“Lo que me parece triste es que se destierre ahora la figura
de Franco y cuarenta años después esté otro dictador gobernando este país, que
se salta la democracia y que quiere acabar con el Senado a la torera”.
Sin desperdicio el párrafo anterior. Fruto de amplias
cavilaciones de alguien sin seso. Que si lo llegara o llegase a tener, agüita.
Y si el PP la propone como candidata a encabezar la candidatura al Cabildo de
Tenerife, que cuente conmigo. Yo la botaré. Como pienso hacer con ese personaje
que se sienta a su lado en la foto, algo difuminado, así como translúcido, si
hace, como se prevé, doblete, y da el salto al Parlamento. También lo botaré.
Con sumo gusto, aunque no le arriendo las ganancias al pobre de Teobaldo Power.
Sus cantos canarios se ahogarían en el triste lamento de una malagueña.
Creo que acabaríamos con el problema del relleno en los
barrancos de la población sureña. O del este, más bien. De seguir todos mi
consejo, es decir, botar en conciencia a mucho energúmeno que provoca atascos
digestivos, cuando no neuronales, graves carencias resultarían subsanadas. Y de
paso contemplaríamos un horizonte más expedito.
Y ahora en serio, porque uno no debe, ni puede, silenciar
gilipolleces. Es subnormal, carajo. Porque una cosa es buscar notoriedad en ese
prurito político de ubicarse en cualquier pericosa a su alcance, y otra bien
distinta el que nuestros oídos sufran las consecuencias de lo que tanto imbécil
(o imbécila) suelta sin encomendarse a San Pedro ni a la Virgen del Socorro. Si
estos son los ejemplares populares llamados a dirigir los destinos de esta
tierra en un futuro próximo, te juro que los componentes de la tercera juventud
deberemos replantearnos si continuamos en el cómodo retiro o agarramos una
escoba y nos ponemos a barrer. Chiquita falta de ignorancia. Es más, cuando
algún seguidor lameculos de estos lares se percate de que los voy a botar, a
buen seguro que me aplaudirá a rabiar por el cambio. Y es que para tales
eminencias la ortografía es cuestión menor. Cuando los títulos se adquieren, no
deben pagarse servidumbres académicas y de estilo. El abono lleva la etiqueta
del todo incluido.
Y como ya está bien de Carmen Luisa Castro, la del tractor
amarillo, completemos con más guindas:
“Este Gobierno de Sánchez está en minoría y tiene que
dialogar”. De la señora doña Rosa Dávila, consejera de Hacienda de este
archipiélago, portavoz monetaria del ejecutivo de Clavijo, sostenido por una
mayoría parlamentaria tan aplastante, amén de los tres estacones gomeros, que
se pueden permitir el lujo de soltar sandeces como la anteriormente
entrecomillada. Dávila, otro ejemplo más de que se vale para un roto y para un
descosido –basta un ligero repaso a su vida pública–, es fiel seguidora de las
directrices coalicioneras de mendigar ante Madrid al más puro estilo de los que
demandan limosna en las estaciones de metro. De los que, como Casimiro en La
Gomera, solicita se acabe con lo que llaman financiación injusta, mientras
contrata a Juanes para que luzca su camisa negra en las Fiestas Lustrales.
Por cierto, leí en varios digitales de La Colombina un
reportaje sobre las orquestas gomeras que acaba con un solo curbeliano, porque,
por lo visto, también sabe mucho de una de las señas de identidad de aquella
isla. Y como la isla es él…
“Quiero diseñar joyas para el proletariado”. Bien por
Penélope Cruz. Que ya está bien de ducados, marquesados y otras aristocracias
varias. Enjoyémonos todos en la lucha final. Parece que el sello Bardem surte
efectos. La actriz diversifica actividades después de que hace unas fechas
confundiera “cacio” (sinónimo de formaggio o queso) con “cazzo” (que viene a
ser jodido, pero que los italianos usan para referirse al pene de una forma un
tanto vulgar) y se justificó alegando que la traicionó el inconsciente. Uno
echa una visual a esos mundos virtuales para informarse un fisco y capta
diversidad de pareceres acerca de si lo que traiciona es el inconsciente o el
subconsciente. Pero como no tratamos aquí de compararnos con Pérez Reverte y
resto de académicos, quede el hecho como mera anécdota.
Ahora pondré un disco y escucharé una melodía de la Wamampy,
Los Bajip… Añoraré el sonido Pepe Chávez, fallecido en 2016, e invitaré a
Carmen Luisa Castro al mirador de El Lance. Allí, a la sombra de los atributos
del guanche, le pediré que grite bien alto lo que le venga en gana, pero que no
lo imite en su salto al vacío. Acabaremos la noche en una fiesta loca del
Balcón de Higa… Y hasta aquí te puedo contar.
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