Tras un alto en el camino durante el mes de agosto, y
cumpliendo con lo prometido, aquí estamos de nuevo. No sé si con renovados
bríos, pero al menos con la sana intención de contar cosas. Que no es poco en
esta aldea global. Y donde las nuevas tecnologías han posibilitado tal
avalancha periodística, que dudo de si realmente sabemos más de lo que ocurre
en el mundo o, por el contrario, sufrimos un revoltillo mental de imprevisibles
consecuencias. Caos en el que las redes sociales juegan un papel de suma
trascendencia. Casi siempre, por desgracia, para mal.
Para dar comienzo a este viaje, dos pinceladas de sendas
informaciones aparecidas en la prensa de estas ínsulas en los últimos días del
pasado mes. La primera guarda estrecha relación con mi pueblo. La segunda, con
esa otra isla que ocupa parte importante de la componente sentimental de mi
existencia.
Parece que se retoma la idea de que somos el pueblo con más
fiestas populares de toda la geografía española. Como son varios los periódicos
que dan cuenta de tan magno acontecer, supongo que habrá partido el comunicado
desde algún responsable del equipo de gobierno. De nuestro alcalde, por
ejemplo, que es el prototipo de personaje que anda de ferias casi todo el
tiempo. Solo se le espera en la villa cuando desde protocolo le indican que
debe acudir a felicitar a fulanita o menganita en su centenario o a ir con
Noelia porque toca empichar unos metros cuadrados.
Dicen que son ochenta los regocijos festivos. Si alguien
fuese tan amable y me elaborara la relación pertinente, se lo agradecería
infinitamente. Porque llevo bastantes años en la tarea y nunca me han salido
las cuentas. Claro, a lo peor es que uno es más de letras. Asimismo, como no ha
tanto fuimos conocidos por ser el destino turístico más barato de Canarias,
siento algo de vergüenza al no acreditársenos
por otros méritos. Pongamos, verbigracia, que culturales o relacionados con el
patrimonio. Aspectos en los que se vive de las rentas del pasado, pero que no
se avanza. Y no quisiera pensar que sea debido a significativas carencias en
quienes dirigen el cotarro, a pesar de la abundancia de cargos que cobran de
las arcas públicas.
Me temo que la campaña de márquetin aconseja seguir en esta
línea para el boato y realce de cierta figura. Tanto que en determinados actos
de alguno de los festejos han debido recibirse instrucciones para que se obvie
la presencia de representantes públicos de formaciones políticas sin tareas de
gobierno. Flaco favor de las comisiones a la misma pluralidad que aportaron los
dineros para el divertimento.
Y ahora, para La Gomera. Donde el presidente del Cabildo
Insular sigue empeñado en hacernos tragar que solo lleva en el cargo desde que
echó a funcionar su particular juguete: ASG. En ese aspecto de querer olvidar
lo que no le interesa, guarda estrecha relación con mi alcalde y su estribillo
favorito de haber llegado al equipo de gobierno en 2011. Teme que le echen a
perder el elixir de la eterna juventud si se le recuerda un periodo de 16 años.
Lean ustedes, háganme el favor, los escritos dominicales de
Curbelo y se estallarán de risa si, como yo, se dan un salto por aquellos lares
de vez en cuando. En el publicado el 26 de agosto, que tituló El futuro de La
Gomera, se centró en el avance de las que él llama islas turísticas (Gran
Canaria, Fuerteventura, Lanzarote y Tenerife) y el estancamiento de las restantes
(La Palma, La Gomera y El Hierro). De La Graciosa, por ahora, ni mu. Por lo que
aboga por una mayor presencia de foráneos en sus predios –sí, allí no se menea
un conejo silvestre sin pedirle permiso– como medida de que el progreso, y, por
ende, el que la juventud no busque posibilidades de éxito en otros lugares,
inunde las ahora baldías tierras y se produzca el despegue definitivo. Palabra
de quien se montó (varias acepciones), allá por 1983, en la guagua rumbo a
Vallehermoso y parece que aún no ha llegado a Tamargada.
“Es necesario un irreversible crecimiento de la actividad
turística”. Que corra paralelo, por supuesto, al desarrollo agrícola. Y lo
mezcla con la “escasez o ausencia de masa crítica”. Me sobrepasas, Casi, porque
ya son 35 años, que junto a los que piensas echar a partir de 2019 alcanzaría
la cuarentena. Que también significa aislamiento preventivo. Hecho que podría
convenirte ante tantos desvaríos.
“La pelea consuetudinaria por la importancia entre las dos
grandes islas propende a concentrarlo todo en el oligopolio institucional que
ejercen las dos cocapitales de Canarias”. Manda huevos, Papi. Te salió a ti
solito o el negro hizo horas extras en lo alto de Argodey. Chiquita jartada de
guarapo. O indigestión de almogrote. ¿Masa crítica? ¿Oligopolio institucional?
¿Más turistas?
Lo dejo. Me propuse no sobrepasar las 800 palabras y ya incumplo
el deber. Pero me voy a dar un salto a La Laguna para consultar si es posible
una nueva tesis doctoral: Manolo y Casimiro (o Domínguez y Curbelo): análisis
experimental del comportamiento organizacional de un par de embajadores
paradigmáticos en el devenir chiripitifláutico de unas ínsulas baratarias. Con
un subtítulo más escueto: Guárdenme un cachorro.
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