viernes, 23 de marzo de 2018

Dicen que te vas...

Hay ocasiones en que no sé si escuchar de nuevo a Los Bajip, si perderme en cualquier recoveco de El Cedro o ponerme a silbar en lo alto de Garajonay. Otras veces me sumerjo en un mar de dudas y pienso en matricularme en cualquier máster, que ya me lo aprobarán algún día. Y las más, en desconectarme de todo artilugio que sea capaz de transmitirme información, para no saber nada de nada, opaco total.
Te juro que hay dos personajes que me conquistan de tal manera que no puedo resistirme a felicitarlos por la ayuda inestimable que le prestan a este humilde Desde La Corona. Son una fuente de inspiración permanente. Unos modelos en los que la coherencia brilla por su ausencia. Dos astros del celuloide político que han hecho posible que el incremento del número de visitas, cuando comento cualquier aspecto informativo relacionado con ambos, me asombre. Porque no es normal que un blog pueblerino pueda ver reflejado en su marcador cantidades que alcanzan los cuatro dígitos. Nada me sorprendería verme como protagonista de un comentario de texto en cualquier facultad universitaria. Porque lo de transitar por los pasillos de la otrora sede de la Sociedad Musical Santa Cecilia, en la Teobaldo Power santacrucera, ya no me es extraño. Ahora los músicos han sido desplazados para que nos toquen otros los timbales.
El primero de ellos vive en mi pueblo. El segundo, en mi otra patria chica. Y es a este último al que le toca hoy. Tenía nuestro hombre unos seis años y medio cuando este juntaletras pisó por vez primera tierras colombinas. No sé si ya iba a la escuela o hacía prácticas de camuflaje por los molleros de Vegaipala. Como mi residencia estaba en Las Mimbreras, y los incipientes medios de comunicación no permitían demasiados alardes, me tuve que conformar con ir por las tardes a pasar un rato en la Ermita. Para mayor desgracia, a los inquilinos de la caseta de los realejeros nos tocó guardia el día que se fueron todos de marcha al punto más alto de la isla. El próximo agosto se cumplirán 56 años de aquella odisea. Que va a resultar una simple anécdota al lado de las andanzas del todopoderoso regidor. Porque al igual que Los Sabandeños nacieron el mismo día que pegó su primer llanto Elfidio Alonso (Julio Fajardo dixit), La Gomera surgió de las profundidades marinas cuando Casimiro inundó quebradas, barrancos y laderas con su primer silbido. ¿Hautacuperche? Mera fábula.
Hace apenas unas horas que en la tribuna del Parlamento de Canarias se escuchó: “Vine aquí para denunciar que hemos creado una sociedad injusta, donde unos tienen demasiado y otros demasiado poco, donde se está produciendo la concentración de la riqueza en unas pocas manos y la expansión de la pobreza entre muchas”.
Esa noche se quedó a dormir en uno de los inmuebles tinerfeños porque quedaba pendiente la intervención final y la votación de las propuestas de resolución. Lo de las dietas lo estás pensado tú. Sí, Casimiro, coincido contigo (ves que no siempre te llevo la contraria) en que unos tienen demasiado. Pregunten a ‘San Google’ acerca del patrimonio de Curbelo y lo que te encuentras es tan llamativo como elevado, y choca frontalmente con ese espíritu de servicio público del que tanto alardea, presume y se jacta. De boquilla, porque si un día mira detrás del espejo… volverá a mandarse muy fuerte carcajada. Cuánto se eternizan los expedientes en el único juzgado gomero. En ninguno de ellos figuro yo. ¿Y tú, estimado presidente? ¿Condenas? ¿Código ético? Esa sociedad injusta a la que aludes, ¿la habré creado yo? Así que no generalices y bórrame de esa lista en la que tú sí figuras. Y con letras grandes. Qué autorretrato más perfecto cuando pontificas riquezas en pocas manos y pobreza, cuando no miseria, en bastantes. A lo mejor la Torre del Conde hubiese sido mejor escenario.
No, hoy es viernes y no quiero extenderme. Mis lectores se merecen un respeto. Van otras perlas:
“Hay fuerzas políticas que están más interesadas en donde está el granero de votos”.
“Las islas no pueden seguir dependiendo del humor del Gobierno de turno, que nos abra y cierre el grifo en función de sus intereses políticos”.
“Debemos reforzar el sector primario ya que el modelo productivo actual no llega a las familias más necesitadas”
“Evitar la precarización del empleo”.
“Adoptar las medidas oportunas para abaratar el precio del combustible”.
Podría comenzar por el granero de votos  o por el precio del combustible. O quizás por sus intereses políticos o la precarización del empleo. Es que me lo pones en bandeja, por no escribir a huevo. Ni a Fernando VII ni a Felipe II. Es que ya hemos espabilado, señor diputado. Y establecemos comparaciones. Mi alcalde sale del pueblo y se transforma. Tú embarcas en Fred Olsen (¿otra vez?, que los billetes los abona Carolina; lo de la cuchipanda en el restaurante de La Laguna Grande nada tiene que ver; haz el favor de no ser mal pensado, estimado fisgoneador) y sin alcanzar la TF-1 (ni punto de semejanza con el asfalto de las tuyas) ya te estás colocando el clériman y sacando la biblia del maletín. Lo tuyo es transfiguración. En fino. En lenguaje coloquial, cinismo a la enésima. Nada, por Dios, gracias a ti. Seguiré yendo, claro. En cada estancia convenzo a un par. Ya sabes, grano a grano…

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