Hay una acepción en el DRAE, atribuida a ciertos países
americanos de habla hispana, que nos indica que se trata de la designación de
un candidato a un puesto público, de parte del poder ejecutivo, sin las
formalidades de rigor. Y uno creía que tales procederes eran propios del
Partido Popular. Donde, sin ir más lejos, el ungido dedo se ha utilizado desde
sus inicios para colocar de manera directa y sin derecho a rechistar al cabeza
visible. O cabezón, que también me vale. Aunque lo intenten disimular en
Canarias con cuatro candidatos cuando harto sabido es que ya el sorteo está
encaminado y las papeletas fueron compradas por un palmero que comenzó la
andadura pública allá en el País Vasco en la época que cursaba aún la enseñanza
primaria, y ahí está.
Pero en el giro copernicano habido en Podemos, el jefe,
Pablo, el socialdemócrata, ha entendido que no todo es malo en los partidos
tradicionales, en la casta al uso. Y así dispuso. A partir de ahora (bueno,
desde hace un rato), y en otra vuelta de tuerca (¿o era tuerka?) nosotros
también podemos. Como nuestro propio nombre indica. Utilizaremos lo seudópodos
no solo para alimentarnos (fagocitosis; nuestros tentáculos citoplasmáticos
rodean y engullen al enemigo) sino también para trasladarnos, para caminar por
los vericuetos políticos. Yo, vuestro secretario general, ordeno y mando. A
cierto sitio los círculos. Y que no nos mareen las mareas.
Íñigo, amigo, a pesar de lo que me has hecho sufrir en estos
días pasados, y para que veas que no te guardo rencor, te voy a designar como
candidato a la Comunidad de Madrid (Sûr
que nous pouvons!). ¿Y los procesos internos de participación en los que la
militancia deberá aportar…? Calla, calla, que agua pasada no mueve molinos. ¿Y
Carmena? Quita, quita, nos basta con patentar Ganemos Madrid. Como experimento
ya estuvo bien. Nos salió la jugada de la franquicia, o versión castellana, de
Guanyem Barcelona (qué grande Ada Colau) y ahora toca remar placenteramente en
El Retiro.
¿No crees que la gente va a pensar que me has desterrado,
que me has dado el premio de consolación? Qué va, que no se te pase semejante
ocurrencia por la cabeza. Tienes el 20% de la Ejecutiva. ¿Qué Ejecutiva? Aquí
el único ejecutor eres tú. Pero, bueno, me imagino que me darás tiempo libre
para irme promocionando, ya que me quitaste la portavocía en el Congreso. ¿Acaso bracea mejor que yo, Irene? Dejemos eso, niño, y sellemos la paz. Démonos
un abrazo, y/o lo que proceda, y pelillos al Manzanares.
Yo no tengo claro que Manuela no quiera repetir y todavía
aglutina a un gran colectivo, que no es nuestro, no lo olvides. Tranquilo, mi
hombrecito, para eso designé a Meri Pita como secretaria de Plurinacionalidad y
Diversidad Territorial. Su experiencia canaria en desfacer entuertos nos vendrá
de perillas. Ha sabido resolver sin mayores traumas las disidencias y a los de
Sí se puede (que vienen a ser como tú cuando te pones de mosca cojonera, pensó
ocultando en la cinta de la coleta la mala uva destilada desde lo más profundo
de sus sobacos) nos les queda otro remedio que integrarse o desintegrarse.
No sé, Pablo, sigo inquieto, nervioso, frenético, alterado.
Antes era tu complemento. Ahora soy tu apéndice. Me da que tú me guardas rencor
por haberte disputado la composición del órgano de gestión, pues ni siquiera
osé poner en solfa tu indiscutible liderazgo. Es más, dije que te iba a votar.
Estoy terriblemente confuso. Y nada más se conoció tu decisión, ya está
Cifuentes metiéndose conmigo, me tiene tuiteado por completo.
Vamos a hacer una cosa, hablaré con Alberto y nos vamos este
fin de semana a Tenerife. Nos pasaremos un día completo en el Loro Parque.
Verás la armonía animal que existe en aquel recinto, qué sosiego, cuánta
quietud, parece un congreso del PP. Además, los billetes nos salen gratis, paga
el Congreso y sin necesidad de justificar nada… (A ver si lo puedo botar a la
piscina de las orcas).
¿Te acuerdas cuando acampábamos en Sol?
Qué pollabobas (versión canaria de gilipollas) éramos.
Aunque engatusamos a tantos que mira lo alto que subimos. Tendré que sentar al
tinerfeño junto a Montero. Ambos se desenvuelven bien con gestos y aspavientos.
Y eso saca de quicio a Hernando. Lo nuestro es provocar y llamar la atención.
Si no, no nos comemos un rosquete.
¿Cómo quedó el Rayo?
Ves, ya estás volviendo a tu tino. ¿Somos amigos de nuevo?
Sí, bwana (señor, en suajili).
Tú a todo dile que sí, recordó Íñigo el sabio consejo de su
madre, aunque por detrás ya se sabe, te clavan.
Es el exordio de una nueva novela. Hasta el epílogo, menudo
recorrido. Aquí seguimos, en La Corona. Que es lo mismo que en la pericosa (o
penicosa, según Marcial Morera). ¿Te acuerdas de esa palabra?
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