Viene a significar, grosso modo, sobró. Y el DRAE nos
traslada tres acepciones: En el comercio, exceso del haber o caudal sobre el
debe u obligaciones de la caja; en la administración pública, exceso de los
ingresos sobre los gastos; abundancia o exceso de algo que se considera
necesario.
Hecha la pertinente aclaración, observo que algunas instituciones
públicas alardean con gran satisfacción que al cierre de los presupuestos
anuales existe un notorio montante de dinero sobrante. En la Comunidad Autónoma
Canaria, por ejemplo, la nada desdeñable cantidad de 598 millones de euros.
Aunque en el ayuntamiento de Los Realejos, es decir, el mío, se jacta
sobremanera el señor alcalde, don Manuel Domínguez, más conocido por estos lares
como El Ausente, de que también se le viene rebosando el cochinito en sus años
de mandato unos buenos puñados. Y sin subir impuestos, presume. Para que me
voten por mi cara bonita. Que los incrementen los demás, que ya me beneficiaré
yo a la hora de los repartos cabilderos, autonómicos y estatales. Y si me
sancionan por ello, echaré la pataleta y le contaré a los electores que nos
maltratan.
Me preocupa la visión empresarial de bastantes dirigentes.
Lo importante es materializado en beneficios. Y no debe ser ese, en manera
alguna, el enfoque de un buen gestor político. Porque siento lástima y vergüenza
al comprobar cómo la propia consejera de Hacienda del Gobierno de Canarias
reclama al Ejecutivo Nacional que flexibilice su postura para poder “invertir”
esos millones en sanidad, educación y políticas sociales, para atender, alega,
las verdaderas necesidades de la ciudadanía, para cumplir con los servicios
públicos esenciales. Y sostiene este rebenque de la platanera, a saber, yo
mismo, que si tuviste las partidas correspondientes en el ejercicio económico y
no fuiste capaz de llevar a la práctica su desarrollo, no vengas ahora a llorar
para que te brinden una segunda oportunidad. Si en el transcurso de los doce
meses del año no te percataste de cómo se iban administrando los diferentes
capítulos –y mira que se realizan modificaciones de crédito en todos los
organismos; basta, para cerciorarse, con echar una visual a las publicaciones
en los Boletines Oficiales– mal asunto que se deba llegar a estos
planteamientos.
Claro, tenemos el problema de que la inmensa mayoría de cargos
quieren repetir –lo demandan casi siempre en las campañas electorales– para
poder acabar con los asuntos pendientes, con los proyectos que no se han podido
llevar a cabo. Y aquí entra, parece ser, el que los responsables de las arcas
públicas necesitan largos periodos de prácticas para concretar los quehaceres
económicos. Es como si en una familia numerosa, y perdónenme la dureza del
ejemplo, los progenitores, en el afán de equilibrar las cuentas y atender todos
los aspectos que conlleva el hogar, se dieran cuenta a final de año que uno de
los miembros se quedó en el camino por falta de alimentación si que nadie lo
echara en falta hasta que se realizó el balance final.
Mientras existan necesidades por atender (y la casuística es
amplísima), presumir de superávit solo viene a demostrar cortedad de miras. Una
cosa es tener las cuentas saneadas y otra bien diferente el que los bancos
sigan haciendo su agosto. Son tantos los remiendos que la sociedad demanda, que
constituye una obscenidad, cuando no un insulto, el pavonearse con buen fajo de
billetes. Y como en las escuelas no falta de nada, toma videojuegos. ¿Tomadura
de pelo? No, lo siguiente.
Pero como se acaba la semana, vamos con otros asuntillos a
modo de resumen:
Miren qué dos nos anuncian el bono al transporte público
terrestre para el residente canario. Los dos más altos cargos en el escalafón del
Ejecutivo de Canarias. Que no han cogido la guagua desde que cursaban educación
infantil, salvo para alguna montadita electoral. Fernando Clavijo y Pablo
Rodríguez nos presentan su particular 75%. Ya lo pudieron haber hecho subidos
en una grúa en pleno centro de La Laguna. Y ayer se sumó Carlos Alonso con la
gratuidad a los menores de 10 años. Se acerca mayo y hay que aprovechar, que el
patio está medio revuelto y nunca se sabe. Si Titsa o el Metropolitano
presentan números negativos en sus balances, inyección al canto, y aquí no ha
pasado nada. Con todas las obras que subvenciona el Cabildo en mi pueblo,
chiquito trabajo les espera a los protocolos respectivos para meterlos a todos
en las fotos. Los codazos, ni te cuento…
(continuará mañana)
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