martes, 27 de marzo de 2018

Peña Los Roques

El pasado 22 de este mes quedó constituida, en el seno de la agrupación socialista realejera, la Peña Los Roques. Denominación que obedece a dos apuntes. El uno, ese lugar emblemático de nuestra costa. El otro, que aún nos sentimos con las suficientes fuerzas como para aportar dosis de ilusión en un pueblo necesitado de modos menos unipersonales. Fue una primera toma de contacto a la que acudimos una docena. Con doce empezó un tal Jesús hace más de dos milenos y ya tiene un mogollón de seguidores. No abarca tanto nuestra pretensión, pero seguro que en los sucesivos encuentros el número se incrementará. Nuestro catálogo de intenciones queda reflejado en estas seis décimas. El primer paso está dado y como a ciertas edades la testarudez es característica singular, continuaremos. Quedamos abiertos a cuantas indicaciones estimen ustedes menester. Presumimos de tiempo para analizarlas. Y como ya no requerimos tantas calorías, no tenemos muchos calderos al fuego para atender. Disponibilidad full a la Villa de Viera. A un proyecto en el que la participación no venga marcada por la tutela edilicia.

Un grupo de veteranos
entra de nuevo en escena,
al sentir tremenda pena
del proceder de livianos.
Proyectan unir sus manos
en un deseo común,
y no seguir al tuntún
cada uno por su lado:
toca subir al estrado,
pues son útiles aún.

Contemplan anonadados
que ahora humo nos venden,
y con las fotos pretenden
tenernos entusiasmados.
Pero están equivocados
con los viejos del lugar,
que no se van a callar
las tremendas tonterías
que observan todos los días
sin dejarse encandilar.

Intentan todos unidos
recuperar la confianza,
romper juntos una lanza
con fundamentos debidos.
Ya no habrá más balbucidos
ni mensajes timoratos,
no nos valen los retratos
ni poses del bien quedar,
y debemos recordar
que no somos cuatro gatos.

No aguantan las boberías
que por las redes sociales
difunden corresponsales
de abundantes dioptrías.
Ya está bien de ñoñerías
con tintes de cuento chino,
para regir el destino
de este pueblo realejero,
se necesita un obrero
como la copa de un pino.

Si la experiencia es un grado,
con los años que arrastramos,
lo mismo un buen susto damos
a quien vive muy confiado.
Un colectivo enfadado
merece más comprensión,
porque si pasa a la acción
hará temblar los cimientos
de los que viven de cuentos
sin prestarnos atención.

Vamos, manos a la obra,
adelante sin complejos,
cambiará nuestro Realejos
si la ilusión se recobra.
En la Peña nadie sobra
a la hora de aportar;
las puertas, de par en par,
no existe traba ni veto,
pues el único secreto
consiste en saber sumar.

Queda abierto el buzón de sugerencias. Hasta mañana.

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