Pensaba que se me había llenado la cachimba cuando me enteré
del enfado de la presidenta del Cabildo de El Hierro –ahora te lo cuento– y
resulta que me quedo corto al descubrir cómo trabajan sus señorías en el
Parlamento de Canarias.
Pues sí, doña Belén Allende se queja del maltrato de la
Naviera Armas, único medio de transporte marítimo con la Isla del Meridiano,
por sus continuos retrasos y el “ninguneo” permanente. Dado que siempre ha
presumido el extraño conglomerado AHI-CC de tener cogidos por cierto sitio a
los gobernantes regionales de turno, por aquello del posible veto presupuestario
y porque los votos ensolerados a la sombra de Orchilla, junto a los del señor
conde colombino, valen unos buenos puñados más que los del resto de canarios,
parece oportuno recomendarle que intercambie unas palabras con Paulino Rivero, el
chiquito de El Sauzal (al decir de Juan Manuel García Ramos cuando no medraba
al cobijo de CC), flamante fichaje de la empresa y que recientemente se ha
incorporado a su equipo directivo. Seguro que arregla el particular en un santiamén.
O ya no nos acordamos cuando el susodicho prometía miles y miles de puestos de
trabajo, hecho que se cumplía a rajatabla (y al sobresaliente descenso en el número
de parados durante sus dos mandatos me remito). Que somos unos olvidadizos.
Después de unas dieciocho horas de recorrer pasillos,
vistillas en las esquinas, miradas de complicidad en los aseos y, en resumen,
de un denodado curro jamás visto en Teobaldo Power, los seis grupos
parlamentarios han alcanzado un acuerdo histórico, que pasará a los anales como
el no va más de esta legislatura. Los canarios iremos a votar el próximo mes de
mayo (si antes Clavijo no adelanta la convocatoria, en virtud de la posibilidad
contemplada en el nuevo Estatuto de Autonomía) sin temor a equivocarnos. Ya
saben que sus ilustrísimas piensan, y entienden, que aún estamos en unos
índices de analfabetismo tal, que han decidido que las dos papeletas, de
diferentes colores (circunscripciones regional e insular) sean depositadas en
una misma urna. Que será mucho más grande –segundo motivo para que no metamos
la pata, ni la mano– para diferenciarla de las correspondientes a los
ayuntamientos, cabildos y parlamento europeo; siempre y cuando no nos sorprenda
Pedro Sánchez añadiéndoles las del Congreso y del Senado. Chiquita mesa en ese
caso, compañero. Ni la tan retratada de la última cena.
No hay dinero en estas islas para pagar los esfuerzos,
físico y mental, de los actuales sesenta representantes de la soberanía
ultraperiférica, en cuyos mares nadamos placenteramente sin temor a los mordiscos
de los tiburones. Tanto se esfuerzan que ayer a las nueve y cinco de la mañana
(parece que los 300 segundos se deben a una norma de cortesía de la
presidencia; qué generosa eres Carolina), hora de comienzo de una sesión
plenaria, hubo que echar unos buenos gritos porque solo se hallaban presentes en
el salón siete de los sesenta. Todo un ejemplo de cómo se merecen sus espléndidos
sueldos. Son los mismos que luego reclaman al resto de mortales que cumplan con
sus obligaciones laborales.
La Cadena Ser daba a conocer la identidad de los puntuales:
Melodie Mendoza y Jesús Ramos (ASG), Manuel Marrero (Podemos), Josefa Lutzardo
(PP), Juan Ramón Hernández (CC) y Manuel Marcos Pérez y Marcos Hernández
(PSOE). Puede que a la primera de las citadas, tras el ridículo de hace unas
semanas, le haya venido bien que circulara el vídeo en el que se contempla su
monumental despiste en las tareas encomendadas. El resto de la tropa puede que
se haya visto envuelto en las colas de la TF-1 y TF-5, lo que demuestra bien a
las claras que la sede de la institución debe ser cambiada a El Mirador del
Santo (también valdría cualquiera de las muchas infraestructuras que Casimiro
tiene regadas por sus predios), ya que los 300.000 euros del mobiliario serían
suficientes. Y en La Gomera no hay colas porque el piche está liso que da
gusto, como el culito de un niño.
En fin, amigos míos, es lo que tenemos. Se comenta en la
aludida nota informativa de la SER que la sesión del día anterior había acabado
muy tarde. No creo que estuviesen pensando los redactores de esas líneas que
sus señorías pudieron quedarse dormidos y dormidas. No, no y no. Estos infatigables
trabajadores no se merecen un trato así. Un desliz le pasa cualquiera. Y hasta
cincuenta y tres. O acaso no creen ustedes que el particular de la urna tiene
su enjundia. ¿No disponen los maestros, verbigracia, de un día de descanso
cuando una sesión de claustro finaliza a las tantas? Yo conozco unas veinticinco
mil empresas que aceptan sin problema alguno que sus asalariados se incorporen
a la jornada laboral cuando les salga de allí. Pues esto es lo mismo. Y a
partir de las próximas elecciones serán diez más a llegar tarde. Y no pasa nada.
Que nos quejamos por todo.
Gracias, señorías, que sería de nos sin vos.
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