lunes, 20 de febrero de 2017

Dedazo

Hay una acepción en el DRAE, atribuida a ciertos países americanos de habla hispana, que nos indica que se trata de la designación de un candidato a un puesto público, de parte del poder ejecutivo, sin las formalidades de rigor. Y uno creía que tales procederes eran propios del Partido Popular. Donde, sin ir más lejos, el ungido dedo se ha utilizado desde sus inicios para colocar de manera directa y sin derecho a rechistar al cabeza visible. O cabezón, que también me vale. Aunque lo intenten disimular en Canarias con cuatro candidatos cuando harto sabido es que ya el sorteo está encaminado y las papeletas fueron compradas por un palmero que comenzó la andadura pública allá en el País Vasco en la época que cursaba aún la enseñanza primaria, y ahí está.
Pero en el giro copernicano habido en Podemos, el jefe, Pablo, el socialdemócrata, ha entendido que no todo es malo en los partidos tradicionales, en la casta al uso. Y así dispuso. A partir de ahora (bueno, desde hace un rato), y en otra vuelta de tuerca (¿o era tuerka?) nosotros también podemos. Como nuestro propio nombre indica. Utilizaremos lo seudópodos no solo para alimentarnos (fagocitosis; nuestros tentáculos citoplasmáticos rodean y engullen al enemigo) sino también para trasladarnos, para caminar por los vericuetos políticos. Yo, vuestro secretario general, ordeno y mando. A cierto sitio los círculos. Y que no nos mareen las mareas.
Íñigo, amigo, a pesar de lo que me has hecho sufrir en estos días pasados, y para que veas que no te guardo rencor, te voy a designar como candidato a la Comunidad de Madrid (Sûr que nous pouvons!). ¿Y los procesos internos de participación en los que la militancia deberá aportar…? Calla, calla, que agua pasada no mueve molinos. ¿Y Carmena? Quita, quita, nos basta con patentar Ganemos Madrid. Como experimento ya estuvo bien. Nos salió la jugada de la franquicia, o versión castellana, de Guanyem Barcelona (qué grande Ada Colau) y ahora toca remar placenteramente en El Retiro.
¿No crees que la gente va a pensar que me has desterrado, que me has dado el premio de consolación? Qué va, que no se te pase semejante ocurrencia por la cabeza. Tienes el 20% de la Ejecutiva. ¿Qué Ejecutiva? Aquí el único ejecutor eres tú. Pero, bueno, me imagino que me darás tiempo libre para irme promocionando, ya que me quitaste la portavocía en el Congreso. ¿Acaso bracea mejor que yo, Irene? Dejemos eso, niño, y sellemos la paz. Démonos un abrazo, y/o lo que proceda, y pelillos al Manzanares.
Yo no tengo claro que Manuela no quiera repetir y todavía aglutina a un gran colectivo, que no es nuestro, no lo olvides. Tranquilo, mi hombrecito, para eso designé a Meri Pita como secretaria de Plurinacionalidad y Diversidad Territorial. Su experiencia canaria en desfacer entuertos nos vendrá de perillas. Ha sabido resolver sin mayores traumas las disidencias y a los de Sí se puede (que vienen a ser como tú cuando te pones de mosca cojonera, pensó ocultando en la cinta de la coleta la mala uva destilada desde lo más profundo de sus sobacos) nos les queda otro remedio que integrarse o desintegrarse.
No sé, Pablo, sigo inquieto, nervioso, frenético, alterado. Antes era tu complemento. Ahora soy tu apéndice. Me da que tú me guardas rencor por haberte disputado la composición del órgano de gestión, pues ni siquiera osé poner en solfa tu indiscutible liderazgo. Es más, dije que te iba a votar. Estoy terriblemente confuso. Y nada más se conoció tu decisión, ya está Cifuentes metiéndose conmigo, me tiene tuiteado por completo.
Vamos a hacer una cosa, hablaré con Alberto y nos vamos este fin de semana a Tenerife. Nos pasaremos un día completo en el Loro Parque. Verás la armonía animal que existe en aquel recinto, qué sosiego, cuánta quietud, parece un congreso del PP. Además, los billetes nos salen gratis, paga el Congreso y sin necesidad de justificar nada… (A ver si lo puedo botar a la piscina de las orcas).
¿Te acuerdas cuando acampábamos en Sol?  
Qué pollabobas (versión canaria de gilipollas) éramos. Aunque engatusamos a tantos que mira lo alto que subimos. Tendré que sentar al tinerfeño junto a Montero. Ambos se desenvuelven bien con gestos y aspavientos. Y eso saca de quicio a Hernando. Lo nuestro es provocar y llamar la atención. Si no, no nos comemos un rosquete.
¿Cómo quedó el Rayo?
Ves, ya estás volviendo a tu tino. ¿Somos amigos de nuevo? Sí, bwana (señor, en suajili).
Tú a todo dile que sí, recordó Íñigo el sabio consejo de su madre, aunque por detrás ya se sabe, te clavan.
Es el exordio de una nueva novela. Hasta el epílogo, menudo recorrido. Aquí seguimos, en La Corona. Que es lo mismo que en la pericosa (o penicosa, según Marcial Morera). ¿Te acuerdas de esa palabra?

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