Interesante la propuesta en el Parlamento de Canarias para
debatir este controvertido tema. Pero con una gran carga de falsedad, cuando no
ir echando balones fuera hasta que amaine la borrasca. De todos, porque en el
asunto se habla mucho con la boca chica. Lo comparo con las declaraciones del
Papa Francisco, quien da en la diana de los problemas que asolan la faz de la
Tierra pero no concreta soluciones para su resolución. O medidas específicas
con las que la Iglesia Católica se convierta en adalid de la regeneración. Lo
que no se diferencia gran cosa de las propuestas que hacemos muchos en los
pueblos de Canarias sin que puedan llevarse a la práctica porque los que
ostentan el poder decisorio no están por la labor. Cómo van a hacer caso sus
eminencias a ignorantes de tomo y lomo.
La profesionalización política ha alcanzado tan elevadas cotas
que cuesta un calvario bajarse de la guagua (en la que el tique, arriba, no les
cuesta nada) para volver a caminar con y como el resto de ciudadanos. Lo de
participar en una convocatoria electoral y cumplir con las obligaciones contraídas
en el periodo de cuatro años estipulado ha pasado a ser historia. Es necesario ─para
consumar los proyectos programados, suele ser la excusa perfecta─ que los
intervalos ocupen decenios. Por ello no debe extrañarnos que el grupo de
gobierno del ayuntamiento realejero nos venda como importante logro el haber
reducido la deuda financiera en el lapso de 6 años. Hombre, Manolo, ¿y por qué
obvias los cuatro que fuiste concejal de Hacienda cuando el pacto con Oswaldo? Que
ya llevarás 16 cuando acabe el presente mandato y tú presumiendo de pibito. Además,
para un presupuesto de 28 millones de euros, el que se haya disminuido cinco
millones y medio la carga del debe con un aporte, según me sale la división, de
unos setenta y siete mil euros al mes, tampoco es para presumir con bengalas de
colores. Piensa en los que pagan una hipoteca y establece la comparación de
rigor. O te lo pongo más fácil ya que posees los datos a mano: Retrocede a los
primeros años de los ochenta con aquel puñado de pesetas y dime cómo salió el
pueblo para adelante no teniéndote a ti al frente de la alcancía (lo de hucha
es más tardío).
Pero volvamos a Teobaldo Power. A la presidenta se le ha ocurrido
solicitar a los servicios de la cámara –no quiero imaginarme que sean esos
donde sus señorías van a hacer sus necesidades– que consulten con otras
instituciones de similar o parecido rango para establecer el paralelismo
oportuno. Y mira tú que a este ingenuo se le ocurre que a lo peor salen
ganando. Puesto que si se comprueba, con datos en la mano, que en Canarias los
dispendios no son tan generosos como los mal pensados contribuyentes creemos,
en el próximo ejercicio económico hay que incrementar la partida para
transporte, manutención y alojamiento. Además, Carolina ha demandado más personal
para poder analizar facturas, vales, billetes, resguardos, recibos y cuantos
documentos deba entregar el interesado para que se le abonen los gastos que
demande y concuerden con las directrices aprobadas. Pues ha dejado pasar la máxima
autoridad del legislativo canario una magnífica oportunidad para demostrar que
no basta con manifestar que se es socialista, sino expresarlo con hechos, pues
los ahorros que puedan derivarse de los privilegios que disfrutan los cargos
públicos (sí, ya sé que les duele, pero pónganse en lugar de un jubilado al que
le descuentan el IRPF) constituirían la nueva partida presupuestaria de la que
se nutrirían los empleados contratados para el menester de la revisión y
control. Todo ello contando que hoy estoy de buenas, que si no pondría un
horario reglado a los parlamentarios, como cualquier otro trabajador, y se les
acabaría el chollo de compatibilizar las acciones por las que percibe una
remuneración, con DEDICACIÓN EXCLUSIVA, y otros asuntos, casi siempre
relacionados con el partido en el que militan. Algo así como si en mi pueblo
revisáramos la situación de nuestro alcalde o suprimiéramos el puesto del
enchufado bien pagado, lo que supondría aumentar al menos tres plazas de la
policía local, que buena falta está haciendo.
Y analicemos, asimismo, las declaraciones de algunos de los representantes
de la soberanía popular acerca del particular. Antona, el presidente interino
del PP (al decir de sus tres contrincantes para tal puesto en el próximo congreso;
por cierto, tanto parabién para Domínguez y ni un agradecimiento por los
servicios prestados a Tavío), está por que se revise el sistema de dietas
(postura del bien quedar), aunque añade: “No es que yo no me gane esas dietas,
porque mi labor como diputado por estar en todas las islas es considerable”. ¿Como
diputado o como cargo orgánico? O piensas que los realejeros somos tontos si
tenemos un ejemplo (de tu propia mesnada) que nos tiene hasta los mismísimos
con tanto garbeo. Y a partir de la próxima semana, agárrate que vienen curvas.
No sean cínicos, que yo tengo mi tino (Calero dixit).
Tienen miga, igualmente, los de Podemos. Con aquello de que “el
dineral” que perciben lo donan a
proyectos entienden purgadas sus culpas. También se financian
públicamente los medios de comunicación de la Conferencia Episcopal para
mantener a Marhuenda y compañía. ¡Ah!, que no hay comparancia. Aquí lo importante es lo que sale de las arcas
públicas. Luego, que cada cual haga con el capital lo que mejor crea
conveniente, que es, por otra parte, lo que hacemos todos con nuestro sueldo.
Lo malo es que el del común de los mortales, para las necesidades perentorias y
poco más.
Elena Luis, exalcaldesa de La Guancha y portavoz adjunta de
CC, después de muchos años ordeñando la teta pública, se ha percatado de que “la
sociedad ha sido víctima de la crisis” y que va a esperar el resultado del
estudio.
El dicharachero Román Rodríguez, tan dado a hablar por los
codos, ha sido bastante escueto al respecto. Debe ser que el Mencey le ha
venido resultando cómodo. Qué suerte la mía que me lo tropiezo cada vez que voy
al urólogo.
Y así todos, tal para cual. Entre fijas y variables, y sin
control de ningún tipo, de buenos bolsillos disponen esas prendas. Como la tela
de la ropa de la lucha canaria. Sin embargo, mucho más laxa que ciertas pieles.
Para no llamarlos directamente caraduras, que estaría mal visto.
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