Primera entrada de 2017. Como es de bien nacidos el ser
agradecidos, vaya el deseo de que este sea el año del despegue, el del final de
los recortes y en el que las prestaciones básicas, que a todo ciudadano del mundo
se reconocen, no se vean cercenadas porque alguien o algo denominado crisis
sigue inmiscuyéndose en las vidas de las gentes.
Vaya, asimismo, mi más profundo agradecimiento por seguir
siendo fieles a esta otra andadura (Desde La Corona), porque sin ustedes, que
se alongan a estas líneas a fisgonear locuras de mente calenturienta, ¿qué
sería de este pobre juntaletras?
Recuerden que la pasada semana hicimos un repaso fotográfico
del tremendo aparato propagandístico que se estila por este pueblo norteño. Y
miren qué casualidad, se me ha pegado el espíritu navideño y fin de año –época en
la que tenemos noticias de los que durante el resto estuvieron desaparecidos– y
voy a solicitarle al alcalde y equipo de gobierno que vayan todos juntitos, de la
mano, a ser posible, a sacarse unas fotos y que nos las repartan a todos los
realejeros, que nosotros nos encargamos de darle toda la publicidad posible. Y no
cobraremos un euro. Lo haremos desinteresadamente. Que todos no somos
peseteros.
Echo en falta un buen retrato de los que venden cualquier
poquedad como si fueran las obras del canal de Panamá, en el que pueda contemplarse
en toda su magnificencia la trasera de las Casas Consistoriales y los
exteriores del flamante edificio que se construyó para que la zona comercial de
Realejo Alto despegara y se erigiera en un competidor nato de las grandes
superficies. Ese parking que ha supuesto
un importante desahogo al tráfico rodado y que tantos beneficios ha reportado
al auge del comercio y al notorio descenso del número de parados, esa lacra que
aún asola a otros municipios limítrofes, pero que en el nuestro,
afortunadamente, ha pasado a ser mera anécdota.
Ahí quiero ver a Manolo, Adolfo y compañía. Porque un político
no solo está para figurar en las maduras. A no ser que sigan con el sonsonete
de que las duras siempre son debidas a las trabas de la oposición o a los que
gobernaron años atrás (ustedes mismos, sin ir más lejos).
Que se distingan en primerísimos planos no solo los caretos
a los que ya estamos tan acostumbrados. También el pavimento de las plazoletas
de la parte alta del edificio de marras, de las hierbas que ya crecen en
aquella amplia superficie, de las pintadas y guarrerías que te hallas en
cualquier esquina, de la excelente pintura de sus barandas, de los escaparates
de los establecimientos allí ubicados, de las basuras, de los excrementos…
Y luego otras hacia el poniente. En las que se visionen cómo
se encuentra el espacio del propio ayuntamiento en el que se ubica la fuente.
Con escombros y restos por doquier. Con las paredes que se caen a cachos porque
losetas y pinturas brillan por su ausencia. Dando a entender que lo importante
son las fachadas. En todos los sentidos. Y no me extiendo más porque a buen
entendedor… ¿O sí? Pues a lo peor todo se queda en poses y ojos que no ven,
corazón que no siente.
No voy a comprometer a los grupos de la oposición (que me
leen) para que eleven alguna pregunta al respecto. Ellos saben, al igual que yo
(aunque no me lean; que te crees tú eso; alguno está encargado de la labor,
pero con una cremallera en los labios) que la respuesta de manual será la de
siempre: Estamos en ello.
Cuando Manolo sube a la azotea para arreglar las humedades y
para ubicar correctamente los paneles solares (volver a ver Ridiculez
fotográfica), debe sentir mucho vértigo y no mira sino a la Avenida de Canarias.
Para saludar, mayormente, y enviar algún que otro besito volado. Por lo que, pienso,
lo mismo me sale más rentable hablar con Marrón. Al fin y al cabo estudiamos en
la misma facultad. Al menos la transitamos. Dejemos lo de estudiar, por si
acaso. Le plantearía la situación como de emergencia, como un peligro evidente
para el ciudadano. ¿Tú te imaginas que tropiece cualquiera y se vaya de
narices?
Pues sí, estuve dando una vuelta por allí en uno de estos
días pasados. Pero como no tengo móvil no pude sacar instantánea alguna. Ni me
dieron ganas de volver a casa a coger la vieja Canon. Como eran días de amor y
fraternidad no le concedí mayor interés. Aunque luego me siento ante el
ordenador y me sube una fiebre que los dedos se me disparan. Si piensas que te
engaño, ve tú y echa una visual. Que sepas, Manolo que la echo en falta.
Y esto salió. Reitero, feliz año nuevo y mañana nos volvemos
a encontrar, si ustedes a bien lo entienden.
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