Hay ocasiones en que no sé si escuchar de nuevo a Los Bajip,
si perderme en cualquier recoveco de El Cedro o ponerme a silbar en lo alto de
Garajonay. Otras veces me sumerjo en un mar de dudas y pienso en matricularme
en cualquier máster, que ya me lo aprobarán algún día. Y las más, en
desconectarme de todo artilugio que sea capaz de transmitirme información, para
no saber nada de nada, opaco total.
Te juro que hay dos personajes que me conquistan de tal
manera que no puedo resistirme a felicitarlos por la ayuda inestimable que le
prestan a este humilde Desde La Corona. Son una fuente de inspiración
permanente. Unos modelos en los que la coherencia brilla por su ausencia. Dos
astros del celuloide político que han hecho posible que el incremento del número
de visitas, cuando comento cualquier aspecto informativo relacionado con ambos,
me asombre. Porque no es normal que un blog pueblerino pueda ver reflejado en
su marcador cantidades que alcanzan los cuatro dígitos. Nada me sorprendería
verme como protagonista de un comentario de texto en cualquier facultad
universitaria. Porque lo de transitar por los pasillos de la otrora sede de la
Sociedad Musical Santa Cecilia, en la Teobaldo Power santacrucera, ya no me es
extraño. Ahora los músicos han sido desplazados para que nos toquen otros los
timbales.
El primero de ellos vive en mi pueblo. El segundo, en mi
otra patria chica. Y es a este último al que le toca hoy. Tenía nuestro hombre
unos seis años y medio cuando este juntaletras
pisó por vez primera tierras colombinas. No sé si ya iba a la escuela o hacía
prácticas de camuflaje por los molleros de Vegaipala. Como mi residencia estaba
en Las Mimbreras, y los incipientes medios de comunicación no permitían
demasiados alardes, me tuve que conformar con ir por las tardes a pasar un rato
en la Ermita. Para mayor desgracia, a los inquilinos de la caseta de los
realejeros nos tocó guardia el día que se fueron todos de marcha al punto más
alto de la isla. El próximo agosto se cumplirán 56 años de aquella odisea. Que
va a resultar una simple anécdota al lado de las andanzas del todopoderoso
regidor. Porque al igual que Los Sabandeños nacieron el mismo día que pegó su
primer llanto Elfidio Alonso (Julio Fajardo dixit), La Gomera surgió de las
profundidades marinas cuando Casimiro inundó quebradas, barrancos y laderas con
su primer silbido. ¿Hautacuperche? Mera fábula.
Hace apenas unas horas que en la tribuna del Parlamento de
Canarias se escuchó: “Vine aquí para denunciar que hemos creado una sociedad
injusta, donde unos tienen demasiado y otros demasiado poco, donde se está
produciendo la concentración de la riqueza en unas pocas manos y la expansión
de la pobreza entre muchas”.
Esa noche se quedó a dormir en uno de los inmuebles
tinerfeños porque quedaba pendiente la intervención final y la votación de las
propuestas de resolución. Lo de las dietas lo estás pensado tú. Sí, Casimiro,
coincido contigo (ves que no siempre te llevo la contraria) en que unos tienen
demasiado. Pregunten a ‘San Google’ acerca del patrimonio de Curbelo y lo que
te encuentras es tan llamativo como elevado, y choca frontalmente con ese
espíritu de servicio público del que tanto alardea, presume y se jacta. De
boquilla, porque si un día mira detrás del espejo… volverá a mandarse muy
fuerte carcajada. Cuánto se eternizan los expedientes en el único juzgado
gomero. En ninguno de ellos figuro yo. ¿Y tú, estimado presidente? ¿Condenas?
¿Código ético? Esa sociedad injusta a la que aludes, ¿la habré creado yo? Así
que no generalices y bórrame de esa lista en la que tú sí figuras. Y con letras
grandes. Qué autorretrato más perfecto cuando pontificas riquezas en pocas
manos y pobreza, cuando no miseria, en bastantes. A lo mejor la Torre del Conde
hubiese sido mejor escenario.
No, hoy es viernes y no quiero extenderme. Mis lectores se
merecen un respeto. Van otras perlas:
“Hay fuerzas políticas que están más interesadas en donde
está el granero de votos”.
“Las islas no pueden seguir dependiendo del humor del
Gobierno de turno, que nos abra y cierre el grifo en función de sus intereses
políticos”.
“Debemos reforzar el sector primario ya que el modelo
productivo actual no llega a las familias más necesitadas”
“Evitar la precarización del empleo”.
“Adoptar las medidas oportunas para abaratar el precio del
combustible”.
Podría comenzar por el granero de votos o por el precio del combustible. O quizás por
sus intereses políticos o la precarización del empleo. Es que me lo pones en
bandeja, por no escribir a huevo. Ni a Fernando VII ni a Felipe II. Es que ya
hemos espabilado, señor diputado. Y establecemos comparaciones. Mi alcalde sale
del pueblo y se transforma. Tú embarcas en Fred Olsen (¿otra vez?, que los
billetes los abona Carolina; lo de la cuchipanda en el restaurante de La Laguna
Grande nada tiene que ver; haz el favor de no ser mal pensado, estimado
fisgoneador) y sin alcanzar la TF-1 (ni punto de semejanza con el asfalto de
las tuyas) ya te estás colocando el clériman
y sacando la biblia del maletín. Lo tuyo es transfiguración. En fino. En
lenguaje coloquial, cinismo a la enésima. Nada, por Dios, gracias a ti. Seguiré
yendo, claro. En cada estancia convenzo a un par. Ya sabes, grano a grano…
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