A todas las mujeres por el elevado grado de participación en
los actos programados este pasado 8 de los corrientes. Ha sido, sin ningún
género de dudas, una gran lección a tener en cuenta. Pero que no quede todo
ahí. Es menester seguir en la brega. Porque somos muy dados a dar el callo en
un instante determinado y luego volver a las andadas. Aunque entiendo que esta aldabonazo
va a permanecer grabado en la memoria colectiva y significará, a buen seguro,
el comienzo de una nueva época. No obstante, cabe la conveniente excepción. El
papel del Partido Popular y Ciudadanos (cada día que pasa se le ve a este
último idénticos rejos, que los traducen en comportamientos tan miméticos que
diríase son calcos, o marcas blancas; a pesar de los postureos de Rivera y
Arrimadas, hasta eso se pega) ha significado un vergüenza nacional. Más
acentuada en aquellas militantes con responsabilidades en cargos públicos, que,
con sus maneras de querer ocultar lo evidente, han mostrado ante la sociedad la
cara más facha, carca y rancia; actitudes retrógradas en una España del siglo
XXI. Sin excepción, porque ni siquiera en niveles locales han sido capaces de
percatarse de un error que, ojalá, les implique notorias consecuencias en los
futuros embates electorales. Para que aprendan, diríase.
A todos los pensionistas que han puesto al país en pie de
guerra (lucha o combate, en sentido moral). Porque el colectivo estaría
dispuesto a sacrificarse, una vez más, si se diese igualdad de circunstancias
en el resto de ámbitos. Como el sistema de pensiones no se sostiene al faltar
la valentía política de modificar las reglas de juego para que la contribución
al fondo se haga de manera proporcional, cerramos el grifo y gastamos más en
enviar las cartas de la ignominia que en incrementar la percepción mensual. Los
viejos han dicho –hemos dicho– que basta ya de atropellos. Que no parece muy
lógico seguir alimentando al que ya está gordo, mientras mantenemos a régimen a
los que llegar a final de mes les supone seguir añadiendo cuestas a la
consabida de enero o agujeros al cinturón. Ni un paso atrás. Y fuera el
sambenito de conservadores. Hagamos cuentas, simplemente. Somos el partido con
mayor número de afiliados. Y con diferencia.
A la nueva Junta Directiva de la Sociedad Valle de Taoro
(Las Dehesas, Puerto de la Cruz) que, tras su elección en el pasado mes de
enero, y bajo la presidencia de Domingo García Díaz (quien vuelve para intentar
que segundas partes sean buenas) ansía a marchas forzadas que el denominado
Casino no se venga abajo. Así, literalmente. Los rectores de estos últimos años
casi acaban con una historia que se aproxima al siglo de existencia. Han tenido
el indudable honor de erigirse como protagonistas de la etapa más oscura de una
entidad que había sabido mantener viva la llama de la concordia en el barrio.
No sé si sería preferible aconsejar a quien plasme en papeles los avatares de
estos últimos veinticinco años (los 75 anteriores, afortunadamente, se
imprimieron en su momento) que corra tupido velo o que haga público el desastre
habido, siquiera sea para que no vuelva a repetirse. Cómo dejaron las
instalaciones. Qué calamidad. Cuánta pérdida. Pero saldrán adelante. Seguro. Y
en ello están. Para que aquellos entusiastas deheseros de los años veinte del
pasado siglo no se remuevan en sus tumbas. Y para dar fe de las palabras de
Florencio Sosa, quien en carta fechada el 4 de abril de 1972 al tiempo que se
excusaba por no poder asistir a los actos de las Bodas de Oro, plasmaba: “Mucho
tiempo, como ustedes saben, dediqué a ese Casino, y cuánto me alegra ver que
sobrevive después de tantos años y peripecias, siendo actualmente la única
sociedad recreativa y cultural que se mantiene en pie en nuestro Puerto de la
Cruz”. ¿Y saben la última? La mayoría de miembros de la mencionada Junta de
Gobierno pertenece al gremio de los pensionistas. Con lo que,
indefectiblemente, volvemos al párrafo anterior, puesto que, por lo visto, nos
sentimos en la obligación de demostrarle al mundo de que aún somos capaces. Ahí
tienen el cuadro de presidentes hasta el año 2000. Cuando se actualice, como
socio de la misma, propondré que se ponga un lazo bien negro que sintetice el
periodo de esta última docena de años. O más, que lo mismo me quedo corto. No,
yo no soy oriundo del lugar, pero existen lazos familiares más que evidentes.
Felicidades a mis incondicionales lectores. Porque me consta
la diaria ración de lectura. Motivo que me anima a plasmar pareceres por
escrito. A ellos, que me entienden, mi reconocimiento. Y a los que interpretan
mis escritos en el sentido que les viene en gana e, incluso, son capaces de
argumentar que yo he redactado lo que no aparece en el post, mis más cordiales
saludos asimismo. Uno no debe perder la esperanza de que la comprensión lectora
vaya mejorando poco a poco. Mi invitación, pues, a que sigan leyendo. Y el agradecimiento
por hacerme publicidad. Les pediría, no obstante, un respetito, aunque cada
cual se define como mejor crea oportuno. Tengo entendido que el derecho al
insulto no está recogido en manual alguno. Cuando las visitas cada jornada
alcanzan los tres dígitos (excepcionalmente hasta cuatro), qué más puedo pedir.
Los periódicos al uso se rifarían tales cantidades de ventas.
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