viernes, 13 de enero de 2017

Innato Tenerife

Tras unos días que me tomé para descansar en tierras cordobesas (ya te contaré o colgaré alguna foto en Facebook), en los que los artículos aparecidos en este blog habían sido previamente programados –cómo te iba yo a dejar abandonado–, retomo los quehaceres domésticos y me percato de que este próximo viernes (20 de enero) tengo otro compromiso adquirido. Me iré, ligero de equipaje, hasta San Isidro, en Granadilla. Me han invitado a lucir palmito y allí estaré a la hora convenida. Una nueva experiencia para narrar. Pero qué nervios.
Pero antes me gustaría indicarte que estas pasadas jornadas en Palma del Río formaron parte del primer viaje que en esta temporada realizo con el Imserso. Uno de los denominados culturales. La pata, al cincuenta por ciento. Y entre mezquitas, alcázares y patios, medio renqueante acabé. Pero como sarna con gusto no pica, aquí seguimos.
Se inaugura, como ya te habrás enterado, el primer restaurante nudista de España, el Innato Tenerife. Que por el módico precio de 150 euros por pareja te hará pasar agradable velada entre velas y chimeneas. Porque desde que atravieses la puerta de entrada y dejes en taquilla habilitada al efecto toda pertenencia que cubra tu cuerpo, la luz eléctrica desaparece y así tus vergüenzas no serán tantas. Quedarán más difuminadas. Puede que ahumadas o tiznadas. Y como las sombras siempre son tan sugerentes, ve tú a saber si lo que se proyecta entre las paredes de bambú no provocan envidias sanas. Yo aproveché este viaje a Córdoba, como antes señalé, para ir poniendo en práctica qué poses podrían ser las más adecuadas. Lo malo es que mi mujer se lo tomó a broma y le dio por reírse. A punto estuve de rechazar el convite.
Como leo que habrá tres menús (carne, pescado o marisco y vegetariano), me acordé de que, por fin, se reconoce la teoría, que plasmé en Pepillo y Juanillo tiempo atrás, por la que el alimento del futuro, cuando sobre la faz de la tierra ya no quede un mísero rábano que llevarse a la boca, sería, inequívocamente, el andamiaje exterior del aparato reproductor masculino. Y me alegro de que Innato Tenerife lo haya tenido en cuenta para elaborar sus tríada de ofertas gastronómicas.
Te recuerdo aquella hipótesis –y que desde ya comenzará a dejar de ser conjetura– por si entiendes, como yo, que no iban muy descarriados los tiros en aquel entonces. El evidente parecido a las salchichas de la protuberancia hace que pueda ser englobada en el apartado de carnes. Entiendo que sin discusión posible. Si no nos excedemos en el agua utilizada para los preparativos y puesta a punto para su degustación, es obvio que adquiere cierto gusto a pescado (o marisco). Con lo que la segunda posibilidad de la carta queda a disposición del cliente, quien será, en último lugar, el que deba escoger el sabor que más le convenga. Por último, y para darle el toque naturista por antonomasia, amén de unas lechugas, zanahorias, berenjenas y pepinos, y ante la remota contingencia de que te puedas quedar con algo de hambre, la opción de freír los dos huevos consabidos será la tercera vía de la comanda.
Me iré, pues, para la localidad sureña con sumo interés. Aunque perturbado, para qué negarlo. Y es que uno no se desprende tan fácilmente de sus miedos atávicos y quedarse en traje de Adán no es ejercicio que se resuelva en un pispás. Lo mismo acudo a unas sesiones de yoga para que la mente se despeje al mismo compás.
De no haber sido por este hecho que marcará un antes y un después en mi existencia, seguro que habría rescatado algún pasaje de cuando los viernes y trece eran días malditos para este mundo de los ordenadores. Amén de ser, desde siempre, un día de mala suerte en la mayoría de las culturas occidentales. De triste memoria el virus Jerusalén, más conocido como viernes 13, descubierto y aislado en 1987, y que afectaba a los archivos con extensiones .exe y .com. Eran los inicios de este otro campo de la informática y la ralentización de cualquier proceso iniciado con aquel ‘prehistórico’ sistema operativo MS-DOS desesperaba a quienes hacían sus primeros pinitos en esta faceta.
Bueno, otro fin de semana por delante. Lo aprovecharé para echar una visual a las fotos que he traído de territorios peninsulares. Si hay alguna de fundamento, procuraré darlas a conocer. También bajaré al Puerto para preguntarle a Lope si piensa dimitir por la chapucera ordenanza de ocupación de la vía pública. Y que pague de su bolsillo las defensas judiciales imposibles, así como, de haberlas, devoluciones o indemnizaciones, porque las arcas públicas no están para pagar los errores ajenos. ¿No lo crees así, Sandra? ¿Cómo, que no se oye? No me extraña.

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