martes, 20 de marzo de 2018

Bellotas

No me refiero a las de las plataneras. Porque estas plantas no son árboles. Como las encinas que han adoptado los populares para su Convención Nacional a celebrar en Sevilla el primer fin de semana del próximo mes de abril. A la vuelta de la esquina, pues.
Recordamos todos aquel desencuentro cuando se descubrió que la gaviota no era tal. Y se convirtió en charrán. Pero que, muy a nuestro pesar, la siguen cagando (con mis excusas) ambos dos. Ahora, no contentos con los vuelos, nos sorprende el señor Martínez-Maíllo (en la foto) con otro logo. Sí, han elegido la encina con “un tronco muy potente”. Porque el PP, alega el susodicho, cuenta con “raíces muy profundas, principios y valores”. Lo de las raíces puedo entenderlo, aunque no sepa bien por qué vericuetos se introducen. Puesto que cada día se descubren nuevos agujeros por los que sale demasiada porquería. Tanta que ya los malos olores se propagan por los juzgados.
Ahora bien, eso de principios y valores no sé con exactitud si guarda algún tipo de relación con los muchos casos abiertos; con los personajes que fueron, pero que en la actualidad son esos señores de los que usted me habla; o con ese tronco muy potente. Porque uno se siente en la obligación de comparar esa parte de la planta que la sostiene con quien dirige el cotarro de la organización. Y en esa competencia, o pique “troncal”, tengo mis dudas. ¿Ponemos vídeos? ¿Para qué?
Por los encinares del suelo español transitan los cerdos en busca de su alimento preferido: las bellotas. Primer e importante paso para elaborar buenos jamones. Desconozco la capacidad del publicista para elegir este nuevo símbolo gráfico. No deberá ignorar que los españoles somos muy dados a establecer comparaciones. Y bellotas, cerdos, jamones, incluso chorizos, se prestan al juego y al vacilón. Y más en los parajes sureños, donde la guasa se encuentra en la etiqueta genética del pueblo.
Ellos sabrán, pero aquí en Canarias, sobre todo aquellos que vivimos muchos años metidos en esas plantaciones, el denominar bellota a alguien no estaba muy bien visto. Pero en política, ya se sabe, casi todo es imprevisible. E impredecible. Y ya que estoy, lo digo, mejor, lo escribo:
A cuento de qué tanta sorpresa por la decisión del Tribunal Constitucional en el fallo ante el recurso planteado a la LOMCE, esa ley educativa del ministro Wert. Casi siempre cae la casualidad de que la renovación de tan alto órgano se corresponde con un periodo de mayorías absolutas en el Parlamento. Por lo que se convierte, ipso facto, en la institución más politizada del país. Y como ha de dirimir con aspectos trascendentales de nuestra convivencia, siempre estaremos al albur del gobierno de turno.
No seas mal pensado, que los magistrados son imparciales y se olvidan, en el ejercicio de su sagrada misión, de quién los colocó en la alta instancia. En este último fallo, se nota un montón. Vamos a ver su composición:
Un docena de magistrados que son propuestos de la siguiente manera: cuatro por el Congreso, cuatro por el Senado, dos por el Gobierno y otros dos por el Consejo General de Poder Judicial. Hombre, menos mal, que escaparían estos últimos de la quema de la posible parcialidad. ¿Sabes como se eligen los veinte miembros del mencionado Consejo? Muy sencillo; la mitad (diez) son propuestos por el Congreso y la otra (los otros diez) por el Senado.
Te das cuenta del porqué ningún aforado quiere soltar tal privilegio. No es lo mismo que me juzgue una instancia sin contaminar que otra en la que ya yo de antemano sé de qué pata cojea cada cual. Suposiciones sin maldad alguna.
Lo dicho, sigamos comiendo bellotas. Y millones de gracias por las visitas a la entrada de ayer. El día que consiga que los viejitos (mejor, viejitas) del pueblo me lean en su móvil en vez de recrearse en las fotos trucadas (con mensajes equívocos) con las que son embobecidos desde instancias oficiales, tiemblen figurines de porcelana. Y a ustedes que sí me leen: Me quieren hacer el favor de explicarles a los abuelos de cómo se pueden poner en contacto con mis locuras.
Mañana más. ¡Ah!, contigo crece España; con ellos, lo dudo.

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