Finiquitó julio y seguimos con tónica similar en el
alumbrado público realejero. Desde que el servicio se privatizó, da la
impresión de que la empresa adjudicataria se ha sumado al carro popular del
superávit. Por tal razón, es rara la noche que no le corresponde, a modo de
sorteo, a un sector del municipio vivir en la tiniebla más absoluta. Como se
presume de gestión eficaz y se propaga en cuanta ocasión se presenta, no
entiendo como el equipo de Manuel Domínguez puede sentirse satisfecho del paso
dado en este importantísimo apartado. Salvo que se lleve a cabo tales acciones
para incrementar unos miles de euros el capítulo de ahorros. El alegato
disculpatorio pasa, casi siempre, por el robo de material eléctrico. Y como en
el pliego de condiciones no debe contemplarse que le corresponda a Effico la
restitución oportuna, mientras se habilitan los créditos convenientes, a la luz
de las velas.
La urbanización donde vivo ha sido afortunada en multitud de
rifas. Cuando se elegía la reina de las fiestas en San Agustín, volvimos a
quedarnos a oscuras. Se creyó adecuado desviar voltios, amperios, ohmios y
vatios para el escenario y las calles que llevan nombre de escritores canarios
permanecieron más negras que los sobacos de un grillo. Van… ni se sabe. Hemos
perdido la cuenta. Pero no se libran, por lo que escucho, otros sectores del
territorio municipal. Vamos, que el servicio es un auténtico desastre. ¿O no se
ha dado cuenta el señor alcalde? ¿No le han llegado las quejas? Bueno, la mía
la tiene. Y el ruego de que tome cartas en el asunto.
Y en esta misma zona se ha efectuado un pequeño cambio en la
circulación de vehículos. Pero deben sobrar vallas y señales de tráfico porque
siguen en el lugar (confluencias de las calles Tomás de Iriarte, Pedro García
Cabrera y Pablo García). Segundo ruego: Retírenlas, que ya la pintura se secó
desde hace un par de meses. Y vigilen las zonas ‘amarillas’. Que el no poder
aparcar será para todos y no para que los listos de turno lo tomen como
estacionamiento particular.
Soy usuario de la piscina municipal. Desde el accidente en
junio del pasado año me impusieron la obligación de sumergirme. Y en ello
estoy. Como debí utilizar la silla de acceso al vaso por razones de inmovilidad
durante unas cuantas semanas, soy consciente de su importancia. No hay nada
como vivir en propias carnes las dificultades para tomar juicio de las
necesidades especiales que requieren algunas personas. Hace unos días contemplé
como el encargado del mantenimiento de la instalación se ‘peleaba’ a brazo
partido con la susodicha pues no ejecutaba el recorrido en su totalidad
(funciona con la presión del agua que se le inyecta a través de una manguera).
Va el tercer ruego para el concejal delegado: Eche mano del cochinito de oro,
Benito, y adquiera instrumental más moderno. Una institución pública no puede
andar presumiendo de capitales mientras hayan penurias por cubrir.
Existen ayuntamientos que premian a los contribuyentes que
han domiciliado el pago de sus recibos. Y estos se benefician de un descuento
en el abono de tasas e impuestos. Parece lógico, dado que el día que las
entidades bancarias cargan esas cantidades en las cuentas de los vecinos, la
inyección económica en las arcas públicas es inmediata. Imagínense cuando se
cobra el IBI (la antigua Contribución). Que es dinero constante y sonante para
los consistorios. Supongamos una media de 300 euros en diez mil hogares y hagan
la cuenta. Son millones que entran en cuestión de minutos. Y esos ingresos no
están sujetos a las esperas de los plazos reglamentarios para los periodos de
cobranza en el Consorcio de Tributos. Procede, pues, Manolo, un detalle (cuarto
ruego) para los paganinis bancarios. Porque no nos hacemos de rogar y a toque
de corneta tenemos la cartera dispuesta. Y si tu no me haces caso ni me prestas atención (que es lo más
probable), lo mismo me dirijo a la Fecam.
Dejo para futuras ocasiones otros asuntillos. Como ahora se
gobierna a distancia (aunque se cobra igual o más), y el Reglamento de
Participación Ciudadana no me ofrece mayores garantías, recurro a este medio
porque si lo escribo todo en la web municipal lo mismo no me leen. Por cierto,
alcalde (Manolo, Adolfo o Noelia, según proceda), me comentaron que habían
prohibido la intervención de un nativo del pueblo en un programa de Radio
Realejos. Era conocedor de que el Reglamento antes aludido tenía importantes
recortes, pero no hasta el punto de que se haya implantado otra vez, como en
los mejores tiempos de Fraga, la censura. Tanto intentar aparentar que el PP
realejero era otra cosa distinta al de otros ámbitos y… viva el vino.
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