lunes, 19 de marzo de 2018

Inmoralidad

¿Cuánto cobra?, me preguntó la pasada semana un viejo amigo, que no amigo viejo. Uno de los que sentó las bases allá por la década de los ochenta del pasado siglo. Que dedicó muchas horas de su tiempo libre a una noble causa. Sin pedir nada a cambio. Solo bienestar para sus vecinos a base de esfuerzos e ingenio –el dinero era tan escaso que cualquier comparación con la época actual se desmoronaría cual castillo de naipes– y de lucha denodada para cimentar unos servicios básicos que permitieran una vida digna a los realejeros. Sobre todo, y ahí se enfocaron abundantes energías, a las zonas de medianías, que sufrían abandono secular.
En la charla surgió, ineluctablemente, el cómodo (y, a la par, obsceno) papel que desarrolla nuestro alcalde. Más preocupado en hallar un hueco en su complicada agenda, que le permita la sesión semanal de fotos en las obras que acomete el Cabildo (80% del presupuesto), porque ha de atender otros calderos que reclaman su presencia.
Llegamos, pues, a la conclusión de que Manuel Domínguez comete tamaña inmoralidad con el pueblo que religiosamente le paga sus buenos cuartos mensuales. Porque él, como contrapartida a tan generoso estipendio, se ausenta del municipio en más de la mitad de los días. Basta un simple repaso por las publicaciones en el Boletín Oficial de la Provincia. Que no reproducen dicho anuncios todas las desapariciones. Ni mucho menos. Cuando estas no exceden de las 24 horas, ni se contabilizan. Pero el cómputo total de horas que el señor alcalde dedica a su otro cargo institucional (consejero en el Cabildo Insular) y, sobre todo, al orgánico dentro del esquema de su partido, es de tal calibre que ya alguno de los suyos ha planteado la preocupación. Porque si a las protestas con las que viene tropezando el PP a nivel nacional (la gestión de Rajoy es todo un dechado de virtudes), se le unen los amagos contestatarios de quienes creyeron ciegamente en las posibilidades de Manolo plasmadas en el programa electoral de 2015, puede derivar en un cóctel explosivo bastante interesante.
Pues sí, estimado amigo, sabemos que cobra (acuerdo plenario de 25 de junio de 2015) 55.000 euros anuales, es decir, 4.583,33 euros cada mes. Y eso porque el Gobierno Nacional tuvo que fijar unos topes en función de la población, porque cada cual hacía en su municipio lo que le venía en gana. El señor Domínguez, y es solo uno de los tantos ejemplos, cobraba en el anterior mandato (2011-2015) la nada despreciable cantidad de 66.848 euros. Luego, sin rubor alguno, argumentan que los recursos son limitados y los pensionistas deben manifestarse para que pongan fin a la afrenta a la que están sometidos.
Pero es que al otro señor de la foto, el todopoderoso director de seguridad, el ínclito Marrón, se le ha asignado el nivel 30 de complemento de destino y 39.000 euros anuales de complemento específico, lo que redondea la nada despreciable cantidad de 65.300 euros (año), o 5.441,86 euros cada mes. Al que sepa si ha realizado alguna otra misión que no sea la copia de un Plan de Emergencias, que lo ponga en mi conocimiento, por favor, para no seguir cometiendo una injusticia con tan abnegada y sacrificada labor.
Y ustedes se preguntarán cómo es posible que un subordinado cobre más que el jefe. Te respondería que para lo que se halla presente en el pueblo, hasta una obscenidad me parece. Si hago la comparación con cualquier otro que tenga un contrato de x horas y lo hacen currar el doble, ya me contarás. O de cualquiera de las pensionistas que se privan porque el muchacho les estampe dos besos en cada encuentro casual en esos ratos libres en que se le ve de compras. Puede que alguna haya ido este pasado sábado a manifestarse en la capital. A ver si el Teide provoca un fuerte meneo y despierta más de una. O de uno.
Cuando a un político se le interpela para que dé a conocer lo que percibe de las arcas públicas, recurre al subterfugio de enviarte a consultar al boletín oficial oportuno. O la página web de la institución. Como si todos estuviésemos capacitados para semejante sacrificio informático. Y si logras superar el escollo, te puedes encontrar con la desagradable sorpresa de que no está operativa o no detalla lo que a ti te interesa (dinero contante y sonante), sino que te remite a vericuetos normativos que te dejan en treinta y tres.
Manolo es consejero del Cabildo. Y su grupo político en la institución insular tiene asignada una cantidad. Amén de las percepciones por asistencia a sesiones plenarias o comisiones informativas. ¿Es un añadido al salario no merecido por su cargo de alcalde realejero? Que lo demuestre él. Con papeles. Porque si yo sostengo que soy licenciado en cualquier materia, tendré que ratificarlo con el título pertinente. De cajón, entiendo.
Manolo es presidente insular del Partido Popular. Y miembro de la Ejecutiva Nacional. Por lo que entre viajes a Madrid y garbeos por estas islas, en el despacho de la Avenida de Canarias van a salir telarañas. Tampoco se recata mucho y las fotos y comparecencias ante los medios de comunicación durante el ejercicio de este otro cargo orgánico, y a cualquier hora del día, nos ponen de manifiesto, bien a las claras, que lo de las ausencias en la Villa de Viera no es invento de mente calenturienta.
¿Se paga Domínguez de su bolsillo el importe de viajes y traslados, amén de manutención y estancia? Seguro que tú, estimado lector, al igual que yo, vamos a coincidir en que no. Por lo tanto, ¿hay suplemento monetario a cargo de la formación política? El viejo amigo de la conversa y un servidor colegimos que sí. Si sumamos todos los ingredientes, lo mismo vuelve a alcanzar el montante de los 55.000 euros actuales los 66. 848 de hace unos años, con lo quedaría demostrado que de rebaja nada de nada.
¿Es caro un político si se dedica en cuerpo y alma al cargo, en nuestro caso a la alcaldía de Los Realejos? Pienso que no. Pero no nos convencen los efectos colaterales. Si comparamos los avances y logros en el pueblo con etapas anteriores en cualquier tipo de infraestructuras, comprobamos que ahora se vive de las rentas. Y poco más que el mantenimiento de los servicios que a todo ayuntamiento se le presupone. Perdón, gracias, Cabildo. ¿Son necesarios tantos liberados y cargos de confianza para tan escasos hechos, aunque nos vendan cualquier nimiedad como un avance significativo en la sesión fotográfica de rigor? El viejo amigo y yo, que ya estuvimos en la brega, estimamos que no. Y que la actuación de Manuel Domínguez al frente del Consistorio constituye el mayor fraude al que se ha visto sometido este municipio desde el lejano 1979. La villa no se merece un representante al que el calificativo de ausente comienza a quedarle corto. Es, en suma, una inmoralidad. Despierta, pueblo mío.

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