viernes, 7 de septiembre de 2018

Superávit

Viene a significar, grosso modo, sobró. Y el DRAE nos traslada tres acepciones: En el comercio, exceso del haber o caudal sobre el debe u obligaciones de la caja; en la administración pública, exceso de los ingresos sobre los gastos; abundancia o exceso de algo que se considera necesario.
Hecha la pertinente aclaración, observo que algunas instituciones públicas alardean con gran satisfacción que al cierre de los presupuestos anuales existe un notorio montante de dinero sobrante. En la Comunidad Autónoma Canaria, por ejemplo, la nada desdeñable cantidad de 598 millones de euros. Aunque en el ayuntamiento de Los Realejos, es decir, el mío, se jacta sobremanera el señor alcalde, don Manuel Domínguez, más conocido por estos lares como El Ausente, de que también se le viene rebosando el cochinito en sus años de mandato unos buenos puñados. Y sin subir impuestos, presume. Para que me voten por mi cara bonita. Que los incrementen los demás, que ya me beneficiaré yo a la hora de los repartos cabilderos, autonómicos y estatales. Y si me sancionan por ello, echaré la pataleta y le contaré a los electores que nos maltratan.
Me preocupa la visión empresarial de bastantes dirigentes. Lo importante es materializado en beneficios. Y no debe ser ese, en manera alguna, el enfoque de un buen gestor político. Porque siento lástima y vergüenza al comprobar cómo la propia consejera de Hacienda del Gobierno de Canarias reclama al Ejecutivo Nacional que flexibilice su postura para poder “invertir” esos millones en sanidad, educación y políticas sociales, para atender, alega, las verdaderas necesidades de la ciudadanía, para cumplir con los servicios públicos esenciales. Y sostiene este rebenque de la platanera, a saber, yo mismo, que si tuviste las partidas correspondientes en el ejercicio económico y no fuiste capaz de llevar a la práctica su desarrollo, no vengas ahora a llorar para que te brinden una segunda oportunidad. Si en el transcurso de los doce meses del año no te percataste de cómo se iban administrando los diferentes capítulos –y mira que se realizan modificaciones de crédito en todos los organismos; basta, para cerciorarse, con echar una visual a las publicaciones en los Boletines Oficiales– mal asunto que se deba llegar a estos planteamientos.
Claro, tenemos el problema de que la inmensa mayoría de cargos quieren repetir –lo demandan casi siempre en las campañas electorales– para poder acabar con los asuntos pendientes, con los proyectos que no se han podido llevar a cabo. Y aquí entra, parece ser, el que los responsables de las arcas públicas necesitan largos periodos de prácticas para concretar los quehaceres económicos. Es como si en una familia numerosa, y perdónenme la dureza del ejemplo, los progenitores, en el afán de equilibrar las cuentas y atender todos los aspectos que conlleva el hogar, se dieran cuenta a final de año que uno de los miembros se quedó en el camino por falta de alimentación si que nadie lo echara en falta hasta que se realizó el balance final.
Mientras existan necesidades por atender (y la casuística es amplísima), presumir de superávit solo viene a demostrar cortedad de miras. Una cosa es tener las cuentas saneadas y otra bien diferente el que los bancos sigan haciendo su agosto. Son tantos los remiendos que la sociedad demanda, que constituye una obscenidad, cuando no un insulto, el pavonearse con buen fajo de billetes. Y como en las escuelas no falta de nada, toma videojuegos. ¿Tomadura de pelo? No, lo siguiente.
Pero como se acaba la semana, vamos con otros asuntillos a modo de resumen:
Miren qué dos nos anuncian el bono al transporte público terrestre para el residente canario. Los dos más altos cargos en el escalafón del Ejecutivo de Canarias. Que no han cogido la guagua desde que cursaban educación infantil, salvo para alguna montadita electoral. Fernando Clavijo y Pablo Rodríguez nos presentan su particular 75%. Ya lo pudieron haber hecho subidos en una grúa en pleno centro de La Laguna. Y ayer se sumó Carlos Alonso con la gratuidad a los menores de 10 años. Se acerca mayo y hay que aprovechar, que el patio está medio revuelto y nunca se sabe. Si Titsa o el Metropolitano presentan números negativos en sus balances, inyección al canto, y aquí no ha pasado nada. Con todas las obras que subvenciona el Cabildo en mi pueblo, chiquito trabajo les espera a los protocolos respectivos para meterlos a todos en las fotos. Los codazos, ni te cuento…

(continuará mañana)

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