lunes, 3 de septiembre de 2018

Estamos de vuelta

Tras un alto en el camino durante el mes de agosto, y cumpliendo con lo prometido, aquí estamos de nuevo. No sé si con renovados bríos, pero al menos con la sana intención de contar cosas. Que no es poco en esta aldea global. Y donde las nuevas tecnologías han posibilitado tal avalancha periodística, que dudo de si realmente sabemos más de lo que ocurre en el mundo o, por el contrario, sufrimos un revoltillo mental de imprevisibles consecuencias. Caos en el que las redes sociales juegan un papel de suma trascendencia. Casi siempre, por desgracia, para mal.
Para dar comienzo a este viaje, dos pinceladas de sendas informaciones aparecidas en la prensa de estas ínsulas en los últimos días del pasado mes. La primera guarda estrecha relación con mi pueblo. La segunda, con esa otra isla que ocupa parte importante de la componente sentimental de mi existencia.
Parece que se retoma la idea de que somos el pueblo con más fiestas populares de toda la geografía española. Como son varios los periódicos que dan cuenta de tan magno acontecer, supongo que habrá partido el comunicado desde algún responsable del equipo de gobierno. De nuestro alcalde, por ejemplo, que es el prototipo de personaje que anda de ferias casi todo el tiempo. Solo se le espera en la villa cuando desde protocolo le indican que debe acudir a felicitar a fulanita o menganita en su centenario o a ir con Noelia porque toca empichar unos metros cuadrados.
Dicen que son ochenta los regocijos festivos. Si alguien fuese tan amable y me elaborara la relación pertinente, se lo agradecería infinitamente. Porque llevo bastantes años en la tarea y nunca me han salido las cuentas. Claro, a lo peor es que uno es más de letras. Asimismo, como no ha tanto fuimos conocidos por ser el destino turístico más barato de Canarias, siento algo de vergüenza al no  acreditársenos por otros méritos. Pongamos, verbigracia, que culturales o relacionados con el patrimonio. Aspectos en los que se vive de las rentas del pasado, pero que no se avanza. Y no quisiera pensar que sea debido a significativas carencias en quienes dirigen el cotarro, a pesar de la abundancia de cargos que cobran de las arcas públicas.
Me temo que la campaña de márquetin aconseja seguir en esta línea para el boato y realce de cierta figura. Tanto que en determinados actos de alguno de los festejos han debido recibirse instrucciones para que se obvie la presencia de representantes públicos de formaciones políticas sin tareas de gobierno. Flaco favor de las comisiones a la misma pluralidad que aportaron los dineros para el divertimento.
Y ahora, para La Gomera. Donde el presidente del Cabildo Insular sigue empeñado en hacernos tragar que solo lleva en el cargo desde que echó a funcionar su particular juguete: ASG. En ese aspecto de querer olvidar lo que no le interesa, guarda estrecha relación con mi alcalde y su estribillo favorito de haber llegado al equipo de gobierno en 2011. Teme que le echen a perder el elixir de la eterna juventud si se le recuerda un periodo de 16 años.
Lean ustedes, háganme el favor, los escritos dominicales de Curbelo y se estallarán de risa si, como yo, se dan un salto por aquellos lares de vez en cuando. En el publicado el 26 de agosto, que tituló El futuro de La Gomera, se centró en el avance de las que él llama islas turísticas (Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote y Tenerife) y el estancamiento de las restantes (La Palma, La Gomera y El Hierro). De La Graciosa, por ahora, ni mu. Por lo que aboga por una mayor presencia de foráneos en sus predios –sí, allí no se menea un conejo silvestre sin pedirle permiso– como medida de que el progreso, y, por ende, el que la juventud no busque posibilidades de éxito en otros lugares, inunde las ahora baldías tierras y se produzca el despegue definitivo. Palabra de quien se montó (varias acepciones), allá por 1983, en la guagua rumbo a Vallehermoso y parece que aún no ha llegado a Tamargada.
“Es necesario un irreversible crecimiento de la actividad turística”. Que corra paralelo, por supuesto, al desarrollo agrícola. Y lo mezcla con la “escasez o ausencia de masa crítica”. Me sobrepasas, Casi, porque ya son 35 años, que junto a los que piensas echar a partir de 2019 alcanzaría la cuarentena. Que también significa aislamiento preventivo. Hecho que podría convenirte ante tantos desvaríos.
“La pelea consuetudinaria por la importancia entre las dos grandes islas propende a concentrarlo todo en el oligopolio institucional que ejercen las dos cocapitales de Canarias”. Manda huevos, Papi. Te salió a ti solito o el negro hizo horas extras en lo alto de Argodey. Chiquita jartada de guarapo. O indigestión de almogrote. ¿Masa crítica? ¿Oligopolio institucional? ¿Más turistas?
Lo dejo. Me propuse no sobrepasar las 800 palabras y ya incumplo el deber. Pero me voy a dar un salto a La Laguna para consultar si es posible una nueva tesis doctoral: Manolo y Casimiro (o Domínguez y Curbelo): análisis experimental del comportamiento organizacional de un par de embajadores paradigmáticos en el devenir chiripitifláutico de unas ínsulas baratarias. Con un subtítulo más escueto: Guárdenme un cachorro.

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