lunes, 12 de marzo de 2018

Felicidades

A todas las mujeres por el elevado grado de participación en los actos programados este pasado 8 de los corrientes. Ha sido, sin ningún género de dudas, una gran lección a tener en cuenta. Pero que no quede todo ahí. Es menester seguir en la brega. Porque somos muy dados a dar el callo en un instante determinado y luego volver a las andadas. Aunque entiendo que esta aldabonazo va a permanecer grabado en la memoria colectiva y significará, a buen seguro, el comienzo de una nueva época. No obstante, cabe la conveniente excepción. El papel del Partido Popular y Ciudadanos (cada día que pasa se le ve a este último idénticos rejos, que los traducen en comportamientos tan miméticos que diríase son calcos, o marcas blancas; a pesar de los postureos de Rivera y Arrimadas, hasta eso se pega) ha significado un vergüenza nacional. Más acentuada en aquellas militantes con responsabilidades en cargos públicos, que, con sus maneras de querer ocultar lo evidente, han mostrado ante la sociedad la cara más facha, carca y rancia; actitudes retrógradas en una España del siglo XXI. Sin excepción, porque ni siquiera en niveles locales han sido capaces de percatarse de un error que, ojalá, les implique notorias consecuencias en los futuros embates electorales. Para que aprendan, diríase.
A todos los pensionistas que han puesto al país en pie de guerra (lucha o combate, en sentido moral). Porque el colectivo estaría dispuesto a sacrificarse, una vez más, si se diese igualdad de circunstancias en el resto de ámbitos. Como el sistema de pensiones no se sostiene al faltar la valentía política de modificar las reglas de juego para que la contribución al fondo se haga de manera proporcional, cerramos el grifo y gastamos más en enviar las cartas de la ignominia que en incrementar la percepción mensual. Los viejos han dicho –hemos dicho– que basta ya de atropellos. Que no parece muy lógico seguir alimentando al que ya está gordo, mientras mantenemos a régimen a los que llegar a final de mes les supone seguir añadiendo cuestas a la consabida de enero o agujeros al cinturón. Ni un paso atrás. Y fuera el sambenito de conservadores. Hagamos cuentas, simplemente. Somos el partido con mayor número de afiliados. Y con diferencia.
A la nueva Junta Directiva de la Sociedad Valle de Taoro (Las Dehesas, Puerto de la Cruz) que, tras su elección en el pasado mes de enero, y bajo la presidencia de Domingo García Díaz (quien vuelve para intentar que segundas partes sean buenas) ansía a marchas forzadas que el denominado Casino no se venga abajo. Así, literalmente. Los rectores de estos últimos años casi acaban con una historia que se aproxima al siglo de existencia. Han tenido el indudable honor de erigirse como protagonistas de la etapa más oscura de una entidad que había sabido mantener viva la llama de la concordia en el barrio. No sé si sería preferible aconsejar a quien plasme en papeles los avatares de estos últimos veinticinco años (los 75 anteriores, afortunadamente, se imprimieron en su momento) que corra tupido velo o que haga público el desastre habido, siquiera sea para que no vuelva a repetirse. Cómo dejaron las instalaciones. Qué calamidad. Cuánta pérdida. Pero saldrán adelante. Seguro. Y en ello están. Para que aquellos entusiastas deheseros de los años veinte del pasado siglo no se remuevan en sus tumbas. Y para dar fe de las palabras de Florencio Sosa, quien en carta fechada el 4 de abril de 1972 al tiempo que se excusaba por no poder asistir a los actos de las Bodas de Oro, plasmaba: “Mucho tiempo, como ustedes saben, dediqué a ese Casino, y cuánto me alegra ver que sobrevive después de tantos años y peripecias, siendo actualmente la única sociedad recreativa y cultural que se mantiene en pie en nuestro Puerto de la Cruz”. ¿Y saben la última? La mayoría de miembros de la mencionada Junta de Gobierno pertenece al gremio de los pensionistas. Con lo que, indefectiblemente, volvemos al párrafo anterior, puesto que, por lo visto, nos sentimos en la obligación de demostrarle al mundo de que aún somos capaces. Ahí tienen el cuadro de presidentes hasta el año 2000. Cuando se actualice, como socio de la misma, propondré que se ponga un lazo bien negro que sintetice el periodo de esta última docena de años. O más, que lo mismo me quedo corto. No, yo no soy oriundo del lugar, pero existen lazos familiares más que evidentes.
Felicidades a mis incondicionales lectores. Porque me consta la diaria ración de lectura. Motivo que me anima a plasmar pareceres por escrito. A ellos, que me entienden, mi reconocimiento. Y a los que interpretan mis escritos en el sentido que les viene en gana e, incluso, son capaces de argumentar que yo he redactado lo que no aparece en el post, mis más cordiales saludos asimismo. Uno no debe perder la esperanza de que la comprensión lectora vaya mejorando poco a poco. Mi invitación, pues, a que sigan leyendo. Y el agradecimiento por hacerme publicidad. Les pediría, no obstante, un respetito, aunque cada cual se define como mejor crea oportuno. Tengo entendido que el derecho al insulto no está recogido en manual alguno. Cuando las visitas cada jornada alcanzan los tres dígitos (excepcionalmente hasta cuatro), qué más puedo pedir. Los periódicos al uso se rifarían tales cantidades de ventas.

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