Hoy nos vamos a La Gomera. En barco. Porque las conexiones a
la isla en avión siguen causando demasiados quebraderos de cabeza. De las
múltiples ocasiones que me ha dado un salto, en una sola fui en transporte
aéreo. Y tuve suerte. Sin contratiempos en la ida y otro tanto en la vuelta. Pero
el trayecto se hace muy corto. Si sales de Los Rodeos por la cabecera norte, en
apenas diez minutos te encuentras sobrevolando el Acantilado de Los Gigantes,
con lo que el piloto ya va agarrando el freno de mano porque si no se pasa y
llega a El Hierro.
Viene todo esto a cuento de las voces que se escuchan en La Colombina
elevando sonora queja por los continuas suspensiones del único servicio de la
compañía Binter. Un vuelo por la mañana y otro por la tarde. Hace un tiempo
hubo enlace directo con Gando (Gran Canaria), pero se suprimió. Y si quieres ir
a Las Palmas, debes realizar trasbordo en La Laguna.
Causas meteorológicas suele ser la excusa esgrimida por la
compañía para las reiteradas cancelaciones. Pero a este incrédulo le da que en
el trasfondo del asunto está la escasa demanda. Lo que se traduce en un fracaso
económico. Y aunque se trate de un servicio público, que debe ser subvencionado
sí o sí, el insuficiente pasaje es motivo que invita a no poner demasiado
interés.
Desde que Casimiro echó a caminar su partido, se ha vuelto de
un frenético contumaz. Es tanto lo que solicita, que ya olvidó su dilatadísima
trayectoria. Y se me parece al quíquere que picotea en todo el gallinero. O al
que lo mandan a coger hierba a la huerta y no lo hace ajecho (dícese en canario autóctono a la acción de todo continuado,
sin pellizcar aquí y allá). Cada día se levanta con una nueva ocurrencia. Da la
impresión de querer demostrar al pueblo gomero que llegó ayer a esto de la cosa
pública. Y al final todo se traduce en pedir más dinero. Es una eterna
cantinela y su mayor obsesión. Aunque no esté demasiado claro el para qué.
Ahí está, por ejemplo, el asunto del tráfico marítimo
interior. Rescato una foto de años atrás en Playa Santiago (me gusta sin el
de). Que sigue durmiendo el sueño de los justos. Parece que todo se resume en
pedir, pedir y pedir, aunque el devenir histórico haya desmontado abundantes
chiringuitos. En los que se inyectaron millones sin que luego, cuando se demuestra
que no sirvieron para nada, o la justicia los echó abajo, se traduzcan los
hechos en responsabilidades. Ahora mismo andamos a la búsqueda de una solución
en forma de acceso al hospital (apenas un kilómetro) en el que enterraremos 19
millones de euros. Y los combustibles por las nubes, la cesta de la compra más
cara de Canarias. Presumimos de paisajes aterrazados (convenciones incluidas): “Las
condiciones estratégicas y territoriales pueden ofrecer una nueva dimensión
cultural y social”. “Un fuerte impulso para proteger y dar valor a los paisajes
de bancales gomeros”. Que silbe toda la Macaronesia.
Leo en la prensa que se va a instalar un nuevo hipódromo (de
ahí el titular) en el aeropuerto. No se trata de ese lugar destinado a las carreras
de caballos que el alcalde de mi pueblo lleva prometiendo desde que entró en
política allá por la época de Fernando de Guanarteme (el de los cuatro huesos
enterrados, coetáneo de Bencomo el que tenía la casa en Santa Úrsula hasta que
La Orotava se metió por medio, como hizo con Las Cañadas, y la amillaró a su
nombre porque se le da bien los cambios de Raya), sino de la cinta
transportadora por donde discurren las maletas. Y no creo que el anterior se
haya desgastado por el uso. Más bien se habrá oxidado por falta de dar vueltas.
Cuando un servidor fue, solo mi mujer y yo formábamos el grupo para recoger el equipaje.
Y nos costará unos 120.000 euros para “adecuar la infraestructura actual a las
nuevas necesidades”. ¿Cuáles?, pregunto ingenuamente. Como no compre al presidente
del Cabildo un par de ponis y los ponga a dar giros como si de una noria se
tratase. Es la vieja táctica de hacer por si. Ahí tenemos más ejemplos en
instalaciones aeroportuarias en las que jamás aterrizó nave alguna.
No obstante, reclamamos más conexiones, más baratas y
mayores y mejores frecuencias. Me atrevo a cuantificar: ocho vuelos diarios con
Tenerife, cuatro con Gran Canaria, dos con La Palma y uno con El Hierro. Dos
semanales con Madrid y otros tantos con Barcelona. Amén del quincenal con
Berlín, que se ampliará en los veranos que la señora Merkel se venga al Tecina.
Al tiempo, Fred Olsen y Naviera Armas incrementarán las
rutas con Los Cristianos, Santa Cruz de la Palma y Valverde. Habrá base
permanente de sus naves en San Sebastián, Vueltas y el restaurado del aludido tráfico
marítimo interior dormirá en Santiago por si son requeridos sus servicios desde
la factoría de La Cantera.
¡Ay!, Casimiro, si aún estuviera abierto Prudencio en El Cedro,
diría que los ‘montañeros’ te hacen atravesar El Rejo con demasiada frecuencia.
Eso, con unos ‘polvos’ en La Villa (que vienen los carnavales), y acabamos los
dos en el hipódromo. El nuevo, plano, acero inoxidable, lamas de caucho,
accionado por fricción, motores redundantes, variador de frecuencia y protectores
para que no caigan los bultos. Chacho, parece que estoy describiendo a alguien.
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