martes, 23 de mayo de 2017

Diga 33

Bien podría sumarme a la revancha merengue ante muchísima broma –y algo más– culé. Son tantas las frases y comentarios que se vertieron en las redes sociales por parte de forofos redomados, que lograron movilizar hasta uno que no siente por el fútbol especial predilección. En algunos concurre que cuando dejamos las militancias lo hacemos con todas las consecuencias. Es por ello que tampoco me voy a manifestar con lo ocurrido este pasado domingo en el seno del partido socialista. Máxime cuando uno adquiere la etiqueta de pasado caduco. Por no decir dinosaurio. Con lo que, inmediatamente, pasamos a engrosar la categoría de inútiles y ni para rellenar sobres. Antes se pensaba que no sobraba nadie. Ahora se bastan pocos. Pues yo sigo con mi cantinela y que no es otra que la siguiente: Con unos pocos no se ganan elecciones. Y la meta de toda formación política es gobernar. Seguiré en mi casa entretenido en estas disquisiciones. Y mientras Blogger quiera, vamos allá.
Aunque la hinchada catalana, cuyo portavoz oficial puede ser un tal Piqué, independentista pero experto cobrador de dietas y prebendas del equipo nacional (español), ha elevado rápidamente el número hasta 333, que son, parece, los goles marcados por la denominada MSN. Cada cual se consuela como mejor crea conveniente. Vaya dos penaltis que vio solo el trencilla (cordón trenzado que usaban para mantener el silbato colgado: recurso lingüístico denominado sinécdoque).
En el libro ‘Anecdotario médico’, del doctor José Ignacio de Arana, se explica del porqué del famoso diga 33. Nos detalla que se hace para medir el frémito vocal (vibración de las paredes torácicas). A diferencia del frémito auscultatorio (con fonendoscopio). Aunque también sería factible el estudio con las palabras carretera o ferrocarril, se ha popularizado la cantidad que todos sabemos y que viene a coincidir con las ligas conseguidas por el equipo de La Cibeles. Donde los jugadores blancos se acordaron del mentado bocazas (párrafo anterior) y espacio en el que se reunieron más personas que las que logró concitar Iglesias en la Puerta del Sol o que votaron por el candidato electo del PSOE. Para que me vengan a contar boberías con lo de que la sociedad ha cambiado y corren nuevos tiempos. Sí, tanto que Rajoy sigue obteniendo victorias al frente de un PP pringado hasta el cogote. O como escucho por el pueblo: Yo soy socialista de siempre pero aquí voto por Manolo. Viva el vino.
Me acordé de la expresión mientras ayer le correspondió al coche pasar la ITV. De año en año, que ya es mayor, como el dueño. A saber, caducos, fosilizados, arcaicos. Pero es lo que hay y ya no me quieren ni de asesor.
Someten al fotingo a todo tipo de sacrificios en la línea de revisión. Lo zarandean de lo lindo. Y cuando te indican que levantes el capó, te juro que cerré los ojos y me imaginé al inspector con bata y estetoscopio. Pero como me invitó a que tocara la pita (la del coche), me desperté y volví a ponerme serio. Me quedé con las ganas de que sonara con un treinta y tres.
Ya que nombré a un inspector, no puedo dejar pasar la ocasión para felicitar al compañero de promoción Carlos Casanova de Ayala, que ejerce tal cargo educativo en la isla de La Gomera (quizás, con Humberto Hernández, uno de los pocos que quedan en activo; lo intentaré averiguar en la comida anual que se halla al caer) y que ha sido distinguido con el Premio Viera y Clavijo 2017, en el ámbito de la educación no universitaria. Las reseñas informativas al respecto lo mencionan como don Carlos (ver cualquier digital de la isla colombina), pero como la confianza da asco, permíteme, Carlillos (te llevo un par de años) que, en nombre de la quinta del 72, te dé la más cordial enhorabuena por ese galardón. Lo compartiremos con un vaso de vino y unas perras de música.
Bueno, a lo que iba. Pasó sin inconveniente alguno el pertinente examen, me (le) estamparon la pegatina hasta el 22 de mayo de 2018 y salí del Polígono Industrial de La Gañanía, con 45 euros menos, pero feliz y contento. Si te digo la verdad, con carácter previo le había comprado un par de zapatos nuevos para las extremidades traseras porque ya estaban con la suela por los suelos. Por lo demás, en perfecto estado de revista (reminiscencias cuarteleras). Como el dueño.
Cuando llegué a casa (al ratito, la cosa fue rápida), tenía un recado de Gerardo Piqué. No sé cómo se enteró de este blog y desea contratarme para su nuevo medio de comunicación. Como ya uno ejerció de colaborador tiempo atrás (muchas gracias, Salvador García, por ese comentario de recuerdo), parte con algo de ventaja. Desde ayer tarde inicié mi familiarización, en la intimidad, con la lengua catalana, requisito indispensable para la aventura. Ya voy por trente-tres. Fins demà.

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