lunes, 9 de enero de 2017

Plan de Barrios

¿Te dejaron mucho los Reyes? A Los Realejos, sí. Estamos los realejeros como chicos con zapatos nuevos. En estos días pasados pude leer en Diario de Avisos (versión digital) el siguiente titular: El municipio es el único del Norte que tiene y destina inversión a un Plan de Barrios. Hacía referencia a mi pueblo.
Yo creo que los periodistas se han acomodado demasiado. Están tan acostumbrados a recibir las informaciones que los respectivos gabinetes de prensa envían a las redacciones, sin que se les despierte el interés que a la profesión se le presupone, que les basta con transcribir tal cual la nota recibida. Y olvidan, entre otras aspectos, que todas ellas están redactadas para las oportunas alabanzas por aquellos que cobran para ensalzar la figura del jefe. Porque en ello les va su continuidad. O expresado de manera más clara y rotunda: Se deben.
Y en el caso de ser convocados a una rueda de prensa, parece que se limitan a escuchar pacientemente y a recoger los folios en los que está escrita la perorata. Luego a componer, foto al canto y poco más. Uno, que también tiene sus manías, pretende que el profesional demuestre que para algo ha estudiado, se ha preparado. A pesar de que el gremio no atraviesa sus mejores momentos y los trabajos están a la altura del betún, incluyendo las retribuciones, el lector espera que no todo se limite a lo que dicta la superioridad. No creo que solo sea mi caso.
Diseccionemos la crónica: Los Realejos renueva por séptimo año consecutivo su compromiso con los barrios con un presupuesto de algo más de dos millones de euros. Cantidad que seguramente se incrementará con el remanente de tesorería como en ejercicios anteriores.
Da la impresión de que el resto de municipios norteños no disponen de lo que antes se denominaba capítulo de inversiones y que es solo en la Villa de Viera donde los núcleos poblacionales son atendidos en función de sus necesidades de todo tipo. Y que se venden con gran despliegue de poses (en el presente va otra muestra que añadir al que titulé Ridiculez fotográfica), aunque se trate del arreglo de una pared cuyo importe asciende a un par de cientos de euros.
Que don Manuel Domínguez nos venda con tan pomposa denominación lo que se ha venido haciendo por todas las corporaciones desde que en 1979 arrancamos con esta aún incipiente democracia, no significa que desde aquí a Buenavista, o hasta Tegueste, las calles estén peor que las nuestras, que los colegios se caigan a cachos, que por las aceras no se pueda transitar, que las plazas sean pasto de gamberros y, en fin, un larguísimo etcétera. Tan amplio al menos como la desfachatez de un equipo de gobierno que vende como éxitos lo que es, llana y simplemente, el mantenimiento de las infraestructuras y servicios que la ley exige. De no ser así, ¿para qué demonios ir cada cuatro años a votar? Entre otras dieciocho mil consideraciones que a cada uno de los que me lea se le pueda ocurrir.
Si tan seguros están Manolo y Noelia de poder disponer en este ejercicio de 2017 de otro suculento remanente de tesorería, ya están tardando en reconocer que no se lucen en la elaboración de los presupuestos municipales. Y bien podrían haber admitido las magníficas propuestas de los grupos de la oposición (rechazadas de forma sistemática en las sesiones plenarias) encaminadas a la mejora del bienestar ciudadano. Máxime cuando en la presente ocasión, y a la información del periódico me remito, se jactan de que son obras consensuadas y que vuelven a vender como un claro ejemplo de participación ciudadana. A este paso se van a ahogar en sus propias contradicciones y van a tener que despedir a los concejales liberados. Por inútiles.
Y el culmen del cinismo (sin que a un periodista, siquiera uno, se le haya ocurrido cuestionar un mísero aspecto, siquiera uno, de esta venta perfumada) llega con la sentencia de que “ha permitido la conservación de puestos de trabajo y la creación de nueva actividad comercial y empleos”. La preparación de los que acuden a las convocatorias brilla por su ausencia. Van, escuchan, copian y repiten como loritos. No sufrieron las colas de los que salen del pueblo a buscar aparcamiento en las grandes superficies de San Jerónimo, por ejemplo. O no se dieron la vuelta de comprobación por las obras del flamante plan a preguntar, a ver, a comprobar. Seguro que vislumbraron uno cerca de las Casas Consistoriales con un chaleco que decía Falisa y ya con ello les bastó.
Qué lástima de periodismo que también se deja embaucar por cantos de sirena. O de sireno. Un día de estos, no les extrañe, serán citados en El Lance para proceder a ponerle unos calzoncillos al guanche y evitar las tentaciones de tantas sobonas. Con ágape posterior en las flamantes instalaciones del restaurante allí ubicado y de espléndidas vistas al Valle. Y sirva de remate, para flipar con orgasmos intelectuales, un singular vuelo en parapente, con aterrizaje en cualquiera de las azoteas de los dos magníficos párquines (diccionario panhispánico de dudas) con que contamos a pleno rendimiento en fechas tan señaladas.
Estamos en ello. Hasta mañana.

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