martes, 13 de marzo de 2018

No, así no

Este pasado domingo tuve que desconectarme. Saben que mi único recurso para tal menester es el ordenador. Después de la aparición del cadáver del niño (Gabriel) en Almería no pude aguantar la avalancha de comunicados que se iban sucediendo en Facebook. Y la edad requiere procesos selectivos en aras de la subsistencia. A estas alturas de la vida es la mente un aspecto a conservar. Porque los deterioros neuronales producen daños irreversibles. Y cuando falla la cabeza, síntoma inequívoco de la rampa descendente.
En la república federal de los Estados Unidos de América existe casi carta blanca para la posesión de armas de fuego. Es más, ese portento de presidente que tienen en la actualidad ha propuesto que los profesores vayan a sus clases debidamente pertrechados por si algún alumno díscolo se sale del tiesto y hay que pararle las patas al más puro estilo Far West. Vamos, que el propio Marcial Lafuente Estefanía se le quedaría corto con aquellos disparos de precisión milimétrica entre ceja y ceja. En varios de esos estados se halla aún implantada la pena de muerte. Medida a la que más de uno, siempre en caliente, recurre cada vez que se tiene conocimiento de un hecho luctuoso. Y basta echar una visual a las estadísticas de delincuencia para concluir que a peor la mejoría.
No podía ser menos en la presente ocasión. Proliferaron los llamados a recursos mucho más drásticos, a cortar por lo sano. Como en otras tantas situaciones, bien cercanas algunas de ellas. No esperamos siquiera a que la investigación concluya para emitir un veredicto. Ni juicios, ni presunción de inocencia. A la horca directamente. O a la silla eléctrica. O a sajar anatomías en cachitos.
Rularon las fotografías del escarnio. Los juicios de valor fueron subiendo de tono. Se impone el espectáculo, el morbo, el linchamiento, sin más. Arden las redes sociales y los medios de comunicación al uso no se quedan a la zaga. Las audiencias reclaman circo. Démosle al populacho dosis, grandes o pequeñas, a convenir.
Con animadversiones y venganzas solo logramos un mundo peor. Es en circunstancias como esta cuando debemos demostrar que en algo nos diferenciamos del resto de animales. Aun en el dolor más profundo, no podemos perder el norte de la racionalidad. Y las redes sociales, notable invento para nobles causas, se han convertido en plataformas que destilan odios y reclaman represalias. Ya lo manifesté cuando no ha tanto hubo un suceso lamentable en los altos de nuestro pueblo y vuelvo ahora a machacar en hierro frío.
Dejemos que actúen quienes deben hacerlo. Y a nosotros corresponde mostrar solidaridad con los afectados. Los creyentes que eleven oraciones por un mundo mejor, por ese capítulo de buenas intenciones que siempre recordamos en trances como el que nos concita. Y los que no estamos por la labor de ese más allá, sigamos apostando por una sociedad diferente. No carguemos culpas en la sufrida escuela que se ve impotente ante los desmanes familiares. Repasen casuísticas y comprobarán que, salvo las excepciones de rigor, estos hechos siempre se enraízan en terrenos donde fallan los abonos de la concordia y la sintonía. Donde las entendederas dan paso a los bajos instintos.
La libertad de expresión sigue chocando con el sensacionalismo más abyecto. La información veraz brilla por su ausencia. Marcan la diferencia criterios de venta y popularidad pasajera. Las primicias se deben a prontos. Remataremos con más minutos de silencio y pondremos de manifiesto el rostro compungido. Inmortalizaremos el instante, que publicitaremos convenientemente en cuanto foro pueda estar a nuestro alcance.
La redacción de los párrafos anteriores concluyó cuando la tarde del domingo de marras declinaba. Ahora es ya la mañana del lunes, el día siguiente, el que te posibilita el necesario reposo y la pertinente distancia horaria para acometer con más calma la debida puesta a punto tras el sueño reparador.
Después de las gestiones propias de la edad (piscina, pateo, asuntos de bolsa –el pan, la basura– y otras menudencias), se enciende el ordenador para la diaria ración de cultura:
“La Guardia Civil sospecha que la asesina de Gabriel no actuó sola”. (El Mundo)
“La Guardia Civil cree que la detenida actuó sola”. (El País)
Y yo me solivianto por las redes sociales. Mandemos la justicia a freír chuchangas y pasemos directamente al desquite revólver en mano. Armémonos todos. Tengamos el Colt 45, de cañón largo, siempre engrasado. El problema será elegir al sheriff entre tanto enterado…
NO, ASÍ NO.

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