Este pasado domingo tuve que desconectarme. Saben que mi
único recurso para tal menester es el ordenador. Después de la aparición del
cadáver del niño (Gabriel) en Almería no pude aguantar la avalancha de
comunicados que se iban sucediendo en Facebook. Y la edad requiere procesos
selectivos en aras de la subsistencia. A estas alturas de la vida es la mente
un aspecto a conservar. Porque los deterioros neuronales producen daños
irreversibles. Y cuando falla la cabeza, síntoma inequívoco de la rampa
descendente.
En la república federal de los Estados Unidos de América
existe casi carta blanca para la posesión de armas de fuego. Es más, ese
portento de presidente que tienen en la actualidad ha propuesto que los
profesores vayan a sus clases debidamente pertrechados por si algún alumno
díscolo se sale del tiesto y hay que pararle las patas al más puro estilo Far
West. Vamos, que el propio Marcial Lafuente Estefanía se le quedaría corto con
aquellos disparos de precisión milimétrica entre ceja y ceja. En varios de esos
estados se halla aún implantada la pena de muerte. Medida a la que más de uno,
siempre en caliente, recurre cada vez que se tiene conocimiento de un hecho
luctuoso. Y basta echar una visual a las estadísticas de delincuencia para
concluir que a peor la mejoría.
No podía ser menos en la presente ocasión. Proliferaron los
llamados a recursos mucho más drásticos, a cortar por lo sano. Como en otras
tantas situaciones, bien cercanas algunas de ellas. No esperamos siquiera a que
la investigación concluya para emitir un veredicto. Ni juicios, ni presunción
de inocencia. A la horca directamente. O a la silla eléctrica. O a sajar
anatomías en cachitos.
Rularon las fotografías del escarnio. Los juicios de valor
fueron subiendo de tono. Se impone el espectáculo, el morbo, el linchamiento,
sin más. Arden las redes sociales y los medios de comunicación al uso no se
quedan a la zaga. Las audiencias reclaman circo. Démosle al populacho dosis,
grandes o pequeñas, a convenir.
Con animadversiones y venganzas solo logramos un mundo peor.
Es en circunstancias como esta cuando debemos demostrar que en algo nos
diferenciamos del resto de animales. Aun en el dolor más profundo, no podemos
perder el norte de la racionalidad. Y las redes sociales, notable invento para
nobles causas, se han convertido en plataformas que destilan odios y reclaman
represalias. Ya lo manifesté cuando no ha tanto hubo un suceso lamentable en
los altos de nuestro pueblo y vuelvo ahora a machacar en hierro frío.
Dejemos que actúen quienes deben hacerlo. Y a nosotros
corresponde mostrar solidaridad con los afectados. Los creyentes que eleven
oraciones por un mundo mejor, por ese capítulo de buenas intenciones que
siempre recordamos en trances como el que nos concita. Y los que no estamos por
la labor de ese más allá, sigamos apostando por una sociedad diferente. No
carguemos culpas en la sufrida escuela que se ve impotente ante los desmanes
familiares. Repasen casuísticas y comprobarán que, salvo las excepciones de
rigor, estos hechos siempre se enraízan en terrenos donde fallan los abonos de
la concordia y la sintonía. Donde las entendederas dan paso a los bajos
instintos.
La libertad de expresión sigue chocando con el
sensacionalismo más abyecto. La información veraz brilla por su ausencia.
Marcan la diferencia criterios de venta y popularidad pasajera. Las primicias
se deben a prontos. Remataremos con más minutos de silencio y pondremos de
manifiesto el rostro compungido. Inmortalizaremos el instante, que
publicitaremos convenientemente en cuanto foro pueda estar a nuestro alcance.
…
La redacción de los párrafos anteriores concluyó cuando la
tarde del domingo de marras declinaba. Ahora es ya la mañana del lunes, el día
siguiente, el que te posibilita el necesario reposo y la pertinente distancia
horaria para acometer con más calma la debida puesta a punto tras el sueño
reparador.
Después de las gestiones propias de la edad (piscina, pateo,
asuntos de bolsa –el pan, la basura– y otras menudencias), se enciende el
ordenador para la diaria ración de cultura:
“La Guardia Civil sospecha que la asesina de Gabriel no
actuó sola”. (El Mundo)
“La Guardia Civil cree que la detenida actuó sola”. (El
País)
Y yo me solivianto por las redes sociales. Mandemos la
justicia a freír chuchangas y pasemos directamente al desquite revólver en
mano. Armémonos todos. Tengamos el Colt 45, de cañón largo, siempre engrasado.
El problema será elegir al sheriff entre tanto enterado…
NO, ASÍ NO.
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