Melodie Mendoza, diputada del grupo mixto (ASG) en el
Parlamento de Canarias, ha solicitado más inspectores de Educación en las islas
no capitalinas. Y basa su petición en una serie de consideraciones que ni me
voy a molestar en reproducir. Por banales, por inconsistentes, por demagogas,
por ignorancia. Porque mejor haría la política gomera en recorrer la isla para
comprobar la realidad de colegios y escuelas, hablar con los profesores,
comprobar si están satisfechas las necesidades más perentorias, cambiar
impresiones acerca de si las plantillas existentes son las adecuadas o es
menester incrementarlas, y otras menudencias varias, todo ello antes de elevar
propuestas que solo vienen a demostrar que el intento de justificar el
sustancioso sueldo mensual se le puede convertir en arma arrojadiza.
Circunstancia que siempre alguno aprovecha. Como yo, mero ejemplo.
Me da la impresión –y lo averiguaré dentro de bien poco– de
que ni siquiera fue capaz, antes de lanzarse a la aventura, de contactar con
quien ejerce tal función en tierras colombinas. Porque al amigo Carlos Casanova
de Ayala no lo he visto jamás quejarse de que se halle agobiado por el exceso
de centros que debe gestionar. Es más, lo veo contento. Y me consta de que está
llevando a cabo una magnífica labor.
Claro, como la discípula de Casimiro cuenta en su haber con
un máster en Bolsa, debe enfocar su acción siguiendo las directrices emanadas
de la superioridad y que se reducen siempre a idéntica muletilla: dinero,
dinero y más dinero. Todo ello disimulado bajo el barniz de meter en el mismo saco
al resto de islas no capitalinas. Así no se nota tanto el valor del mercadeo de
votos.
Más fácil, aunque menos vistoso, lo hubiese tenido si en vez
de tanta parafernalia hubiese recurrido a intercambiar unas palabras con
Soledad Monzón en cualquier receso. Máxime cuando en la actualidad las
formaciones políticas de ambas vienen a ser uña y carne. Aunque esta modalidad
de interpelar a alguien de la misma cuerda se ha convertido en táctica habitual
en ese vano intento de demostrar que trabajan hasta la extenuación. Son capaces
de escenificar lo inexplicable, cuando les bastaría con un guasap.
¿Y el título? Ya que estamos escribiendo de tonterías, que
no tonterías, no podía dejar de lado esa portentosa idea de Comisiones Obreras
que ha venido a dejar corto el invento de portavozas de Irene Montero. Para
evitar el uso de todos y todas, a partir de ahora enseñaremos a los escolares
que se acostumbren a decir todes. Que
debe ser una variante del bable asturiano. Échale fabes.
Ya me imagino al maestre
haciendo el dictado (o dictade): “Todos
les chiques de la clase deberán
acudir bien vestides cuando toque
hacerse le fote”. Mande hueves. Esto último me salió a mí, no es
que lo haya encargado el profe. O le
profe, para ser más exactes.
Como los modismos se pegan, ¿te imaginas a los tres
diputados de la Agrupación Socialista Gomera silbándose mensajes acordes a
estas nuevas reglas?
–Sí, Casimire, te
copie desde el Morre de Agande. Salgue ahore misme rumbe a Tejiade. Nos vemes
en Jerduñe…
–Perfecte. Yo me halle
en El Reje y les alcance en veinte minutes, mes o menes.
–Vayen ustedes delante
que yo les sigue en cuante puede. Tengue en compromise en le Ville, pere salgue
pitande cuande termine.
–Nosotres iremos,
mientres tante, charlande con le gente…
–Qué gente, si ne vive
nadie. Es un desierte, salve en le fieste.
–¿Y les faroles que ya
vislumbre?
–Medide pere les
elecciones, gilipolle. No han encendide jemés.
Y se cayó la cobertura.
–Me cague en le
mierde.
¿Lloro? Pues no.
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