Algo, o mucho, falla en la sociedad actual. Los contrastes
son cada vez más evidentes y es tan notoria la dicotomía que urge hallar un
término medio que ponga fin a este sinsentido. Mientras mueren de hambre
millares de personas por mor de sequías, conflictos bélicos y falta absoluta de
solidaridad, tropezamos con situaciones que no tienen cabida en cabezas bien
amuebladas. Lo que me lleva a colegir que de racionales no tenemos mucho. Y me
lo confirman los magníficos documentales de la 2 –recurso exquisito ante la
pésima oferta del amplio espectro televisivo– en los que otros seres vivos
ponen a caer de un burro a unos bípedos que más piensan con el final del
aparato digestivo que con una masa encefálica venida a menos.
Extraigo de ese vasto abanico de las redes sociales el
siguiente texto: “Une société qui dépense 250 millions d´euros pour un jouer de
foot et qui en même temps laisse dormir des gens à la rue ne peut être qu´une
société malade”. No es necesario, siquiera, la traducción. En todo caso,
contener la rabia y morderte la lengua para no herir susceptibilidades.
Puede ser el fútbol el paradigma de una locura sin límites y
sin freno. Una espiral de incongruencias en la que la ética, la moral y las
buenas costumbres sucumbieron en el lodazal de la corrupción más abyecta. ¿Qué
será lo próximo? Y se me importa el pimiento de rigor que se trate de este
brasileño, del portugués Ronaldo o del presidente Villar. Al que debo añadir el
tinerfeño Padrón. Que no ha cobrado jamás un céntimo (a sus declaraciones me
remito), al tiempo que reconoce poseer los 300.000 euros exigidos como fianza
(depositados por el amigo Clemente), pero que no pudo disponer de ellos por
tenerlos ‘congelados’ por la Justicia. Vamos, hombre, que ya lo del maná divino
parece que no cuela. Ni la lotería de Zerolo. Cuatro décadas y media y todo por
amor al arte. Mis respetos a los provectos años, pero no me engañe (Calero
dixit).
A la hora de buscar culpables, no es cuestión de escurrir el
bulto. Creo que, en mayor o menor medida, lo somos todos. Los unos por acción y
la mayoría por omisión. Hemos perdido el sentido crítico en aras del acomodo.
Parece importársenos todo el pito del sereno. Y retornado al laissez faire et laissez passer, le monde va
de lui même (dejen hacer, dejen pasar, el mundo va solo). Lo malo es que
unos pocos, amparados en la apatía, el pasotismo y la abstención de los más,
han capitalizado los repartos económicos y desviados los dineros (que sí hay)
hacia contados bolsillos.
Aspectos que aparentan nimiedad, deberían hacernos
reflexionar. Y como voy de didáctico y pedagógico (reminiscencias de un pasado
no tal remoto), lo ilustro con dos ejemplos:
El Cabildo tinerfeño ha creado un Consejo Sectorial de la
Indumentaria Tradicional de la isla. Medida que constituye un aldabonazo a una
industria azotada por la competencia foránea. Y que defiende y pone en valor
los estudios llevados a cabo en estos últimos años. Loable iniciativa, desde
luego. Pero se corre tupido velo al proyecto, condenado casi al ostracismo, de
la Casa de Carta en Valle de Guerra. Con aquella guagua (que murió aparcada en
las afueras del noble ejemplo de arquitectura canaria) que recorría los
diferentes pueblos de Tenerife y que bien pudo significar un estímulo para los
escolares (tan dados, por otra parte, a recurrir a los chinos). Y ahora
pretendemos volver a lo que ya tuvimos. Fácil manera de jugar con dineros
ajenos (públicos). El amigo Juan de la Cruz deberá preguntar a las dignísimas
autoridades si podrá recuperar el tiempo perdido, porque el dinero va a ser
imposible. Seguro que lo nombran asesor. Por enésima.
Lo malo de estos vaivenes monetarios, que sumados pueden
equiparse al tesoro de Moctezuma, es la extraña sensación de estar dirigidos
por unos gobernantes adocenados. Quien fuera responsable de la Hacienda en el
ayuntamiento de Santa Cruz, y ahora consejero del Cabildo, Alberto Bernabé (quien
lleva en la cosa pública desde que salió de la Universidad; los multiusos que
te comentaba en artículo anterior), nos deleitó con esta sentencia: “Bajar el
sueldo a los concejales puede traer a la política a gente sin talento”.
Comentarios ante esta guinda se me ocurren muchos, pero los dejo a la
consideración del lector. El sobrado de Bernabé viene a confirmar que dinero
tenemos. El problema radica en si circula convenientemente. Este apoltronado,
de los que subidos al machito no bajan ni para mear, hombre de enorme capacidad
(según él mismo reconoce), a buen seguro comparte y justifica los despilfarros
monetarios. Y puede que alguien con menos talento que él, no obstante, sepa de
economía doméstica lo que no está escrito en los manuales.
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