martes, 17 de enero de 2017

A Punta de Teno

Este pasado sábado dio comienzo la experiencia de trasladar en guagua a quienes deseaban dirigirse hasta Punta de Teno desde Buenavista. Algo dijimos en el comentario de ayer. Me imagino que el ayuntamiento de aquel municipio ya se habrá preocupado en buscar aparcamientos para los que deban dejar el coche unas horas. Con esta medida, entiendo, el comercio saldrá beneficiado, porque para hacer la espera agradable qué menos que probar un dulce y tomarte el correspondiente cortado. Mínimo.
Ayer por la mañana escuché en la radio a una responsable de Titsa que respondía a unas preguntas que Puchi Méndez le planteó en su programa Tajaraste. Y manifestó, entre otros aspectos, que al menos el 60% de los usuarios que este fin de semana utilizaron el servicio era extranjero. Lo que un servidor asocia al turismo.
Y viene a cuento de las promociones ‘políticas’ que los gobernantes de turno realizan en cuanta feria se pone a su alcance. Porque la presencia de estas personas demuestra que no es necesaria tanto ceremonial allende nuestras fronteras. Me atrevería, incluso, en calificar ciertas presencias mediáticas como pura novelería. Obvio lo del gasto para no enfadarme más.
Utilicé en dos ocasiones el denominado tráfico marítimo interior en la isla de La Gomera. Y en ambos sentidos la presencia de foráneos marcó la pauta de la travesía entre la Villa y Gran Rey (y viceversa). Da la impresión, en las más de las veces, de que los administradores de los dineros públicos creen que todos pensamos como ellos, a saber, tarde y mal. Cuando la realidad demuestra lo contrario. Y son los que nos visitan aquellos que traen bien asumido desde sus lugares de origen el rol que debe desempeñar este tipo de transporte (público) para la conservación de un territorio frágil y siempre sujeto a los deterioros que las avalanchas humanas suponen. Que no solo se han concienciado para esa dinámica, sino que, además, ya han propuesto en tan corto espacio de tiempo que se coordinen los horarios de esta nueva línea con las que deberán conectarles con otros municipios; Puerto de la Cruz, por ejemplo. Es decir, arriba nos dan lecciones. Bueno, a sus ilustrísimas.
Es otra mentalidad. Aquí nos quitan el coche y nos da un síncope. Aunque las autoridades responsables bien poco se molestan en alternativas. Porque el impuesto de los combustibles genera suculentos ingresos. Y cuantas más colas existan, más euros quemamos y mayor porcentaje cae hacia el platillo de la talega del gofio. De la que luego saldrán dietas y traslados para ir en comandita bien lejos a vender jaramagos envasados al vacío. O jareas al cachetón (para diferenciarlas de los huevos al estampido).
Y cambiando de tercio, no creo que se hayan ido a pescar al paradisiaco lugar de la costa buenavistera los dos mil habitantes (que se dice pronto) que denuncia al grupo socialista del ayuntamiento realejero como decremento en el padrón de habitantes de la Villa de Viera. Particular que echa por tierra la disminución del paro. Ante esa notable reducción, lo de que unos cientos de desempleados hayan desparecido de las fatídicas listas no deja de ser mera anécdota. Máxime cuando, como todos imaginamos, se habrán ido a trabajar al Sur. Porque los que aquí disponen de curro no se moverán. Y en aquella zona de la isla, a pesar del importante ascenso poblacional, sí disminuye el paro. Algo, o mucho, se estará haciendo mal. Y las promesas de Domínguez, lejos de cumplirse, se derrumban como castillo de naipes. Lo que acontece en Puerto de la Cruz, a pesar de los datos positivos del sector turístico, es tema de tesis doctoral. Aunque mejor que Lope lo deje quieto, no sea que vuelva a meter la pata como sus medidas de ocupación de espacios públicos.
Esta desertización del Norte ya se nota en el paisaje. Parece que los emigrantes se llevan el verde. Me imagino que habrás comprobado cómo los paisajes sureños han cambiado de vestimenta. Aquellos parajes ocres, merced a las generosas lluvias, que también nos abandonan, se han subido al carro, o a la guagua, de la función clorofílica. Y como por aquellas bandas funciona el todos a una, por aquí nos quedamos con tímidas quejas acerca de túneles y anillos. En mi pueblo, valga de prueba, con unos gramos de piche nos conformamos. Y menos mal que las salidas del municipio no invitan a mayores alardes, que si no hubiésemos retrocedido varias décadas en censos y padrones. Me temo que a Manolo se le esté diluyendo el ‘estamos en ello’. O dicho de otra manera, con el paso del tiempo la vacuidad se hace más patente. Debería arrinconar la escopeta y darse un salto a Teno. Con todo su equipo de gobierno. Puede que algún extranjero los ilumine. O en su defecto, el faro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario