Si yo debo dar crédito a todo lo que publicó la prensa en el
día de ayer acerca de la conversación telefónica habida entre Trump y Rajoy,
ustedes podrán coincidir conmigo en que lo único cierto es que el norteamericano
se pasó todo el tiempo que duró la llamada intentando explicar al gallego cómo
debía pronunciar su apellido. Y fuente dignas de todo crédito me señalan desde
Madrid que fue intento vano. Ya saben que el presidente de EEUU es testarudo
como una mula, pero en la presente ocasión tuvo que colgar el aparato –no es la
primera vez– ante la imposibilidad de que Mariano saliera del guion establecido
en su “It´s very difficult todo esto”.
Así que, estimados amigos, no presten atención alguna a la
infinidad de cuestiones que, según las diferentes versiones periodísticas, se trataron
en los escasos quince minutos del intercambio. La única conclusión que se
obtuvo fue el aporte de más dinero español para los gastos de defensa porque
las bases de la OTAN están suponiendo al militarismo yanqui mayores quebraderos
de cabeza que el tristemente famoso muro mejicano. Por ello, y no por otra
causa, los pensionistas veremos, al menos hasta 2022, que nuestros abonos
mensuales no se verán incrementados más allá del 0,25%. Ya que formamos parte de
la reserva (los que fuimos al cuartel sabemos lo que eso significa) y no
podemos agarrar un mosquetón, contribuiremos, como en otros tantos aspectos
recortables, rascándonos el bolsillo unos años más. Y si el IPC sube, como ya
lo está haciendo, más allá de ese porcentaje, con darnos un par de puntos en la
boca para comer menos, asunto resuelto.
Otros que también están sufriendo problemas monetarios son
los empleados del ayuntamiento portuense. Su cuesta de enero se ha prolongado
un par de semanas y no han percibido la paga correspondiente. La información
sindical no nos aclara si alcalde y concejales se hallan en idéntica situación
o ellos constituyen capítulo aparte. La responsable de Recursos Humanos del consistorio,
la popular Antonia María Domínguez (en la foto), se excusa porque las dos
personas que se encargan de las nóminas están de baja laboral (una por
maternidad y la otra por intervención quirúrgica). Y se quedó más ancha que el
mismísimo Donald cuando le espetó a los vecinos del sur que pagaran ellos la
pared de la controversia. Esperemos que los trabajadores municipales no deban
esperar hasta dentro de cinco años, como nosotros los viejitos, para ver cumplidas
sus legítimas aspiraciones: cobrar a fin de mes en tiempo y forma. Y con la
teoría de la concejala, si se avería un camión o se accidenta un operario,
lícito es ver la ciudad llena de basura. Y si a un par de policías se le rompen
las botas, aparquemos en las aceras que no hay posibilidad de multa. Y así.
Mientras debemos buscar dinero a toda costa, parece ser que
el exconsejero delegado en Turismo del Cabildo de Tenerife, Miguel Ángel Santos
(creo que ahora anda de gestor de dicha área en La Palma; contrólale la Visa,
Pestana, por si se llevó para allá la mala costumbre), se dilapidó unos 700.000
euros entre 2012 y 2015 con sus tarjetas de crédito. Tan a pecho se tomó el
cargo el supuesto manirroto que hizo turismo del bueno. Puede que nuestro
hombre haya aprendido en Adeje a viajar, comer y relacionarse cual jeque árabe.
Negras, opacas o canelas, que viva el plástico.
Aunque bien podrías pensar que el título del presente
artículo se debe a la caradura de aquellos que piensan que todo el monte es
orégano y se pueden malgastar los dineros públicos a compuertas, resulta que
Los Rostros es un lugar de Yaiza (Lanzarote) donde el ínclito condenado Dimas
Martín, pasándose disposiciones legales y normas urbanísticas por el forro del
móvil (por ser educado), construyó unas habitaciones apenas, una piscinita,
unas terrazas y unos lindos muros de piedra que ocultara la ampliación del ‘cuarto
de aperos’. Porque él, y a las conversaciones telefónicas intervenidas judicialmente
me remito, hizo y deshizo a su antojo cuanto le vino en gana, y más con todo
bicho a sus pies. Las paredes del centro penitenciario de Tahíche saben mucho
del particular. Y en este nuevo proceso por el que se le juzga en la
actualidad, se ha negado contestar a las preguntas del fiscal. Derecho que le
asiste el de no declarar, pero ha sido tanta la chulería del conejero que la
presidencia del tribunal le ha tenido que llamar la atención.
Es rico semánticamente el vocablo rostro. Basta una excursión
por el diccionario (y no como las giras del dilapidador de tarjetas; pobres
palmeros) para salir de dudas. Me quedo con la acepción coloquial que la
equipara a desfachatez (¡Qué rostro tiene ese individuo!). Al final debo
resignarme con el triste epílogo de que hay mucho energúmeno es esto de la cosa
pública. Aquellos que combaten su manifiesto complejo de inferioridad con unas
ínfulas (vanidad pretenciosa) tales que entienden las instituciones como una
propiedad. Y en los que yo denomino chiringuitos, demuestran sus verdaderos
rostros de autócratas. Suelen comenzar los primeros atisbos cuando con
demasiada frecuencia utilizan el verbo mandar. Y de ahí a otro nuevo complejo,
el de amo, un paso. Vaya rostros. Amén.
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