De vez en cuando a uno le demandan opinión de varios
asuntos. Como a cualquiera de ustedes, me imagino. Y en estos últimos días,
tres han sido, fundamentalmente, las cuestiones por las que se han interesado
unos estimados amigos, amén de seguidores de este blog. Algo que les agradezco,
porque, casi sin pretenderlo, han dado pie a que un servidor tenga resuelto un
día más el dilema de la elección de la temática a escoger para meditar en La
Corona. Vamos con ellas:
Acerca de la batalla de flores amarillas, qué digo, lazos de
tal color, entablada en Cataluña, y con la que se entretienen dirigentes de ambos
bandos mientras siguen cobrando a fin de mes, debo manifestar mi honda
preocupación por lo que pueda afectar al mercado del plátano, por razones de
matiz obvias. ¿Nos los van a comprar solo aquellos que decoran los espacios
públicos? ¿Cuál será la postura de quienes entienden que el amarillo no favorece
en nada al mobiliario urbano?
Aunque si le damos la vuelta a la tortilla, tardando están
los dirigentes canarios en proponer a los mercados catalanes que lancen una
ofensiva ecológica. En vez de estar despilfarrando dinero en tanto plástico,
compren muchas toneladas del producto típico de nuestra tierra y después de
zamparse la parte comestible, a colgar las cáscaras (pieles) en lugares por los
que no transite mucha gente (por aquello de los resbalones). Acción que se repetirá
cada dos o tres días, sin que haya habido necesidad de retirar los anteriores.
Con la cantidad de monos que andan sueltos, junto a otros bichitos que la
naturaleza brinda, el sistema se retroalimenta. Tendremos la ventaja añadida de
que nadie se va a preocupar en retirar el material biodegradable.
Fue, asimismo, objeto de consulta los dislates de la
alcaldesa de Güímar, quien se postula, eso leí, para encabezar la candidatura
popular al Cabildo de Tenerife. Quién la verá llegar al Palacio Insular
manejando su pala mecánica. Porque después que la vi haciendo prácticas en el
Polígono Industrial, ese que fue decorado con una linda raya azul, debió vender
el fotingo de la fotografía que ilustra este post. Eso sí, al más puro estilo
Francisco Camps.
Yo estoy por asegurar que la calentura sufrida en aquella
famosa cena de mujeres en el Balcón de Higa (La Perdoma), donde se eligieron a
Miss Licenciada en Follometría, Miss Cachonda y Miss Estrecha, y a la que
Carmen Luisa Castro asistió, debió causarle algún tipo de disfunción, eréctil o
no, en el cerebro –que en intimidades no me meto– y la pobre no levanta cabeza
después del evento. Tardando está algún otro dirigente en impartirle unas
lecciones rápidas de mercadotecnia, porque me da que con estas salidas (sin
connotaciones) no va a llegar muy allá.
Debo tener una docena de décimas guardadas entre los meses
de agosto y septiembre (así menté a las carpetas de este 2018 en el apartado de
espinelas sin publicar; ofertas por privado y de uno en uno, por favor) y ahí
se van a quedar porque todavía tengo un fisco más de vergüenza que la
susodicha. ¡Ah!, ya Antona intervino para soltar la lindeza de que ella no
quiso decir eso. Esperemos sentados a que su jefe insular abra la boca para
referirse a la estrella de Sálvame. Lo mismo la Virgen del Socorro se cambia de
nombre este año.
Y la última guarda relación con mi pueblo. Me ha reprochado un
excelente amigo, y mejor atleta, que nunca he escrito nada de la importante
gestión deportiva que se viene haciendo desde el ayuntamiento. Con respecto a
instalaciones, las mismas que existían de mandatos anteriores, salvo los
arreglos de mantenimiento y mejora que toda corporación debe acometer. Muchos
reconocimientos a destacados deportistas del municipio. Bien, sin embargo, ¿es
acaso mérito del equipo de gobierno o del curro personal de quienes dedican
muchas horas al entrenamiento? Se colabora con todas las actividades que se celebren
en la Villa. Qué menos, ¿no?
Aquellos que por razones diversas estamos más relacionados
con otras facetas, nos preguntamos, verbigracia, que para cuándo idénticos
tratamientos a los valores culturales. Ha habido galardones de carácter
supramunicipal, por ejemplo en teatro, que desde el ayuntamiento han silenciado
por razones no del todo claras. ¿Sectarias? Quizás.
De todas maneras, y como lo cortés no quita lo valiente,
recuerdo con respecto a esta concejalía aquel pasaje del Cantar de Mío Cid: Dios, qué buen vasallo si… Y a buen entendedor…
Porque hay dos ediles del grupo popular a los que les tengo especial afecto –en
secreto, para que no se consientan–, pero que se hallan en lugar equivocado. El
tiempo, inexorable cuentadante, me dará la razón cuando el PP deje de gobernar
en el municipio. Que todo se andará.
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