El viernes
defendí ante el pleno del Debate del estado de la Isla en el Cabildo de
Tenerife la visión de una isla diferente, donde se planifiquen las infraestructuras, el urbanismo sea un aliado y
no un enemigo, se acometan las tan necesarias obras de saneamiento, todos nuestros
mayores y dependientes sean atendidos con dignidad, se recupere el respeto por los representantes municipales, se abandonen boberías como la nueva TV
insular, no se ‘apuesta’ en la ruleta financiera, se detenga el afán intervencionista de la corporación, actuemos unidos como oferta turística y
apoyemos a todos nuestros deportistas y clubes. Finalmente formulé un deseo:
Que en la foto de la Isla del próximo año aparezca ya el inicio de las obras
del muelle deportivo, turístico, pesquero y comercial del Puerto de la Cruz.
Creen que lo conseguiremos?
Manuel Domínguez, consejero del Cabildo de Tenerife, grupo
popular, y presidente insular de su partido, cuelga en su muro de Facebook el
texto que en cursiva quedó reseñado. Tal cual (copia y pega). Hago la salvedad
de que los pasajes en negrita los señala un servidor (unas pinceladas apenas,
porque a punto estuve de hacerlo con todo el conjunto) para recordarle al
opositor cabildero que en nuestro pueblo ostenta la máxima representación
municipal. Sigue siendo el alcalde, a pesar de las múltiples delegaciones en
sus segundos de a bordo. Cuestión de la que se olvida con pasmosa facilidad
cuando atraviesa la línea divisoria por Barranco Ruiz o La Higuerita. De la
zona de El Burgado no digo nada pues en estos momentos el otrora motor del
Norte se debate en la incertidumbre de si es Lope el hombre elegido o ha
encomendado quehaceres portuenses en el vecino del poniente o en el regidor del
ayuntamiento tinerfeño.
Cuando ocurra una desgracia y deba acontecer un ingreso
hospitalario (privado, por supuesto), algunos se echarán manos a la cabeza.
Pero será tarde para darme la razón. Y no estaría de más que en la sede del
Palacio Insular, alguno de los presentes en las sesiones plenarias de la
institución, y ante las intervenciones del autor de las líneas al principio
plasmadas, tuviese la osadía de preguntarle: ¿No es usted, acaso, el alcalde de
Los Realejos? ¿Cómo es capaz de solicitar aquí lo que otros le demandan en su
pueblo sin que les preste el más mínimo caso?
Como hoy es sábado, día en el que no me asomo al blog desde ha
bastante, y con el añadido de estar en periodo vacacional por excelencia, no
quisiera extenderme demasiado. Y entiendo que con la anotación de advertencia
esgrimida anteriormente se hallan ustedes en perfecta disposición para captar
el meollo del mensaje. Si los siete concejales de la oposición en el
ayuntamiento realejero se han dedicado a recopilar disparidades de criterios en
los diferentes episodios de presencias y de ausencias, seguro que, de haber
leído la declaración de marras, estarán repasando sucesos en los que las
carreras de Manolo para situarse en uno u otro platillo de la balanza han sido
una constante desde los actos solemnes de constitución de las corporaciones en
las que el joven empresario se embarcó a mediados de 2015. Cuando no la
desfachatez de pretender ubicarse en ambos (platillos) a la vez. Por estos
lares ha quedado como mera anécdota el salto al vacío de Bentor ante los
brincos del licenciado.
Para MI pueblo yo también deseo que TODA la corporación actúe unida, que se planifiquen las infraestructuras para que el urbanismo (concretémoslo
en el Plan General) dé sentido y ordene el caos actual (en ello mucho habrá que
alegar en conjunto), que se recupere el
respeto hacia los millares de votos de quienes, libremente, optamos por que
nos representaran otras expectativas políticas, que desaparezcan la avidez de protagonismo
y el afán intervencionista de un
equipo de gobierno, y que en la foto no se refleje, solamente…
Claro que me repito, pero la objetividad que me (auto)impongo en
las miradas Desde La Corona me señala que no puedo permanecer de brazos cruzados
ante esta peligrosa dolencia. Y los estimados lectores no deben abandonarme en
esta contienda. Luchemos con denuedo hasta sacar a nuestro alcalde del terrible
dilema, no permanezcamos impasibles ante el desdoble, saquémosle de la burbuja
que trastoca su personalidad, démosle unos cachetes (suaves pero continuados)
hasta que despierte, aunque el aterrizaje pueda ocasionarle algún desperfecto.
Que, en todo caso, no será peor que la disyuntiva actual. ¿Ironía? Ojalá. Más
serio que nunca.
Así, y solo así, podremos disfrutar de un feliz fin de semana.
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