jueves, 24 de agosto de 2017

125 bombonas

Llevo unos días hablando solo. O con la brocha (de pintar). Que debe ser el primer paso hacia la locura. Como me confieso adicto de leer prensa (digital), son tantas las sorpresas que me tropiezo cada día que deberé consultarlo con el cardiólogo por si pueden guardar relación estos encontronazos con la subidas de tensión. Y no es que uno rebusque con afán, sino que los chispazos te salen al encuentro. Como no he aprendido a contenerme…
¿Qué hacía Trump mirando el eclipse sin protección ocular alguna? ¿Nadie de su entorno pudo señalarle el peligro? Claro, después se encandila y toca el botón equivocado. Cualquier día de estos vamos a tener un grave percance.
Dimite la edil de Aranjuez al perder el apoyo de Podemos, analizo por otro lado. Quien redactó este titular, ¿sabrá lo que significa edil? Porque la información señala que se trata de la alcaldesa. Que no es primer edil, como ya bien nos deleitó Lázaro Carreter hace unas décadas con El dardo en la palabra. Edil es concejal. Y punto.
Pero lo que me tiene bailando sobre una pata sola es el asunto de Alcanar. Esa población tarraconense que no conocíamos pero que se ha hecho tristemente famosa por la explosión, relacionada posteriormente con los atentados. Y ya han comenzado los tiros cruzados entre los diferentes cuerpos de seguridad por si se gestionó adecuadamente la investigación una vez producida la detonación. Como también observamos el poco tacto entre las diferentes administraciones, lanzándose dardos envenenados una vez concluida la identificación de los cadáveres. No es que se cuestione uno el estado de las autonomías (hoy voy de minúsculo), pero demanda coordinación, máxime cuando la difusión de dimes y diretes no tarda un par de minutos en propagarse. Se acusan, mutuamente, de intoxicar. Pero los escozores los sufrimos nosotros. Y nos rascamos ante tanta imprudencia de los unos y los otros.
Se ha concluido que había en el chalé de marras (abandonado, por lo que estaban de okupas los implicados en el suceso) nada menos que 125 bombonas. Que deben ser unos tres camiones de los que pasan por mi casa haciendo el reparto. ¿Y nadie se percató de semejante barbaridad? ¿Las robaron? ¿Nadie denunció nada? Comprarlas entiendo que no es posible. Sencillamente, no me cuadra.
Puede que algún día nos enteremos de todo mediante un informe detallado. Porque los medios de comunicación cada día siembran más confusión. Como el caso del niño desaparecido, luego encontrado en el hospital y más tarde, desgraciadamente, identificado entre los cadáveres de la masacre. Demasiadas incógnitas. Puede que el exceso de información provoque más desconcierto aún.
Pero lo de las bombonas me trae sobre ascuas. Además, no son como las nuestras, grises, que pueden pasar más desapercibidas. Quizás estemos acostumbrados por estas tierras a convivir con espacios más cortos, más cercanos. Y tal vez por ello nos enteremos más de lo que se cuece a nuestro alrededor. ¿Chismosos? También.
Sigo dándole vueltas a la cabeza y 125 bombonas me parecen muchas bombonas. Demasiadas como para que nadie comentara cualquier cosa. O a lo peor sí lo hizo, o sí lo hicieron, y no se le (les) prestó atención o se consideró un aspecto sin importancia, sin trascendencia. Esperaremos a ver.
Antes de finiquitar el presente post, sumarme a las quejas de los vecinos de Toscal-Longuera porque el arreglo de la bajada de El Castillo deberá seguir esperando. Y por la información disponible, el señor Domínguez, tan dado a echar culpas a diestro y siniestro, no podrá escudarse ahora  en que el Cabildo no quiere actuar. Si te apetece conocer cómo se ha tenido que suspender la contratación de las obras, debes pinchar en el enlace  que te indico seguidamente (http://www.bopsantacruzdetenerife.org/descargar/2017/08/099/Bop099-17.pdf) y ve a la página 28.077. Esto no lo cuelga en su perfil de Facebook, sino las fotos en el Parque de la Magnolia (mérito de La Caixa y propuesta rechazada al grupo municipal socialista para luego aprovecharse como en tantas ocasiones). ¿Sirven para algo las redes sociales, señor alcalde?

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