¿Ya dimitió el impresentable de Pedro Rodríguez Zaragoza? ¿Cómo?
Me chiva el diccionario que actuación impresentable es aquella de escasa calidad
moral. ¿Es, acaso, atrevido sostener que hasta corto me quedo en calificar el reciente
proceder de nuestro orondo personaje? Cuando redacto estas líneas –tarde del
jueves día 2– el único conocimiento que tengo es de que ha pedido disculpas y
que, como Juan Carlos, no lo volverá a hacer más. Tiene más morros que bigotes
el angelito, el saltimbanqui, el que lleva dando brincos y haciendo acrobacias
desde cuando Manuel Hermoso cambió el negocio de la construcción por el más
rentable de apuñalar a Jerónimo.
El señor viceconsejero de Acción Exterior (cargo que depende
directamente del Presidente del Gobierno, y cuyo departamento engloba dos
direcciones generales: la de Emigración y la de Relaciones Exteriores), el
mentado Rodríguez Zaragoza, se nos fue al Consejo de la Ciudadanía Española en
el Exterior. Y debió sentirse muy solo, a tenor del juego que escogió para
matar el aburrimiento. Pero lo pescaron. Como antes las indiscretas cámaras
(hoy te pueden grabar con el botón de la chaqueta) lo habían hecho con otros
célebres personajes. A los que une el amor desinteresado por la cosa pública,
la entrega y el sacrificio por el bienestar ciudadano.
Yo pedí la palabra dos veces, Fernando, te lo juro. Y hablé
en las dos ocasiones, palabrita del Niño Jesús. Esto ya era al final y me pudo
el mono. Perdona, Clavijín, ¿o ya no me crees? [Ji, ji, ji, tu palabra contra
la mía, vaya dos para una conejera]. Asumo el error, solo fue un ratito, yo no
la metí sino un fisquito (la pata), no estuve jugando todo el tiempo. Anda,
perdóname y no me mires así, no seas malo.
¿En qué posición comprometida hay que trincar a tipos de tal
calibre para que presenten la dimisión ipso facto? ¿Cómo es posible que el
máximo responsable político de esta Comunidad no le haya dado dos buenas
patadas en el culo al segundo siguiente de tener conocimiento de las
gratificantes imágenes con las que nos deleitó el tahúr? ¿Hasta cuándo vamos a
permitir, sufridores pagadores de impuestos, que sujetos así empañen la noble
actividad política? ¿Hasta cuándo los honrados cargos públicos –la mayoría– van
a mirar hacia otro lado ante acontecimientos de tal guisa?
La web institucional me señala que la sede de dicha Viceconsejería
se halla en la Avenida José Manuel Guimerá, número 10 (Edificio de Usos
Múltiples II, Planta 2ª), código postal 38071, Santa Cruz de Tenerife. Y si no
pueden ir a saludar al mandamás, siempre que no esté reunido consigo mismo para
matar el aburrimiento, te dejo también la dirección del correo electrónico por
si te apetece enviarle un cordial saludo: malbmar@gobiernodecanarias.org.
Bueno, y si no tienes otra cosa mejor que hacer, llámalo por teléfono
(922473920) o mándale un fax (922477098). Yo creo que el hombre necesita toda
nuestra comprensión. Mi apoyo incondicional lo tiene. Como lo vislumbre en
cualquier muelle contemplando el vaivén de la mar océana, te juro que lo ayudo
para que vea el panorama más cerca.
Debería ser requisito obligatorio el pasar por un arco de
seguridad, que detecte todo tipo de artilugios que inciten a la distracción,
que emita sonoros pitidos y obligue a dejar a buen recaudo los objetos
proclives a no estar atentos a lo que se va. Es más, deberían acudir con la
lección aprendida y recitarla a viva voz. Para que los defensores de los
árboles y enemigos del papel no pongan el grito en el cielo. Y esto lo digo
asimismo para los concejales en las sesiones plenarias, los periodistas en los
medios audiovisuales y los curas en las misas. ¿Cómo he llegado yo al año 2017
sin móvil? ¿Me lo quieres explicar? Y yo vivo, a lo mejor más feliz que tú, más
libre.
Hay que reconocerle, no obstante, al jugador, una acción que
merece el más fuerte de los aplausos: No se quedó a la cena. Y sobran los
comentarios. ¿Oíste? Ahórrate de plasmar por escrito eso que ahora mismo se te
pasó por la cabeza.
Pero si a este no lo cesan, ¿a qué demonios esperan los que
cuentan con votos para ello para echar como agua sucia a quienes llevan una purriada
de años en el machito riéndose de todo bicho viviente que habita en este
terreno volcánico?
Y como quien no quiere la cosa, primer fin de semana de
febrero. Ya ni mentamos la otrora terrible cuesta de enero. Transitamos placenteros
por el que fuera mes de los gatos. Hasta ellos han cambiado y ya no muestran el
mismo celo. Como algunos cargos públicos. Pocos, afortunadamente. Y menos mal
que los cazan.
Acabo. Intuí años ha, y escrito está, que el enorme tinglado
de la jueza Alaya se iba a desmoronar. Parece que el tiempo me está dando la
razón. Y la propia Justicia le reprocha que no se puede actuar en asuntos tan
delicados desde el rencor. Pero ese es otro tema. Voy a jugar un fisquito.
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