martes, 24 de enero de 2017

Periodismo y periodistas

Nos indica el DRAE que periodismo es la captación y tratamiento, escrito, oral, visual o gráfico, de la información en cualquiera de sus formas y variedades. Así como estudios o carrera de periodista. Y de este, dos acepciones: Persona legalmente autorizada para ejercer el periodismo y persona profesionalmente dedicada en un periódico o en un medio audiovisual a tareas literarias o gráficas de información o de creación de opinión.
Lo de legalmente lo entiendo, por similitud con las definiciones de otras profesiones, como hallarse en posesión de la titulación pertinente. Aunque la segunda acepción, y yo también así lo comparto, deja abierta la posibilidad a todos aquellos profesionales –y los hay buenos– que contando con otros estudios, en principio no relacionados con este gremio, vienen desarrollando una magnífica labor en este campo o sector.
Ahora bien, nos tropezamos con el problema añadido. El de aquellos, y desgraciadamente abundan, intrusos y advenedizos que poseen una deontología tan sui géneris que no bastaría con el simple repudio para encuadrar su quehacer. Suelen ser los terroristas de las ondas, porque un bolígrafo o teclear unos renglones quedan bien lejos de unas capacidades bajo mínimos. Aquellos que olvidan que la información difundida debe ser veraz y no meras elucubraciones de imaginaciones incendiarias.
Si has intuido que hago referencia a hechos concretos, y que las redes sociales han divulgado últimamente con toda profusión, ¿quién soy yo para llevarte la contraria? Lo malo es el contagio. El cesto se pudre porque no atajamos a tiempo la putrefacción (corrupción moral) y los miasmas se han propagado. Con el peligro de que algunos han caído en la trampa y pretenden defenderse con idénticas armas. Craso error.
No es que exista comparación posible con lo anteriormente mencionado, pero creo necesarios ciertos controles ante lo mucho que se publica. Y no se me entienda como vueltas de tuerca o retornos a un pasado de leyes menos permisivas. Para tales encomiendas deben estar la justicia u otras instancias. Censura, no, cordura, sí. Y muchos kilogramos de sensatez.
Un titular de ayer mismo: “Seis años por asesinar a su hermano”. Y este subtítulo: “El juicio por el fratricidio ocurrido en San Andrés en mayo del año pasado comenzará mañana en el Palacio de Justicia”. Ya no leí más, por si acaso. Aquellos ‘profesionales’ que se hallan encuadrados en este apartado (llamémosle de sucesos) no se destacan por su claridad. Suelen ser tan espesos como las notas que remiten los gabinetes policiales.
Hace unos días nos enterábamos de que el Cabildo palmero destinaba 10.000 euros a la celebración del cumpleaños de Luis Morera. Claro, expresado así, da la impresión de que las autoridades insulares de la Isla Bonita, copiando los procederes funerarios de Casimiro, no tenían otra cosa mejor que hacer que gastarse el dinero en desagraviar al polifacético artista por sus controversias y enfrentamientos pasados.
Ha tenido que ser el propio Morera el que haya tenido que salir a la palestra para explicar lo que algún periodista, a la caza y captura del titular sensacionalista fácil, no supo trasladar de manera fehaciente a la opinión pública. Y exponer que ante los conciertos habidos con la Orquesta Sinfónica de Tenerife y la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, el consejero de Cultura del Cabildo le comunicó que la institución aportaría la cantidad anteriormente reseñada para el montaje de una exposición antológica de su obra en su isla natal.
Luis ha declarado (la enésima en su controvertida trayectoria) que existe un periodismo cobarde, sometido a las directrices de los superiores, sin espíritu crítico alguno. Y el que difundió la noticia de los diez mil euros bien pudo haberlo confirmado conmigo, añadió. “Hay periodistas amargados que tendrían que estar más en un psiquiatra, para que curen su infelicidad, pues son el reflejo de una sociedad apenada”.
Y enlazo la reseña final de su aclaración con ciertos programas televisivos de estas islas. En los que animosos y jóvenes reporteros nos cuentan novelerías con las que entretienen a un pueblo que deben considerar idiota. O cuanto menos con un nivel cultural que destrozaría cualquier estadística de Pisa. Algo parecido a lo que ocurre con los informativos y sus nuevos esquemas, donde ellas, generalmente, se sitúan de pie, con silueta ajustada (si hay un plano desde atrás, mejor) como si la valía no consistiese en mucho más que una talla, un escote o una edad. Decía Morera: Me vienen a entrevistar periodistas jóvenes con un guion establecido y yo les pregunto: ¿Ustedes no tienen sus propias ideas y su personalidad? ¿Por qué no luchan para desarrollar su profesión como periodistas?
Y no tan jóvenes, estimado Luis. El periodismo está bajo mínimos. La profesión está sujeta a demasiadas tormentas polares. Las neuronas se han congelado con sucesivas olas y se han cortocircuitado las iniciativas. Y con las ostentosas novedades, a peor la mejoría.
Te voy a dejar entretenido, para concluir, y para compensar el rollo anterior. Si eres hombre, para resolver este acertijo, debes pensar que eres mujer: Si la hija de Teresa es la madre de mi hija, ¿qué soy yo para Teresa?

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