Denominación que no había escuchado ni leído. Pero todos los
días se aprende algo nuevo. Y como es tanto lo que se ha propagado del fenómeno
de las microalgas, con tantas versiones y pareceres, ayer me correspondió otro
repaso del tema que ha concitado la atención durante bastantes jornadas de este
verano. Tomo la foto de Diario de Avisos, en la zona de Radazul.
Las manchas marrones (también color pistacho), y en ello
parece que estamos todos de acuerdo, es un fenómeno producido por una
cianobacteria (en nuestras costas la Trichodesmiun
erythraeum). La bonanza de la mar, el aumento de la temperatura del agua y
la ausencia de nuestros apreciados alisios constituyen el cóctel perfecto para
su proliferación. No necesitan, sostienen los entendidos, aportes de posibles residuos
que existen en los vertidos incontrolados ni los microorganismos que nos puedan
alcanzar con las tan odiosas calimas. Les basta con la fotosíntesis para
mantener la dieta (símil).
Un informe (en realidad, análisis de dos muestras recogidas)
de junio pasado del Banco Español de Algas, mal interpretado por los medios de
comunicación (al decir de su autor), ha venido a añadir a los episodios de
hepatitis A, que se comentaron semanas atrás, la posibilidad de aparición de
tumores en el hígado. Que los responsables circunscriben al campo de la
investigación (ratones), pero que una mala redacción del certificado ha venido
a extender a todo bicho viviente que se bañe en las aguas oceánicas. Vamos, que
los próximos casos de cáncer será debidos a este hecho. Ponle el cuño. Como ya nos
olvidamos de los repetidores (torretas) de telefonía móvil, en algo, y con algo,
debemos entretenernos. Lo de menos son los fundamentos científicos. Pelillos a
la mar.
“Cierto es que existe un porcentaje elevado de vertidos de
aguas residuales sin tratar, pero es también cierto que se llevan a cabo
continuos controles de nuestras aguas.
El principal motor de nuestra economía es el turismo y
quiero pensar que ningún político de nuestro entorno está tan loco como para
querer acabar con él y generar, por tanto, una nueva crisis económica. Sin
embargo, sí creo que la política actual se está basando en el oportunismo, el
aprovechar el momento para echar culpas, decir cosas no contrastadas y para
nada buscar soluciones.
A esto se le une que vivimos en el mundo de la
sobreinformación, que en muchos casos nos lleva a la desinformación. A veces
los medios de comunicación, buscando altos niveles de audiencia, generan
titulares sensacionalistas o información poco contrastada, lo que lleva a
alarma social.
Por último, en las redes sociales mucha gente opina
basándose en rumores y un porcentaje importante de la población da más
credibilidad a este tipo de información que a la que proviene de la experiencia
y la formación”.
El texto entrecomillado lo firma, en el contexto de un
artículo titulado Microalgas en Canarias, Basilio Valladares (hijo). Y como de
casta le viene al galgo, credibilidad doy a los que del tema en cuestión
entienden ‘más que sea un fisco’.
Del exceso de información y de la peligrosidad de las redes
sociales cuando nos dejamos llevar por el saber de los catedráticos del yo lo
escuché, yo lo leí o yo lo vi en la tele, algo he escrito en comentarios
anteriores. Saben de mi opinión acerca de la tremenda facilidad que existe para
adquirir la condición de periodista. Es, quizás, la profesión que menos
requisitos exige. Y así nos va.
Ayer hubo otra rueda de prensa al respecto. Desde que se
tuvo conocimiento en Facebook de la misma, proliferaron otros entendidos, con másteres
obtenidos en el culo de La Pata y en la cueva del Roque Chico, con dictámenes
del ‘a mí me la vas a pegar’ que dejan en entredicho a laboratorios, analistas
y biólogos en general. Te invito a un somero recorrido por esta red social
(seguro que ya lo hiciste) y te sorprenderá el altísimo nivel de conocimiento
de tanto sabio desperdiciado.
¿Otra consecuencia del cambio climático? Me temo que sí. Y
contra este fenómeno, ¿qué hacemos? Muy sencillo: que se jodan los que vienen
detrás.
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