. No sin antes expresar mis
condolencias a los familiares de la fallecida en el trágico accidente de la
playa de El Socorro. Reproduzco la última parte de la opinión del alcalde:
“Solo me gustaría que algún día nos demos cuenta de la fuerza que tienen las
redes sociales, de lo que provocan, y que, como
en la radio, aunque no le estemos viendo, siempre hay alguien al otro lado
que nos lee o nos escucha y se toma en serio ese mensaje”. Hago la pertinente aclaración
de que me he permitido traducir la conjunción q (yo no alcanzo tales modernidades), he añadido alguna coma y a
punto estuve de suprimir cierto leísmo. La negrita es mía. Para dar título al
presente y para intentar ser capaz de que Manolo capte lo que le vengo
señalando desde tiempos inmemoriales sin que haya movido un dedo.
Me alegra de que reconozca el peligro que entraña el mal uso
de los medios de comunicación. Puede añadir la televisión, ya que la telefonía
móvil ha posibilitado que el hándicap de la inmediatez, del que adolecía (ver
significado de adolecer en el diccionario para evitar confusiones), haya
quedado mitigado. E invito, en lógica derivación, a los señores presidente y concejal-delegado
de la empresa pública Medios de Comunicación municipales de Los Realejos, S.L.
(Radio Realejos, para entendernos), a que sean igual de estrictos (precisos,
cabales, juiciosos) con el espacio de la programación que dirige uno de sus
locutores (fijo en plantilla y con plaza asegurada por oposición, como le gusta
propagar). Porque cuando, junto a su equipo de colaboradores chanchulleros, se erige en el mayor
difamador de las ondas hertzianas (¿es menester, acaso, pedir las grabaciones
de los pasajes en que Manuel Correa, exalcalde de la Victoria; Fidela
Velázquez, alcaldesa de San Juan de la Rambla; o un servidor, sin ir más lejos,
entre tantos y tantos, han sido víctimas de los dardos envenenados, o no son ustedes, señores responsables de la emisora,
perfectamente conocedores de insultos, improperios, insidias, burlas y unos
dieciocho mil etcéteras?), estaremos ante un caso flagrante de mala praxis, de
la utilización espuria de un instrumento que, según usted, señor Domínguez,
puede ser altamente peligroso. Sí, me refiero a Daniel Montesdeoca, no sea que
por cualquier corporativismo mal entendido se puedan sentir aludidos quienes
son meros espectadores. Con silencios cómplices y corriendo el peligro, y a las
palabras del alcalde me remito, de “que se tomen en serio ese mensaje”.
Sea consecuente y actúe en consonancia con lo que manifiesta
ante el luctuoso hecho de hace unas horas. Es lo que le demando siempre, y así
lo he hecho constar en anteriores artículos, cada vez que opera como presidente
insular del PP y contradice sus procederes en el pueblo. Sea ecuánime. No quede
bien ante sus amigos (muchos aplauden con las orejas sin saber de qué va la
película: “los que ponen sus dedos en las teclas en busca de protagonismo”) y
vuelva a caer en la dicotomía del ser y no ser a la par.
Yo opino, señores Domínguez y Dévora. Es un derecho recogido
en el artículo 20 de la Constitución. Otros denigran, mancillan, agravian. Y
reiteradas sentencias proclaman que no existe el pretendido derecho al insulto.
Se pregunta el alcalde si son útiles las redes sociales. Muchísimo, le contesto.
El problema es el mal uso, el abuso. Y le parodio: ¿Es útil la emisora pública
Radio Realejos? Por supuesto. Sí, hagan el favor de repasar toda una larga
trayectoria, cortos de memoria. ¿La condenamos por el maltrato al que la somete
un garbanzo negro? A su consideración lo dejo. ¿Sería, usted, capaz de ejercer
su cometido de máximo responsable en caso de que se reproduzcan esquemas desacertados?
Como me temo que no, siento incluirle en los que “alimentan el caos, la
desesperación y la ansiedad de muchos”. ¿Hago bueno aquello de que se trinca
antes a un…?
Feliz fin se semana. Estoy cansado de pintar hierros y
merezco un descanso. Hasta el lunes.
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