Se celebró en la sede del Cabildo de Tenerife, este pasado
viernes, esa pomposa sesión plenaria que ha venido a denominarse Debate sobre
el estado de la Isla, a imagen y semejanza de los que acontecen en otras esferas,
verbigracia los de la nación y/o de la nacionalidad (autonómicos). Cuyas
conclusiones no reflejan si las susodichas se hallan en estado de buena esperanza,
o, por el contrario, agonizan para siempre jamás. Se trata de una mera toma de
posiciones ante una cuestión que los ciudadanos solemos ver de manera diferente
a los argumentos que esgrimen los grupos políticos, bien sean de gobierno, bien
sean de la oposición. Después de los discursos, réplicas y contrarréplicas,
todo quedará exactamente igual.
Muchos somos los realejeros, y no me refiero solamente a los
que componemos la Peña Los Roques (colectivo de la tercera juventud que se reúne
periódicamente en el seno de la agrupación socialista realejera; tomen ejemplo
por otros lares), que se nos agota la capacidad de asombro con las ocurrencias de
Manuel Domínguez. Quien, haciendo una excepción a sus reiteradas ausencias a
las convocatorias cabilderas –los cargos orgánicos ya le sobrepasan, aunque a
veces asiste, firma y desaparece; lo de cobrar las dietas lo estás pensando tú–
hizo acto de presencia para echar en cara a Carlos Alonso –cuando ambos visitan
las obras de la Avenida de Canarias o El Castillo (ya saben, 80-20) se
comportan como coleguitas de patio de colegio– que los problemas de movilidad,
económicos, de estrés y de salud a que nos tiene sometidos el colapso de tráfico
se deben a la falta de planificación y adopción de medidas por el mandatario
insular.
Obvió, faltaría más, los millones adeudados por su partido
político, el que ha regido los destinos nacionales en las dos últimas
legislaturas, y que la justicia ha dicho que efectivamente nos corresponden. No
es, pues, pataleta de niño chico el que el consejero del ramo se lo eche en
cara.
Como los realejeros le seguimos abonando la soldada
religiosamente cada mes, a pesar de que por sus desapariciones continuas se la
tiene menos que merecida, y no disfrutamos en el pueblo de esa fluidez en el
tráfico que reclama a otros en el ámbito insular, nos gustaría que en casi
todas las horas del día las entradas y salidas de la Villa de Viera se pudieran
llevar a cabo, con la diligencia que él solo ve cuando, reitero, traspasa las
lindes municipales. Los Barros, Los Cuartos, San Vicente, La Zamora y La
Montaña… Camiones, guaguas, vehículos ligeros… Claro, si no está nunca, cómo se
va a enterar. Y la pléyade de liberados que aquí permanece, punto en boca no sea
que el año próximo pase a incrementar la lista de parados.
CC es una plaga para Tenerife, sentencia. Y no se lo voy a
discutir, para que vea que en algo podemos estar de acuerdo. Pero no es su
grupo un dechado de virtudes para mi villa norteña. Al que reconozco, sin
embargo, que se lo monta muy bien en eso mismo que usted tanto le critica al
presidente del Cabildo. Cuando suelta la guinda de que los representantes del
PP no se van a someter a sus espectáculos mediáticos, ¿no es capaz, siquiera
sea por un segundo, de cerrar los ojos y repasar sus esporádicas apariciones en
el pueblo? Porque ya vive más fuera que dentro. Y cuando viene solo está
pensando en la sesión de fotos. Que tanto han mimetizado sus compañeros de viaje
que ya van sin su paternal compañía a retratarse en la Cruz del Peral, en Palo
Blanco o en Icod el Alto. Cuidado con estos desmadres, que de la confianza nace
el peligro.
Show mediático, le espetó al señor Alonso en el debate de
marras. Y ya van unas cuentas veces que salta con ese estribillo. ¿Cómo es
posible que al menos Ledesma no le recuerde lo que yo intento aconsejarle con
la composición que ilustra este post? Que es un simple y escueto botón del amplísimo
muestrario que podríamos rescatar de redes sociales. Tanto le gusta lo de show
mediático, que se expone a que le restrieguen los bezos. Como yo lo estoy
haciendo ahora mismo. Y te comento, Manolo, que con varios centenares de lectores
–súmales sus familias– mucho posible votante se halla sumido en un mar de dudas.
Hablan conmigo cuando me ven dando el pateo de rigor. Contigo no, porque no te
encuentran. ¿Cómo? Sí, ya sé que son batallitas de abuelo, cosas de viejo. Si
yo te dijera que personajes populares cercanos cuestionan tus asiduos
postureos, ¿me creerías? Vale, vale, perdona. Los endiosamientos son así.
Por las esferas nacionales las aguas bajan muy turbias. Y el
peligro de contagio es evidente. Ya se ha producido alguna deserción en La
Palma. Muchos seguirán agarrados a la teta del poder, pero otros pueden echar a
funcionar las neuronas. Que no te ocurra lo que a CC en el Puerto. Donde para
Juan Carlos Marrero ha sido todo un éxito que en la asamblea para elegir
candidato a la alcaldía no haya habido ni discusiones ni peleas. Para rematar
con “ella [se refiere a Sandra, la elegida] ha dicho que perdió las elecciones
[las de 2015] porque yo iba en el segundo lugar”. Acabarán como en el Realejo.
Gracias, alcalde, sabía que contaba con tu comprensión.
Llega uno a un punto en que solo sirve para dar consejos. Y el que yo vaya a
votar por la candidatura socialista, no significa que nos pierdan las formas.
Es más, un día de estos te dedico una décima. Pero deja ya lo de show mediático.
Estás chingando hacia lo alto y te vas a enchumbar. De nada, hombre, para eso
estamos. A mandar. ¡Uy!, que me olvidaba: Cuando te saquen una foto en el despacho, aparte de agarrar el ratón, que está bien, mira también para la pantalla. Es que, si no, aparte de que algún periodista atrevido pueda poner en duda tus capacidades y títulos, canta sobremanera; más parece un show que otra cosa.