Este pasado sábado dio comienzo la experiencia de trasladar
en guagua a quienes deseaban dirigirse hasta Punta de Teno desde Buenavista.
Algo dijimos en el comentario de ayer. Me imagino que el ayuntamiento de aquel
municipio ya se habrá preocupado en buscar aparcamientos para los que deban
dejar el coche unas horas. Con esta medida, entiendo, el comercio saldrá
beneficiado, porque para hacer la espera agradable qué menos que probar un
dulce y tomarte el correspondiente cortado. Mínimo.
Ayer por la mañana escuché en la radio a una responsable de
Titsa que respondía a unas preguntas que Puchi Méndez le planteó en su programa
Tajaraste. Y manifestó, entre otros aspectos, que al menos el 60% de los
usuarios que este fin de semana utilizaron el servicio era extranjero. Lo que
un servidor asocia al turismo.
Y viene a cuento de las promociones ‘políticas’ que los
gobernantes de turno realizan en cuanta feria se pone a su alcance. Porque la
presencia de estas personas demuestra que no es necesaria tanto ceremonial allende
nuestras fronteras. Me atrevería, incluso, en calificar ciertas presencias
mediáticas como pura novelería. Obvio lo del gasto para no enfadarme más.
Utilicé en dos ocasiones el denominado tráfico marítimo
interior en la isla de La Gomera. Y en ambos sentidos la presencia de foráneos
marcó la pauta de la travesía entre la Villa y Gran Rey (y viceversa). Da la
impresión, en las más de las veces, de que los administradores de los dineros
públicos creen que todos pensamos como ellos, a saber, tarde y mal. Cuando la
realidad demuestra lo contrario. Y son los que nos visitan aquellos que traen bien
asumido desde sus lugares de origen el rol que debe desempeñar este tipo de
transporte (público) para la conservación de un territorio frágil y siempre
sujeto a los deterioros que las avalanchas humanas suponen. Que no solo se han
concienciado para esa dinámica, sino que, además, ya han propuesto en tan corto
espacio de tiempo que se coordinen los horarios de esta nueva línea con las que
deberán conectarles con otros municipios; Puerto de la Cruz, por ejemplo. Es
decir, arriba nos dan lecciones. Bueno, a sus ilustrísimas.
Es otra mentalidad. Aquí nos quitan el coche y nos da un
síncope. Aunque las autoridades responsables bien poco se molestan en
alternativas. Porque el impuesto de los combustibles genera suculentos ingresos.
Y cuantas más colas existan, más euros quemamos y mayor porcentaje cae hacia el
platillo de la talega del gofio. De la que luego saldrán dietas y traslados
para ir en comandita bien lejos a vender jaramagos envasados al vacío. O jareas
al cachetón (para diferenciarlas de los huevos al estampido).
Y cambiando de tercio, no creo que se hayan ido a pescar al
paradisiaco lugar de la costa buenavistera los dos mil habitantes (que se dice
pronto) que denuncia al grupo socialista del ayuntamiento realejero como
decremento en el padrón de habitantes de la Villa de Viera. Particular que echa
por tierra la disminución del paro. Ante esa notable reducción, lo de que unos
cientos de desempleados hayan desparecido de las fatídicas listas no deja de
ser mera anécdota. Máxime cuando, como todos imaginamos, se habrán ido a
trabajar al Sur. Porque los que aquí disponen de curro no se moverán. Y en
aquella zona de la isla, a pesar del importante ascenso poblacional, sí disminuye
el paro. Algo, o mucho, se estará haciendo mal. Y las promesas de Domínguez,
lejos de cumplirse, se derrumban como castillo de naipes. Lo que acontece en
Puerto de la Cruz, a pesar de los datos positivos del sector turístico, es tema
de tesis doctoral. Aunque mejor que Lope lo deje quieto, no sea que vuelva a
meter la pata como sus medidas de ocupación de espacios públicos.
Esta desertización del Norte ya se nota en el paisaje.
Parece que los emigrantes se llevan el verde. Me imagino que habrás comprobado
cómo los paisajes sureños han cambiado de vestimenta. Aquellos parajes ocres,
merced a las generosas lluvias, que también nos abandonan, se han subido al
carro, o a la guagua, de la función clorofílica. Y como por aquellas bandas funciona
el todos a una, por aquí nos quedamos con tímidas quejas acerca de túneles y
anillos. En mi pueblo, valga de prueba, con unos gramos de piche nos
conformamos. Y menos mal que las salidas del municipio no invitan a mayores alardes,
que si no hubiésemos retrocedido varias décadas en censos y padrones. Me temo
que a Manolo se le esté diluyendo el ‘estamos en ello’. O dicho de otra manera,
con el paso del tiempo la vacuidad se hace más patente. Debería arrinconar la
escopeta y darse un salto a Teno. Con todo su equipo de gobierno. Puede que
algún extranjero los ilumine. O en su defecto, el faro.
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